Viernes 11 de Octubre del 2013
Primera lectura
Lectura de la profecía de Joel (1,13-15;2,1-2):
Vestíos de luto y haced duelo, sacerdotes; llorad, ministros del altar; venid a dormir en esteras, ministros de Dios, porque faltan en el templo del Señor ofrenda y libación. Proclamad el ayuno, congregad la asamblea, reunid a los ancianos, a todos los habitantes de la tierra, en el templo del Señor, nuestro Dios, y clamad al Señor. ¡Ay de este día! Que está cerca el día del Señor, vendrá como azote del Dios de las montañas. Tocad la trompeta en Sión, gritad en mi monte santo, tiemblen los habitantes del país, que viene, ya está cerca, el día del Señor. Día de oscuridad y tinieblas, día de nube y nubarrón; como negrura extendida sobre los montes, una horda numerosa y espesa; como ella no la hubo jamás, después de ella no se repetirá, por muchas generaciones.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 9,2-3.6.16.8-9
R/. El Señor juzgará el orbe con justicia
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido.
Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron. R/.
Dios está sentado por siempre en el trono
que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,15-26):
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Viernes 11 de Octubre del 2013
DEMONIOS
El Evangelio de este día se nos hace especialmente difícil por el lenguaje y el universo simbólico y bíblico que lleva, tan ajeno al nuestro. Hagamos, pues, algunas sencillas aclaraciones, a modo de guiones para facilitar la comprensión y la reflexión de este relato:
- «El dedo de Dios» es una expresión que viene ya del Éxodo y aún antes (8,15 por ejemplo) y que quiere simbolizar «el poder de Dios», la autoridad de Dios.
- El "Príncipe de los demonios" que aquí se le llama también Beelzebú. «Belzebú» era una deformación burlona del nombre de una divinidad fenicia a la que se denominaba Baal-Zebul (Dios del cielo). Esa deformación permitía referirse a esa divinidad como «dios de las moscas y de las inmundicias donde se posan las moscas». Sería el «jefazo» principal del Reino de Satanás. En cualquier caso, es todo un insulto que se refieran a Jesús relacionándole con él.
- Sin entrar en discusiones sobre el concepto de «demonio», en tiempos de Jesús (y no sólo) era muy habitual atribuirles todos los males y tentaciones. Y se encontraban médicos y magos que hacían exorcismos, con distintos grados de éxito. Por lo cual, al
ver a Jesús hacer estas curaciones, no se deducía inmediatamente que él viniera de parte de Dios, y algunos dudaban de sus intenciones. Jesús con sus palabras y hechos explica cuál es la razón, sentido y objetivo de sus milagros:
El Reino (Dios) ha llegado hasta vosotros. Pero le piden «una señal del cielo». Quieren evidencias y fenómenos espectaculares. Y no las van a tener.
- Al comienzo de su Evangelio, Lucas nos presentó a Jesús en «lucha» contra el demonio en el desierto. Y poco después, su primer milagro: la curación de un endemoniado. Como queriendo decir que la presencia de Jesús entre nosotros supone un combate una guerra sin cuartel para que el mal (los demonios) que aprisiona, hace sufrir y destruye al hombre... retroceda y quede vencido. Definitivamente en la cruz y en la mañana de Pascua.
- Siempre que alguien actúa para liberar, curar, recuperar, acoger a otro hombre... está colaborando con Jesús: El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Y también al revés: «los que estamos con Jesús» tenemos que combatir a brazo partido contra los muchos «demonios» que hoy dañan al hombre... y contra los «Príncipes» de este mundo... que a menudo son de carne y hueso, pero también a menudo son «fuerzas invisibles» o no localizadas: El mercado, la política, la economía, los grupos mediáticos, las multinacionales...etc
- Mientras estamos en este mundo, el proceso de conversión y de lucha contra nuestros «demonios», nunca termina. No hay que bajar la guardia, porque podemos superar una situación difícil, vencer aparentemente... y volver a caer de nuevo en ella o incluso en otra peor.
- Por último, la advertencia de Jesús sobre el fracaso de todo reino dividido... también vale para la Iglesia. Aquello del viejo refrán: «·divide y vencerás». Una llamada, pues, a la unidad en lo esencial, a no andar divididos por temas bastante secundarios, a disfrutar de la «pluralidad» y variedad de carismas, sensibilidades y estilos, a unir todas las fuerzas posibles (con cualquiera que quiera defender la dignidad humana)... en sana complementación y a no perder energías en absurdas riñas internas.
Enrique Martínez, cmf
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