Queridos amigos:
Nos acaba de contar el evangelista San Juan una parábola puesta en boca de Jesús: la parábola del “pastor y el ladrón”. Luego nos ha dado una explicación de la parábola. Ahora en el texto de hoy nos cuenta otra parábola: “el pastor y el mercenario”. La figura central es la del pastor; la contrafigura del mercenario resalta precisamente la belleza y bondad del pastor por antonomasia, Jesús es el pastor, el bueno.
Se trata de imágenes familiares en el mundo de Jesús, y en el mundo de la Biblia en general. Como es habitual en las parábolas de Jesús parten de experiencias de la vida real y cotidiana. Las acciones, las actitudes y comportamientos humanos se convierten el espero y reflejo de la acción de Dios.
Jesús explica la parábola del pastor y el mercenario, y para ello vuelve a retomar también la anterior del pastor y el ladrón. A través de esas imágenes de la vida ganadera, Jesús quiere hablarnos de otra cosa.
La palabra de hoy destaca la novedad y originalidad de Jesús como pastor. Tiene una relación personal con sus seguidores. Conoce a cada uno; los discípulos conocen su voz, de otorgan una gran autoridad, le siguen. Existe una relación de conocimiento recíproco. Existe una relación personal entre Cristo y los cristianos.
El rasgo que supera más abiertamente la imagen es precisamente el de dar la vida por lo suyos. En esa actitud y más tarde hecho fundamental Jesús es un pastor del todo original y creativo. Da la vida por mí, por cada uno.
Después de hacer un esfuerzo por comprender lo que dice el texto, la pregunta siguiente es: ¿Qué me dice a mí? ¡Señor, ¿qué quieres que haga?!
Bonifacio Fernández,cmf
No hay comentarios:
Publicar un comentario