Diré a Dios: no me condenes.
01 Mi alma está asqueada de la vida, quiero dar libre curso a mi queja, expresaré toda mi amargura.
02 Diré a Dios: «No me condenes, dame a conocer por qué me recriminas».
03 ¿Es un placer para ti oprimir, despreciar la obra de tus manos y favorecer el designio de los malvados?
04 ¿Acaso tienes ojos de carne? ¿Ves tú las cosas como las ven los hombres?
05 ¿Son tus días como los de un mortal y tus años como los días de un hombre,
06 para que estés al acecho de mi culpa y vayas en busca de mi pecado,
07 aún sabiendo que no soy culpable y que nadie puede librar de tu mano?
08 Tus manos me modelaron y me hicieron, y luego, cambiando de parecer, me destruyes.
09 Acuérdate que me hiciste de la arcilla y que me harás retornar al polvo.
10 ¿Acaso no me derramaste como leche y me cuajaste como el queso?
11 Me revestiste de piel y de carne y me tejiste con huesos y tendones.
12 Me diste la vida y me trataste con amor, y tu solicitud preservó mi aliento.
13 ¡Pero tú ocultabas alto en tu corazón, ahora comprendo lo que tenías pensado!
14 Si yo peco, tú me vigilas y no me absuelves de mi culpa.
15 Si soy culpable, ¡ay de mí! Si soy inocente, tampoco puedo alzar cabeza, saturado de ignominia, embriagado de aflicción.
16 Si me levanto, tú me cazas como un león y redoblas contra mi tu asombroso poder.
17 Suscitas contra mí nuevos testigos, acrecientas tu furor contra mí y me atacas con tropas de relevo.
18 ¿Por qué me sacaste del seno materno? Yo habría expirado sin que nadie me viera,
19 sería como si nunca hubiera existido, me habrían llevado del vientre a la tumba.
20 ¡Duran tan poco los días de mi vida! ¡Apártate de mí! Así podré sonreír un poco,
21 antes que me vaya, para no volver, a la región de las tinieblas y las sombras,
22 a la tierra de la oscuridad y el desorden, donde la misma claridad es tiniebla.
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