9 de Mayo de 1977
SÍ, JESÚS MIO, YO CREO
Escribe, hijo mío:
— ¿Crees tú que Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, estoy realmente presente en estado de víctima aquí ante ti en el
tabernáculo?
— Sí, Jesús mío, yo lo creo firmemente.
— ¿Crees tú en el Misterio de Mi Encarnación. Pasión y Muerte, crees tú en Mi Resurrección y Ascensión al Cielo?
— Sí, yo lo creo.
— ¿Crees tú, hijo mío, que la Iglesia es misterio en el cual lo humano y lo divino se encuentran y se funden, como mi Divinidad y
mi Humanidad se encuentran y se funden en mi Persona divina?
— Cierto, Señor, yo lo creo y lo quiero creer.
— ¿Crees tú que la Iglesia, mi Cuerpo Místico, ha brotado de mi Corazón abierto?
— Sí, Jesús mío, lo creo.
— ¿Crees tú que la Iglesia querida por Mí es sacramento de salvación?
— Lo creo.
—¿Crees tú, hijo mío, que Yo, Jesús, estoy realmente presente en mi Iglesia, personalmente presente en el Sacramento
Eucarístico, con mi Palabra, Yo soy El Verbo de Dios, estoy presente también en mi Vicario?
— Sí que lo creo.
— Afortunado y bienaventurado hijo mío, que crees. Bienaventurado tú, hijo mío que la fe en ti vive y te hace ver lo que muchos
no ven; no viendo no aman, no amando están en la muerte, ¿Puede haber en el mundo desgracia mayor que ésta?
— No, Señor.
—¿Crees tú, hijo mío en la misión que el Padre mío celestial me ha confiado?
— Sí, lo creo.
La más desconcertante paradoja
— He venido al mundo para cumplir la voluntad de mi Padre celestial, y la Voluntad del Padre era que me ofreciera y me ofrezca
en holocausto para arrancar las almas a Satanás y a sus legiones infernales.
Pero, hijo mío, si Satanás con las hordas infernales no
existe, si Satanás es sólo un tabú inventado por la Iglesia, falsa es la misión confiada a Mí por el Padre, falso es también el
misterio de mi Encarnación, el de mi Pasión y muerte en cruz, no es realidad la Iglesia; invención es el misterio de la Resurrección
y Ascensión al Cielo, pura invención la Biblia, invenciones mis Evangelios, no verdadera la historicidad del fulcro de toda la
historia humana, es decir, el Misterio de la Redención, no verdaderas las enseñanzas de los Padres y de los Doctores de la Iglesia,
una falsificación la vida de los santos, un embuste el sacrificio sublime de los mártires, toda una colosal y gigantesca mentira en la
que han creído generaciones y pueblos de toda la tierra.
El acervo de la historia de la humanidad no sería más que un gran engaño hecho en daño de la misma humanidad. Esta es la tonta
y estúpida tentativa del más acérrimo enemigo de la humanidad, a la que, gracias al pecado original, ha logrado sumergir,
mortalmente herida, en la oscuridad más profunda.
Hijo mío, que Satanás, que es oscuridad, haya logrado engañar a pueblos y naciones es triste y doloroso, pero que Satanás haya
logrado infiltrar su veneno en muchos Obispos y ministros míos, esta es la más desconcertante paradoja que se pudiera verificar.
La purificación, hora de gran justicia pero también de infinita misericordia
¿Puede, hijo mío, tolerar más Mi Padre Celestial que me ama infinitamente y con igual amor ama a la humanidad, para cuya
salvación no ha dudado en enviarme a Mí, Su Hijo Unigénito, a morir en la cruz?
Hijo mío, ¿puede Mi Padre Celestial tolerar todavía por más tiempo el torpe connubio de pastores y ministros míos, de almas
consagradas, de comunidades religiosas con las potencias oscuras y malignas del infierno?
Han rechazado la luz verdadera que ha venido a este mundo para dejarse oprimir y sofocar por las sádicas fuerzas del mal.
Hijo mío, a ti se te ha concedido ver el abismo pavoroso en el que pueblos e Iglesia están por precipitarse. La Purificación, por lo
demás en acto, será hora de gran justicia, pero también de infinita misericordia puesto que abrirá a la humanidad horizontes, antes
de hoy desconocidos.
Te bendigo, hijo, ámame, reza y repara; ofrece tus sufrimientos a fin de que el tiempo sea abreviado.
Serán las almas víctimas con
sus sufrimientos quienes abreviarán los días oscuros de la purificación.
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