Queridos amigos:
¿Hay algo más opuesto que una serpiente y una paloma? Y sin embargo, se nos pide tener algo de ambas. Bonita mañana de Palestina en que Jesús propuso esta tarea. ¿Cómo será posible?
La paloma: el animal de los parques de nuestra infancia, al que dar de comer en la boca, al que hacer un palomar en el pueblo; el que, con su rama de olivo en la mano, anuncia la paz... La serpiente, por el contrario, animal temido, sibilino, escurridizo, que aparece sin avisar, representante de la seducción... ¿Se puede ser, a la vez, sagaz y sencillo? ¿Será quizá una manera de mostrarse ante las dificultades que huya tanto del temor como de la falsedad?
Se me ocurre que Jesús, en aquella mañana soleada de Palestina, ante la mirada de los suyos, mezcla de interés y de asombro, pudo continuar diciendo:
“Sed ágiles como los corredores/as, para arriesgar y avanzar sin estar dando vueltas eternamente a lo mismo; pero de los que saben esperar a los que van más lentos, como los peregrinos”.
“Sed objetivos con la realidad como los científicos, para descubrir la verdad de las cosas; pero parciales como los ideólogos para posicionaros al lado del más débil, de lo más justo, de lo que merece la pena”.
“Sed firmes como los soldados, para tener criterio y no confundir a los demás; pero flexibles como los gimnastas, para adaptarse a cada persona, a cada circunstancia y poder perdonar y dar una nueva oportunidad”.
“Sed exigentes para que no os den gato por liebre... pero lo suficientemente ingenuos para seguir confiando, esperando, amando... a pesar de todo”.
Y cuando, como nosotros hoy, sus amigos le preguntaran: “¿Cómo será posible?”, Él, con esa mezcla de sagacidad y sencillez que le caracterizaba, diría: “El Espíritu os irá guiando hasta la verdad plena”.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez, cmf
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