15-01-2002
Jesús:
Es de mi Pueblo, hija mía, de quien quiero hablarte. Es de mi Pueblo.
Mira cómo tú me ves estos días cansado y abatido porque la Luz del mundo ha
venido estos días a ellos y ellos no la han recibido, no han querido reconocerme.
Y
así pasará el año, pero no sé si dejar que pase otra Navidad más para que vuelva a
sentir la gélida heladez de sus labios, la putrefacción de sus manos, el hedor de su
boca al dirigirse a Mí, Rey de Reyes, Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios
Verdadero.
No sé si dejar pasar otra Navidad más, porque me he vuelto insistente
como el amigo pesado que llama y llama a la puerta para que le abran y no obtiene
respuesta. Llama a todas horas, y su siervo no viene a abrirle. Me he cansado de
golpear vuestra puerta. No hay nada que hacer con vosotros. No hay mucho más
que hacer.
Los justos se convertirán, pero los tibios se volverán cada vez y cada vez menos
fervorosos hasta olvidarse completamente de Mí, el que ha creado todo.
Parece lo contrario de las Promesas. Pero utilizasteis la Devoción al Corazón de
Jesús al revés de lo prometido. Y todo depende de vuestro uso, el uso que le deis, y
la libertad.
Por eso Yo ahora os digo: recibid la retribución a vuestras obras, siervos haraganes,
que despilfarrasteis el salario de vuestro Señor. Recibid la retribución en justicia a
vuestras obras.
Y venid aquí, siervos fieles, para reinar Conmigo, para siempre, a mi derecha, para
recibir el justo pago a vuestro salario de vida, salario de amor. Venid aquí tibios, a purificaros hasta haceros fervorosos y poder volar Conmigo al
Cielo.
Venid en definitiva, ¡oh humanidad toda! Yo llego para juzgar-salvar. Yo llego, en
mi Gloria y Majestad, rasgando las nubes del Cielo, acompañado de los Ángeles y
Santos.405 Llego a regir la tierra.
¡Oh, hija mía!, avísales que no pueden dejar de convertirse ante mi inminente
Venida. Avísales que ya vengo, con mi Gloria y Majestad, rasgando las nubes del
Cielo. Amén.
405 Cfr. Mt 24,30; Hch 1,11; Ap 1,7; 19,11-16.
23-01-2002
Jesús:
Es tremendo el mal en el mundo, el alejamiento de su Dios, de su Verdadero Dios y
la contaminación de sus aguas, en donde van a beber estiércol. Es tremenda, es muy
grande la abominación de la desolación en vuestro mundo. El pecado os invade. Es
como esa plaga de piojos que no podéis libraros de ella. Es como esas fiebres
víricas y esos catarros crónicos. Es como esas enfermedades de propagación sexual.
Es como esas epidemias que se extienden por todo el mundo.
Y estad preparados
porque más han de venir.
Sed fuertes, sed sobrios y vigilad. El enemigo os ronda como león rugiente.406 Sed
sobrios y vigilad. Trabajad, trabajad con denuedo. El tiempo llega ya, los sirvientes
de la casa no pueden estar ociosos sin hacer nada. Si no prepararon la casa para la
llegada del novio por ser sirvientes haraganes,407 que sepan que ahora les toca
correr el doble o el triple que lo hubieran tenido que hacer si lo hubieran hecho a
tiempo.
Les toca correr el doble o triplemente, según sea su holgazanería. Porque la
casa debe estar preparada para la salvación, la entrada triunfal del Novio, y la novia
aseada y limpia de vergüenzas.
¿Comprendéis?, ¿veis el símil? El Novio es Jesucristo, la novia la Iglesia,408 esposa
cual María, arreglada y preparada para mi Venida, esperándola por los siglos.
Llegada la hora, ¿dormida sesteando?, ¡no!, ¡no!, ¡activa!, ¡hermosa!,
¡deslumbrante!, ¡limpia y preparada para el encuentro conmigo! -porque he dicho
Yo que ya vengo– y vosotros, siervos inútiles409, sois tornados a ser útiles por mi
amor, pasados de la categoría de siervos a la categoría de reyes consortes de mi
Trono, compañeros leales del Rey de Reyes, el Dios de Dios.
¡Venid! Venidos
aquí, a mi derecha, me ayudaréis, reinaréis Conmigo por siempre, por toda la eternidad; y mi casa, de ruinas será reparada en Templo, en verdadero Templo del
Dios Vivo, del Dios Verdadero.
Los siervos haraganes no serán invitados al convite. Serán echados fuera, donde
llegarán al llanto y rechinar de dientes410, donde serán preguntados por mi Juicio y
condenados a la muerte, a la retribución exacta por sus obras de olvido y de muerte.
Es así. Meditad, meditadlo porque es así. Las Bodas son la unión divina con el
Verbo, con Dios, casarse hasta lo más íntimo con el mismo Dios, la felicidad y el
colmar eterno, la dicha infinita. El martirio por mi amor es el puesto de
predilección dentro de mi Corazón de Esposo, Corazón de Dios. Es la unción
infinita con el Verbo del Amor. Es la dicha sin fin, que no tiene parangón aquí en la
tierra para poder compararla con nada.
410 Cfr. Mt 25,24ss.
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