22-03-2018
Jesús:
Qué dulcemente se pasa la vida con Jesús el Amado, Jesús el Ungido.
Yo ahora iba con ilusión, esperanza y anhelo a mi Pasión. A entregar la vida por todos. [1] Anhelaba esta Hora pues para eso había nacido. Entré a Jerusalem jubiloso como todos ellos, los que me aclamaban. Porque con esa entrada ya venía para ellos la Salvación, aunque sabía que era para mi Pasión Dolorosa.
Lo mismo hoy, con todos vosotros que os recojo como primicia, entro en Jerusalem Jubiloso. Y recojo para que venga junto conmigo todas vuestras Pasiones y Sufrimientos. Y alegraos Conmigo por eso, pues os llenará el gozo de la Resurrección.
Di que tú no me ves triste ni aun en mi Pasión. Y es porque contigo inauguro una época de sufrimiento gozoso. Es tan grande el Amor y tanta la Alegría de salvar almas, que no os será permitido penar ni aun en los mayores tormentos. Es tanta la Dulzura de estar unido a Mí, que os inundará el gozo al poder sufrir aun un poco más.
¡No quiero pesimismo en ninguno de vosotros! Nada de: “El mundo está muy mal”. O “España está fatal”. “El Papa va a la deriva, equivocándose”. O “¡Que venga ya el Reino de Dios!”
Hijos míos, sin vuestra conversión es imposible que el Reino de Dios venga. Y si vosotros que estáis convertidos no hacéis que otros se conviertan, más imposible aún.
No estéis esperando que el Reino de Dios venga del Cielo sin mover vosotros un dedo, sólo para quejaros y para encerraros en vuestras mazmorras interiores, que más que un castillo, parecen una cárcel.
¿De qué os tenéis que proteger? El enemigo no puede haceros ningún daño si vais Conmigo y de la mano de mi Madre. ¡Yo os lo he dicho! ¿Por qué no me creéis?
Hijos míos, todos a los que Yo he suscitado antes y con múltiples dones de todo tipo y Providencia en tu vida hasta el extremo, no es para coger esos dones, atesorarlos custodiándolos para vosotros solos y desentenderos del resto, de la sociedad, de vuestros hermanos que lo necesitan. Esos dones se pudren. Terminan por pudrirse y os dificultan la salvación de incluso vosotros mismos.
Es la economía de la salvación, ésta que utilizo. Dios actúa así, ¿no lo sabéis? Lo da a unos pocos para beneficio de muchos.
No estáis haciéndome caso. Y la ira de Dios, cuando Yo venga para reinar, sobre los primeros que recaerá será sobre vosotros, avariciosos ricos que atesorasteis los Tesoros de la salvación para vosotros y vuestra casa. Perezca primero vosotros y vuestra casa, antes de que mande el Castigo a todos. Porque los responsables de la condenación de sus hermanos tienen más Castigo que los que no recibieron la salvación porque estos no se la llevaron.
Mira: mi Templo está vacío[2]. No hay ni un alma que venga a adorarme. Así ocurrirán las profanaciones y seré retirado de los Sagrarios.
No echéis la culpa al profanador, sino a vosotros, que me dejasteis solo e indefenso. Así él se creció y cometió el asesinato. Asesinato de Dios. Para posterior resucitar. Pues a Dios no lo puede matar nadie.
Si en las iglesias siempre hubiera una persona rezando no ocurriría la abominación de la desolación.
Echaos las culpas a vosotros, cristianos, personas que recibisteis tanto, pues no os queda tiempo en el día ni para venir a Adorarme ni para venir a visitarme, ni para venir a mi Sacrificio Perpetuo, comulgando con Él.
Me rasgo las vestiduras contemplando todo lo que habláis por esas bocas en contra de vuestros propios ministros del sacerdocio, cuando vosotros sois incapaces de dedicar ni tan siquiera media hora al día para venir a mi Templo. ¡Hipócritas! ¡Sepulcros blanqueados!
¡¡No quiero ni una sola queja más de tus labios, hijo, hasta que no te vea a diario en mi Templo!! Entonces sí podrás opinar del abandono de los Sagrarios.
Si no, el primero que les abandona eres tú. Y sobre ti caerá toda la rabia que repartes para afuera.
Es fácil mirar el error en el otro. Difícil mirarlo en el propio.
[1] Este domingo es el Domingo de Ramos.
[2] Sólo estábamos Él y yo en la iglesia.
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