Presenciaron al día siguiente la
aparición de María a una de las videntes,
Mirjana, cuyo mensaje de la
‘Gospa’ (como llaman allí a la Madre) fue leído después en italiano y croata. Pero su
periplo, que
conocí inicialmente por un ‘wasasp’, tiene al menos otras dos secuencias reseñables: mirar al
sol “formando una especie de
arcoiris inexplicable” y haber conocido a dos sujetos,
P. y N.
Ya he explicado que todo lo que cuento me lo han trasmitido a través de la hermosa carta -muy bien escrita- que me han enviado los protagonistas. Por eso sé que el mismo día que acudieron a la Colina de la Apariciones, decidieron confesarse. Entresaco algunas frases:“Debido a la afluencia de gente, los sacerdotes se distribuían, aparte de en confesionariossituados en los laterales de la iglesia, en bancos o en sillas de plástico”. Otra: “Lo mejor, había colas interminables”. Y la última: “Paz intensa, mayúscula”.
Sólo habían pasado algo más de una jornada en Medjugorje, eso sí, intensa. De ese modo llegan al domingo, su último día en el santuario bosnio. Ellos lo cuentan mejor: “El domingo por la mañana, decidimos ir al monte Krizevac (o Cross Mountain). Lo llaman así por su gran cruz en la cima, que es visible a varios kilómetros a la redonda. La costumbre entre los peregrinos es rezar el Vía Crucis durante la subida, del mismo modo que rezar el rosario en la Colina de las Apariciones. Hay gente que asciende descalza por sacrificio”.
A continuación detallan “la historia del movimiento del sol”, como quien tiene que pasar por ello, ya me entienden. Sucede mientras realizan su Vía Crucis: “Hacía mucho calor y alguien de los presentes, de Almería, se dio cuenta. Cuál fue nuestra sorpresa de todos al ver que alrededor del sol se había formado una especie de arcoiris inexplicable. A su vez, la propia esfera solar parecía bailar. Si uno se fijaba mucho -y la calidad de sus gafas de sol se lo permitía, pues no era nada fácil dado que uno podía sentir que se quedaba ciego en el intento-, su brillo aumentaba y disminuía de tamaño. El sol se asemejaba a la Hostia Sagrada, envuelta en un resplandor que le confería mayor dignidad. Todos los presentes comenzamos a hacer fotos sin parar”. Y ellos también, claro.
La conversación con los almerienses durante la ascensión al monte de la gran cruz, elKrizevac, se prolonga. Deciden entonces cambiar impresiones con uno de ellos, unsacerdote, por aquello de que inspira más confianza que un cualquiera para hablar delmisterio. Le trasladan su perplejidad, pero su respuesta, “sencilla, natural”, fue: “Aquí pasan cosillas de estas de vez en cuando”.
“Al mirar la preciosa imagen de la Virgen de Medjugorje, todo lo que había alrededor se difuminaba y solo tenías ojos para ella”
Ese sacerdote tan ‘acostumbrado’ a esas ‘cosillas’,
don A., es quien les introduce en la siguiente
historia, la última que le voy a contar.
Don A. les presenta a los peregrinos españoles que acompaña en su viaje a
Medjugorje. Este es su relato:
“Había entre ellos familias -una había venido en furgoneta desde España con seis de sus doce hijos-, parejas de novios -una muy amable, a pesar de que él había perdido la pierna en un accidente-, la mayoría creyentes, aunque también agnósticos. En fin, es ahí, en ese marco, donde escuchamos hablar por primera vez delCastillo de Nancy y Patrick”. Ese
‘castillo’, les resumo, condensa una de tantas
conversionespor mediación de la Virgen. A la pareja
F. y R. le conmueve conocer tan de
primera mano los detalles que condujeron
al matrimonio de N. y P. a dar un giro total a sus vidas. Lo entiendo. El libro
‘Escritores conversos’, de
Joseph Pearce, cuenta muchas historias de ese tipo, pero inscritas ‘sólo’ en un ámbito concreto, escritores e intelectuales, un espacio concreto, el
Reino Unido, y un tiempo concreto, la primera mitad del siglo pasado. Por eso se acompaña el título con una breve frase:
“la inspiración espiritual en una época de incredulidad”.
La historia de N. y P., y su encuentro posterior con F. y R., es la siguiente: “La vida de Nancy y Patrick cambio por el impacto de Medjugorje. Antes de su matrimonio con Nancy,Patrick era un empresario canadiense de éxito, millonario: había ganado muchísimo dinero, pero a costa de una vida personal horrible: matrimonios rotos, nula dedicación como padre y, por eso mismo, con cuatro hijos en derroteros varios de perdición. Uno de los mensajes de la Virgen en Medjugorje fue esculpiendo poco a poco su alma: ‘Yo te llamo a la conversión. Es tu última oportunidad’. Nancy y él empezaron a rezar el rosariodiariamente y a interesarse por ese santuario perdido en los Balcanes.
Lo uno fue llevando a lo otro hasta que decidieron establecerse en Medjugorje y dar un giro radical a sus vidas dedicándose ‘al servicio de la 'Gospa', como ellos dicen. Dejaron atrás todo lo andado y ahora tienen un albergue en forma de castillo en el que acogen a los peregrinos que acuden a Medjugorje. Ofrecen también una habitación especial para recién casados y dan de comer a familias enteras o a cualquiera que se acerque por su ‘castillo’. Nosotros accedimos encantados a conocerlos, aunque ya teníamos resuelto el alojamiento. Fue una experiencia difícil de olvidar. Nancy y Patrick desprendían una dulzura y una alegría impresionantes. No pudieron dedicarnos mucho tiempo, pero su hospitalidadfue inmensa. Nos felicitaron por nuestra boda y nos insistieron en que, por favor, nos sintiéramos como en casa. Fue un regalo del Cielo”.
Si lo han observado, he utilizado en todo momento las siglas
N. y P., pero las siglas no les importan a
Nancy y Patrick. De hecho, la
misiva acaba con esta frase:
“Te dejo un link para que conozcas con mayor profundidad su historia. Está en
Rosas para la Gospa”.
Bien, creo que he contado lo esencial, aunque he necesitados dos tomas. Hay unas frases, sin embargo, que he dejado conscientemente para el final, aunque aparecían al principio de la carta: “Medjugorje es como un retiro espiritual, en una paraje precioso, en el que hablas mucho con todos, aunque especialmente con el Señor -sin tapujos, sabiéndote un hijo amado-. Pero hay una diferencia importante en ese retiro espiritual poco convencional: que es en ‘Tierra de María’. La fuerza de su mirada maternal para llegar a su Hijo es inmensa. Contemplar cualquiera de las imágenes de la Virgen de Medjugorje -está en todo los rincones del santuario y es preciosa- hace que todo lo que hay a tu alrededor se difumine y solo tengas ojos para ella”.
Mariano Tomás
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