Imprescindible reflexión sobre la persecución y Occidente
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Miles de cristianos han tenido que dejar sus casas
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Ronald S. Lauder / The New York Times
El silencio de Occidente ante la persecución de los cristianos y las masacres en Irak ha sido casi total hasta que únicamente la barbarie mostrada en imágenes por parte del Estado Islámico ha hecho tomar conciencia ante una situación insostenible y que de no intervenir rápido puede tener consecuencias históricas. Sobre este asunto se refiere en un artículo una personalidad muy relevante, Ronald S. Lauder, presidente del Consejo Judío Mundial, que habla sobre quién será el que salga en defensa de los cristianos.
Por su interés les mostramos el artículo íntegro que ha publicado en The New York Times:
“¿Quién se alzará en defensa de los cristianos?”
«¿Por qué el mundo calla mientras los cristianos son exterminados en Oriente Medio y en África? Hemos visto demostraciones en Europa y en los Estados Unidos sobre las trágicas muertes de palestinos usados como escudos humanos por Hamas, la organización terrorista que controla Gaza. Las Naciones Unidas han llevado a cabo investigaciones y han centrado su rabia en Israel por defenderse contra la misma organización terrorista. Pero la bárbara masacre de miles y miles de cristianos es contemplada con indiferencia.
Oriente Medio y parte de África central están perdiendo la totalidad de sus comunidades cristianas, comunidades que han vivido en paz durante siglos. El grupo terrorista Boko Haram ha secuestrado y asesinado a cientos de cristianos este año, arrasando hace unos quince días la ciudad de Gwoza, predominantemente cristiana, situada en el estado de Borno, en el noreste de Nigeria. Medio millón de árabes cristianos han sido expulsados de Siria durante la guerra civil que dura ya desde hace más de tres años. Los cristianos son perseguidos y asesinados en países desde Líbano a Sudán.
Los historiadores recordarán este periodo y se preguntarán si las personas habían perdido su norte. Algunos reporteros han viajado a Iraq para ser testigos de la ola de terror de tipo nazi que está asolando el país. Las Naciones Unidas se han mantenido en silencio la mayor parte del tiempo. Los líderes mundiales parecen estar obsesionados con otros asuntos en este extraño verano de 2014. No hay flotillas viajando a Siria o Iraq. ¿Por qué la masacre de cristianos no activa las antenas sociales de las bellas celebridades y las avejentadas estrellas del rock?
Debe elogiarse al presidente Obama por ordenar ataques aéreos para salvar a miles de Yazidíes, que siguen una antigua religión y han quedado desamparados en un montaña en el norte de Iraq, asediada por los militantes musulmanes suníes. Pero desgraciadamente los ataques aéreos no bastan para detener esta monstruosa ola de terrorismo.
El Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS sus siglas en inglés, N.d.T.) no es una coalición vaga de grupos yihadistas, sino una fuerza militar real que ha conseguido ocupar la mayor parte de Iraq uniendo un modelo empresarial de éxito con su brutal y mortal punta de laza. La utilización del dinero de los bancos y las tiendas de oro atracadas y el control de los recursos petrolíferos, junto a la vieja extorsión, financian su maquina de matar, lo que hace que sea tal vez el grupo terrorista islámico más rico del mundo. Pero donde realmente destaca es en sus carnicerías, similares a las orgías de muerte de la Edad Media. Sus objetivos son, sin ningún tipo de compasión, los chiítas, los kurdos y los cristianos.
“Decapitan a los niños y clavan sus cabezas en estacas” ha dicho a la CNN un hombre de negocios estadounidense de origen caldeo llamado Mark Arabo, describiendo una escena en un parque de Mosul. “Muchos niños son decapitados, las madres son violadas y asesinadas y los padres ahorcados”.
Hace unos días, 200.000 arameos abandonaron su ancestral tierra natal cerca de Nínive, habiendo ya huido de Mosul.
La indiferencia general hacia el ISIS, con sus ejecuciones de masas de cristianos, y su preocupación mortal por Israel no sólo es algo que está mal: es obsceno.
En un discurso ante miles de cristianos en Budapest, en junio, hice la promesa solemne que del mismo modo que no estaría callado ante la creciente amenaza del antisemitismo en Europa y en Oriente Medio, no permanecería indiferente ante el sufrimiento cristiano. Históricamente, ha sido casi siempre al revés: los judíos han sido demasiado a menudo la minoría perseguida. Pero Israel ha sido uno de los primeros países en ayudar a los cristianos de Sudán del Sur. Los cristianos pueden practicar abiertamente su religión en Israel, a diferencia de la mayoría de países de Oriente Medio.
Este vínculo entre judíos y cristianos tiene pleno sentido. Compartimos más que la mayoría de las religiones. Leemos la misma Biblia y compartimos el mismo código moral y ético. Pero ahora, tristemente, compartimos el mismo tipo de sufrimiento: los cristianos están muriendo a causa de su fe porque están indefensos y el mundo es indiferente a su sufrimiento.
Las buenas personas deben unirse y detener esta repugnante ola de violencia. No podemos hacer como si estuviéramos indefensos. Escribo esto como ciudadano de la potencia militar más fuerte del mundo. Escrito esto como un líder judío que se preocupa de sus hermanos y hermanas cristianos.
El pueblo judío sabe demasiado bien lo que sucede si el mundo calla. Esta campaña de muerte debe detenerse.»
(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)
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