¿Por qué el Papa ha consagrado el mundo a la Virgen María?

La consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María el día del aniversario de la última aparición de Fátima es un acto de salvación para la humanidad

Hay que recordar a todos los efectos que la consagración o don total de sí mismo a Dios, por amor, es una de las grandes leyes de la vida espiritual. Numerosos santos han recordado este fundamento de la fe, entre ellos Teresa de Lisieux (“Amar es darlo todo y darse uno mismo”).
 
Para nuestra época, el gran apóstol de la consagración a Jesús, de manos de María, es el beato Juan Pablo II, formado en la escuela de san Luis María Grignion de Montfort (1673-1713), el autor del célebre “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen”, de quien el papa magno tomó su divisa que dio la vuelta al mundo: el “Totus tuus” (Soy todo tuyo [···] mi amado Jesús, por María, vuestra Santa Madre).
 
Fátima y la consagración al Corazón de María
 
Pero la consagración de una comunidad, de un país o incluso del mundo al Inmaculado Corazón de María está ligada a las apariciones de Fátima que tuvieron lugar de mayo a octubre de 1917, el 13 de cada mes (excepto en agosto, cuando los pequeños videntes estuvieron retenidos en la cárcel). La Virgen les dijo entonces a los tres pastorcitos que quería que el Papa consagrara Rusia a su Corazón Inmaculado, para que este país no “esparza sus errores por el mundo” (Aparición del 13 de junio de 1917 en Fátima y después a sor Lucía, en Tuy, el 13 de junio de 1929).
 
La estatua del santuario de Fátima en Roma
 
La presencia de la estatua original de Nuestra Señora de Fátima en Roma con motivo de esta consagración no ha sido una casualidad. Esta estatua –la misma que lleva incrustada en su corona una de las balas del atentado del 13 de mayo de 1981 contra Juan Pablo II- viajó desde el Santuario de Fátima, donde se encuentra habitualmente (es la décima vez en poco menos de cien años que sale de este santuario).
 
Dos días con y por María
 
La estatua llegó a la Plaza de san Pedro el sábado 12 de octubre por la tarde y fue acogida por el mismo Papa. Por la noche, fue transportada al santuario romano del Divino Amor, donde se celebró una gran vigilia de oración (en parte conectada en línea con santuarios marianos de todo el mundo).
 
El 13 por la mañana, volvió a la Plaza de san Pedro donde, después del rosario, el Papa celebró una misa y cumplió el acto de consagración.
 
El mundo consagrado por un papa a María por tercera vez
 
Países y comunidades han sido regularmente consagrados al Inmaculado Corazón de María desde 1917, a veces en momentos o circunstancias trágicas.
 
Así, los sacerdotes el 12 de mayo de 2010 en Fátima por Benedicto XVI; o el Líbano y Oriente Medio, el pasado 16 de junio en el santuario Nuestra Señora del Líbano, en presencia de varios obispos libaneses y del nuncio apostólico (el presidente libanés y el primer ministro adjunto también estuvieron presentes).
 
Pero el mundo entero sólo ha sido consagrado por el Papa en ejercicio dos veces: la primera vez en plena Segunda Guerra Mundial, el 31 de octubre de 1942, por Pío XII, que suplicó a María que “detuviera los excesos de la inundación neopagana”; la segunda vez, por Juan Pablo II, el 25 de marzo de 1984, tres años después del atentado del 13 de mayo de 1981 que casi le cuesta la vida.
 
Los frutos de la consagración de 1984
 
El hundimiento, sin derramamiento de sangre, del comunismo en la Europa del Este que siguió rápidamente a esta consagración, con las consecuencias conocidas, fue considerado por Juan Pablo II como fruto de la intervención de la Madre de Dios.
 
El Papa Francisco y Fátima
 
El pontificado de Francisco –un papa muy mariano también- parece estar igualmente situado bajo el signo de Fátima: el Papa, que fue elegido un 13 de marzo, expresó inmediatamente su deseo de consagrar su pontificado a la Virgen del gran santuario portugués. El cardenal patriarca de Lisboa lo realizó el 13 de mayo de 2013, fecha del aniversario de la primera aparición del 1917.
 
Esta tercera consagración del mundo al corazón de María, que se sitúa en el inicio del nuevo pontificado, confirma esta impresión.
 
¿Un gesto providencial?
 
La consagración del 13 de octubre de 2013 se produce en el contexto muy preocupante de la crisis siria, tras la que se esconde –no lo olvidemos- la suerte dramática de la minoría cristiana de este país.
 
Esta crisis que ha puesto a la humanidad al borde del abismo no debe hacer olvidar los demás males que sufre la humanidad: la pobreza y la precariedad, que no afectan sólo a los países “pobres”, la crisis de valores en los países llamados desarrollados,…
 
Más que nunca la humanidad parece necesitar la intercesión de María, madre y mediadora, una intercesión que podría pasar por este gesto del 265º sucesor de Pedro.