Martes 15 de Octubre del 2013
Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (15,1-6):
El que teme al Señor obrará así, observando la ley, alcanzará la sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como la esposa de la juventud; lo alimentará con pan de sensatez y le dará a beber agua de prudencia; apoyado en ella no vacilará y confiado en ella no fracasará; lo ensalzará sobre sus compañeros, para que abra la boca en la asamblea; lo llena de sabiduría e inteligencia, lo cubre con vestidos de gloria; alcanzará gozo y alegría, le dará un nombre perdurable.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19
R/. Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.
El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R/.
Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean. R/.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.
Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Martes 15 de Octubre del 2013
Rosa Ruiz, misionera claretiana
La Iglesia celebra hoy a la que probablemente es la santa más conocida y querida... o una de ellas. Mujer castellana y recia, como la muralla de Ávila; acogedora y abierta como sus postigos y puertas que lejos de "separar", protegen, reúnen e invitan a entrar dentro.
Ya sé que se trata de comentar la Palabra... Permitidme que hoy lo haga de la mano de Teresa, "la de Jesús", como gustaba de llamarse ella. Proclamada por la Iglesia Doctora y, por tanto, mujer sabia, mujer que ha sabido encontrar y saborear lo esencial y además es Maestra. Es decir, nos ayuda a otros a hacer esa misma experiencia: adentrarnos en la vida, en nosotros mismos y en Dios con "determinada determinación", con pasión, con delicadeza, con todos los sentidos... Es esa forma de vivir que nos alimenta "con pan de sensatez y nos da a beber agua de prudencia", en palabras del Eclesiastés.
Podría parecer que es más descansado vivir con cierta dosis de superficialidad, sin tanto "ir a dentro" (¡con lo que cuesta sacar agua de algunos pozos a veces!) ni en mí, ni en Dios, ni en la vida... Pero cuantos han hecho esta experiencia nos dicen lo mismo: hay cargas muy ligeras y yugos muy suaves... hay un modo de ser manso y humilde de corazón que está muy adentro... que nos da descanso al Adentrarnos en El, en Su corazón... Hay un modo de ser mano y humilde que nos serena y hace pobres, pequeños, pero no nos anula, no pide nuestra sumisión. En la mejor tradición cristiana, el manso no es pusilánime; es valiente, libre, arriesgado. La humildad y mansedumbre se da en personas de carácter recio, maduras, con suficiente equilibrio interior como para no perder la libertad cuando por alguna causa, eligen no hacer lo que ellas querrían… o a su modo…
Aprendamos de Jesús, el manso y humilde. No dejemos de ser nosotros mismos, pero como Teresa, seamos "de Jesús". Siempre más adentro…
Si para recobrar lo recobrado
tuve que haber perdido lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.
Si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprendido
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido
porque después de todo he comprobado
que lo que tiene el árbol de florido
vive de lo que tiene sepultado.
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