1 de Diciembre de 1976
VERDAD FUNDAMENTAL
Hijo mío, soy Yo, Jesús, escribe y no temas:
Ayer te he dicho que todo sacerdote debe ser una víctima que se ofrece a sí mismo Conmigo al Padre, por la remisión de los
pecados y por la liberación de las almas de la tiranía del Maligno, ahora bien. ¿Crees tú que esta verdad fundamental es inculcada
en los seminarios?
¿Crees tú que los Pastores de almas se cercioren, vigilen que los aspirantes al sacerdocio sean iluminados, iniciados y
sensibilizados sobre la responsabilidad, más que humana, divina de ser ellos el día de mañana sacerdotes, ministros Míos y
administradores de los frutos de Mi Sangre y de Mi Pasión?
No, hijo mío, no se puede nunca dar o comunicar a otros lo que no se tiene. La orientación y la formación dada a los aspirantes al
Sacerdocio de ninguna manera es la exigida por Mí; es más, hasta es opuesta. Si los Pastores y los educadores no son ellos mismos
almas víctimas, no podrán formar almas generosas y santas, la razón te la he adelantado.
Dinamismo febril = herejía de la acción
Pregunto.- Pero Jesús mío, ¡hay Pastores y sacerdotes celosísimos y no son pocos!
Respuesta.
- No, hijo mío: te confirmo que hay Pastores y sacerdotes santos, pero te reafirmo también que ¡son poquísimos!
Hay Pastores y sacerdotes animados por un dinamismo febril, están contagiados por la herejía de la acción; Yo no juzgo por las
apariencias, sino que juzgo una realidad objetiva sólo conocida por Mí.
Las almas víctimas aman esconderse, aman entretenerse Conmigo en una oración ininterrumpida, las almas víctimas se distinguen
muy bien de las demás que no lo son.
Hoy, hijo mío, en los Seminarios, en las Congregaciones religiosas, poco ha quedado de
positivo; han abolido los viejos ordenamientos y los han sustituido con nuevos, casi todos inspirados en principios errados, no
conformes a mi querer, a Mi Evangelio.
Libertad ¡no quiere decir licencia ni anarquía!
Hijo, trataré de hacerte comprender mejor; se ha confundido el concepto de libertad con el concepto de anarquía... ¿Qué cosa es la
libertad para muchos educadores, para muchos sacerdotes y para muchos Pastores?
La libertad la han cambiado y la han
confundido con la licencia; por aquí ha entrado la relajación en los Seminarios, por lo que, los aspirantes al sacerdocio nada, o
casi, tienen de diferente de tantos otros jóvenes, más o menos materialistas, que nada niegan a la voluptuosidad de los sentidos.
Ven películas pornográficas, violentas, de todos modos inmorales y todas impregnadas de materialismo, experiencias sexuales de
todo tipo...; es necesario conocer la vida, se dice, para poder estar en condiciones de hacer la propia opción.
La vida, se dice, es
movimiento y no hay vida sin movimiento y también la vida del hombre, criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, es
movimiento.
El hombre es libre para moverse hacia el bien, y también hacia el mal; pero sólo cuando se mueve hacia el bien realiza la finalidad
de su vida, de su vocación, de su razón de ser, porque para el bien ha sido creado; envilece en cambio su libertad y en
consecuencia su dignidad cuando el hombre se tuerce al mal.
¡Libertad no quiere decir licencia ni anarquía!
Esto hijo mío, según parece, no es comprendido por quien, en cambio debería enseñar éstas cosas.
Pavorosa perversión moral y espiritual
Desde el momento, hijo mío, en el que Dios pone Su semilla en el alma de aquel que ha sido escogido "ab aeterno", la semilla
debe ser guardada, protegida y defendida por quien la recibe y también por aquellos que por querer de la Providencia, tienen la
obligación de realizar su vocación asumiendo con fe y amor su deber de educadores.
Hijo, te reafirmo, y soy Yo, Jesús, quién te da esta ratificación, renuncio a decirte hasta qué punto de perversión moral y espiritual
se ha llegado en ciertos seminarios, verdaderos viveros de herejías y de corrupción; estoy forzado a sanear un terreno infectado y
pavorosamente contagiado de tantos males.
Has hecho bien, hijo mío, en desaconsejar ciertos seminarios y ciertos institutos religiosos a aquellos que se han dirigido a ti
porque también ellos, dudosos e inciertos, no sabían resolver el personal problema de su vocación religiosa.
Sólo por cobardía, por miedo, por respeto humano, por evitarse molestias no se ha proveído a sanear situaciones penosísimas por
parte de aquellos que tenían el deber de hacerlo sin preocuparse de nada.
Quien cree firmemente no liga su obrar a los juicios del mundo, sino sólo al juicio de Dios.
Te bendigo, hijo mío, ámame.
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