VATICANO, 27 May. 15 / 09:59 am (
ACI/EWTN Noticias).- Una
catequesis para que especialmente jóvenes y adolescentes comprendan la importancia del
noviazgo y su misión, es la que dirigió hoy el Papa Francisco desde la Plaza de San Pedro, al explicar que el noviazgo “es un recorrido de
vida que debe madurar como la fruta, es un camino de maduración en el amor, hasta el momento en el que se vuelve
matrimonio”, con
etapas que “
no deben ser quemadas” porque la maduración se hace paso a paso.
Con motivo de la Audiencia General, la Plaza de San Pedro se vio como todos los miércoles abarrotada de peregrinos provenientes de todo el mundo, entre ellos muchos jóvenes que escucharon atentos al Pontífice.
“El noviazgo tiene que ver con la confianza, la familiaridad, la confiabilidad”, dijo al iniciar la catequesis el Papa. Se trata de una “confianza con la vocación que Dios dona, porque el matrimonio es, antes que nada, el descubrimiento de una llamada de Dios”.
El Santo Padre afirmó que “ciertamente es algo bello que hoy los jóvenes puedan elegir casarse sobre la base de un amor recíproco”, pero “la libertad del vínculo requiere una armonía consciente de la decisión, no solo un simple entendimiento de la atracción o del sentimiento”.
En ese sentido, explicó que el noviazgo “es el tiempo en el cual los dos están llamados a realizar un trabajo bello sobre el amor, un trabajo partícipe y compartido, que va en profundidad”. Es algo donde “se descubre poco a poco el uno al otro: el hombre ‘aprende’ acerca de la mujer aprendiendo sobre esta mujer; la mujer ‘aprende’ acerca del hombre aprendiendo sobre este hombre”.
En este sentido, alertó de que “no subestimemos la importancia de este aprendizaje: es un compromiso bello, y el mismo amor lo solicita, porque no es solamente una felicidad despreocupada, una emoción encantada…”.
Recordando cómo Dios creó al hombre, aseguró que “no fue una decisión improvisada”, sino “un trabajo bello”, puesto que “el amor de Dios creó las condiciones concretas de una alianza irrevocable, sólida, destinada a durar”.
Por tanto, “la alianza de amor entre el hombre y la mujer, alianza para la vida, no se improvisa, no se hace de un día para otro: No existe el matrimonio exprés: se necesita trabajar sobre el amor, se necesita caminar”. Por ello, esta alianza, “se aprende y se afina”.
Para el Papa se trata de una “alianza artesanal” porque “hacer de dos una sola vida, es también casi un milagro, un milagro de la libertad y del corazón, confiado a la fe”.
“Debemos trabajar más sobre este punto porque nuestras 'coordenadas sentimentales' están un poco confusas”, dijo.
Un problema lo tiene “quien pretende querer todo y rápido y después cede también a su todo –y rápido– ante la primera dificultad o la primera ocasión”. “No hay esperanza para la confianza y la fidelidad de la donación de sí mismo si prevalece el hábito de consumir el amor como una especie de ‘suplemento alimenticio’ del bienestar psicofísico. ¡El amor no es esto!”.
Al contrario, “el noviazgo 'pone en el fuego' (se centra) en la voluntad de cuidar juntos algo que nunca deberá ser comprado o vendido, traicionado o abandonado, por más tentadora que pueda ser la propuesta”.
No hay que olvidar que Dios, “cuando habla de la alianza con su pueblo, lo hace algunas veces en términos de noviazgo”.
En ese sentido, invitó a los jóvenes a leer la obra del escritor italiano Alessandro Manzoni, ''Los novios''. “Es necesario que los jóvenes lo conozcan, que lo lean; es una obra maestra donde se recoge la historia de los novios que sufren con rapidez mucho dolor, han recorrido muchas dificultades hasta llegar al final, al matrimonio”, señaló.
