2 de Enero de 1977
BUSCAD Y ENCONTRARÉIS
Escribe, hijo,
Descubrir la verdad es mucho más que descubrir un grandísimo tesoro; el hombre en su necedad engendrada por la soberbia,
ignora todo esto, por eso no la busca con la indispensable humildad de espíritu y al no buscarla, no la puede encontrar.
Hay hombres que la buscan pero no lo hacen con el esencial espíritu de humildad, insustituible, sin el cual todo esfuerzo en
relación con ella se hace vano e inútil.
Hijo, una vez más te debo repetir que precisamente los mismos destinados por mí a ser la luz del mundo, la sal de la tierra, la
levadura que fermenta, se han oscurecido pavorosamente y llenado de tinieblas porque carecen de este espíritu de humildad, por lo
que no sólo no ven, sino que ni aún comprenden las verdades y realidades espirituales que con mucha claridad deberían ver, con
intensidad de fe y con ardiente amor y celo vivir, y transmitir a otros.
Me refiero a muchos Obispos y a muchísimos sacerdotes de
mi Iglesia.
Por esta culpable necedad y oscuridad ha venido a Mi Iglesia una crisis tremenda de fe y de moral, por la que se ha inundado de
errores y herejías, en tal número que no encuentra precedente en el pasado; pero lo que es más paradójico y absurdo es que están
buscando en el exterior las causas de esta crisis, naturalmente sin éxito. No ven el mal que les aflige y por el que están afectados;
si tuvieran conocimiento de lo que está oculto a sus ojos, naturalmente por su orgullo, quedarían pasmados al tener que constatar
que almas humildísimas, simples y escondidas que no han recibido los dones inherentes a la Sagrada Ordenación Episcopal o presbiteral, privadas por tanto de los dones recibidos por todos los Obispos y sacerdotes, ven con claridad las verdades reveladas o
intuyen su valor, y sufren por la destrucción que el orgullo y la ambiciones han obrado y obran en mi Cuerpo Místico.
Presunción y orgullo, raíces de la crisis de fe
Hijo, quiero ser más claro. ¿Creen o no creen no pocos Obispos y muchísimos sacerdotes, en la realidad de la lucha en acto por la
rebelión de Satanás y de sus legiones?
Creen naturalmente, pero no sobrenaturalmente, es decir, conocen lo que Biblia, Evangelio y tradición dicen al respecto, pero este
conocimiento está privado de su alma, esto es, de aquella luz que brota de la Sabiduría, don del Espíritu Santo, recibido en la
Ordenación, pero sofocada esa luz y destruida con la presunción y el orgullo.
He aquí por tanto confirmado lo que te he dicho: buscan fuera de sí mismos desviviéndose en mil modos, iniciativas, reuniones
inútiles e infecundas; Satanás les ha cortado las alas por lo que se agitan, pero no pueden emprender el vuelo hacia las conquistas
espirituales para las que fueron llamados, y para las que fueron honrados con gran dignidad e insuperable potencia.
¡Pobres desventurados! No ven, no comprenden, trompican en la oscuridad más espesa, inofensivos contra las reales, oscuras y
misteriosas potencias del mal, son la causa, si no la única, sí ciertamente la más grave de los muchos males de mi Cuerpo Místico.
Ríe, triunfa el enemigo, él, Satanás con sus legiones ha usado el arma más mortífera, su soberbia, de la cual ha contagiado al
mundo y en el mundo a la Iglesia.
Obispos y Sacerdotes que conocen naturalmente, mas confirmo que no sobrenaturalmente la Biblia, Evangelio y tradición, se han
convertido en seres nocivos para la Iglesia porque el veneno diabólico cubierto con el vestido de una pseudo humildad, produce su
efecto demoledor.
Hijo, ahora podrás comprender mejor la raíz de los muchos males que llevan a las almas a la perdición.
¿A quien imputar la hora ya cercana de la purificación?
Respondan los Obispos y muchísimos sacerdotes:
1) ¿Cómo creen en las palabras de la Biblia acerca de la gran batalla combatida entre los Angeles fieles y entre los demonios
rebeldes?
2) ¿Cómo creen en mi Mandato dado a los Apóstoles de ir por el mundo a llevar mi palabra de vida para curar a los enfermos y
arrojar los demonios?
3) ¿Cómo creen en las tremendas luchas combatidas por todos los Santos en el curso de los siglos?
4) ¿Cómo creen, no pocos Obispos y muchísimos sacerdotes, en los muchos males físicos y espirituales que afligen a la
humanidad y cómo se las explican a su grey?
5) ¿No saben que todo mal es una imperfección y por tanto como tal no puede ser de Dios?
Sólo y siempre, hijo mío, si es que creen y cuando creen, lo creen naturalmente y por ciencia humana, no por sabiduría divina y
por esto es por lo que no han sabido organizar la lucha contra el infierno que hoy es casi el amo indiscutible de la humanidad y de
mi Iglesia.
¡La hora de la purificación se acerca!
¿A quién se debe imputar?
Hijo, por esta noche basta.
Te bendigo y ámame.
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