“No dejen de lado esta obra maestra sobre el noviazgo que la literatura italiana les ofrece a ustedes. Vayan adelante, léanlo y verán la belleza, el sufrimiento, pero también la fidelidad de los novios”, reiteró el Papa.
Francisco también recordó que la
Iglesia tiene la misión de cuidar “la distinción entre el ser novios y el ser esposos, sobre todo en vista de la delicadeza y profundidad de esta evaluación”. Asimismo pidió estar atentos para “no despreciar con un corazón ligero esta enseñanza sabia, que se
nutre también de la experiencia del amor conyugal felizmente vivido. Los símbolos fuertes del cuerpo conservan las claves del alma: no podemos tratar los vínculos de la carne con ligereza, sin abrir alguna herida duradera en el espíritu”.
El Pontífice advirtió que “la cultura y la sociedad de hoy se han vuelto, más bien, indiferentes a la delicadeza y a la seriedad de este paso”. “No se puede decir que sean generosos con los jóvenes que tienen serias intenciones de formar una
familia y de traer al mundo hijos. Es más, a menudo ponen mil obstáculos, mentales y prácticos”, señaló.
Por ello destacó la necesidad de cursos prematrimoniales dictados por la Iglesia y que son “expresión especial de la preparación”. “Nosotros vemos tantas parejas, que quizá llegan al curso un poco ‘sin quererlo’, pero después están contentos y lo agradecen, porque de hecho han encontrado allí la ocasión –¡A menudo la única!– para reflexionar sobre su experiencia en términos no banales”.
“Sí, muchas parejas están juntas desde hace mucho tiempo, quizá también en la intimidad, a veces conviviendo, pero no se conocen verdaderamente. Parece extraño, pero la experiencia demuestra que es así. Por eso, se revaloriza elnoviazgo como tiempo de conocimiento recíproco y de un proyecto en común”.
Y es que “el camino de preparación al matrimonio viene configurado en esta perspectiva, valiéndose también del testimonio simple pero intenso de cónyuges cristianos. Y dirigiéndose también aquí a lo esencial: la
Biblia, de redescubrir juntos, de manera consciente la oración en su dimensión litúrgica, pero también en aquella ‘doméstica’, de vivir en familia, los
sacramentos, la vida sacramental, la Confesión en la que el Señor viene a vivir en los novios y les prepara para acogerse realmente el uno al otro 'con la gracia de Cristo'; y la fraternidad con los pobres, con los necesitados, que nos llaman a la sobriedad y a compartir”.
Los novios que actúan así “crecen, y todo esto lleva a preparar una preciosa celebración del matrimonio de manera distinta, ¡No de manera mundana sino cristiana!”.
El Papa, antes de terminar, invitó a las parejas a decirse el uno al otro “te haré mi esposa, te haré mi esposo” y “esperar ese momento” que “es un recorrido que va hacia adelante lentamente, pero es un recorrido de maduración. Las etapas del camino no deben ser quemadas. La maduración se hace así, paso a paso”.
“El tiempo del noviazgo puede convertirse de verdad en un tiempo de iniciación a la sorpresa de los dones espirituales con los cuales el Señor, a través de la Iglesia, enriquece el horizonte de la nueva familia que se dispone a vivir en su bendición”, dijo antes de pedir orar a la
Sagrada Familia de Nazaret y a la Virgen por los novios.
Luego, al saludar a los peregrinos de lengua italiana envió “un pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y a los esposos recién casados”.
“Ayer celebramos la memoria de San Felipe Neri, de quien celebramos el quinto centenario de su nacimiento. Que su atención por el oratorio les estimule a ustedes, queridos jóvenes, a testimoniar con alegría la fe en su vida; que su abandono en Cristo Salvador les sostenga, queridos enfermos, en los momentos de mayor desconsuelo; y que su apostolado en las periferias les invite, queridos recién casados, a sostener a los más débiles y necesitados de sus familias”.
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