CAPÍTULO
30: CÓMO SE HA DE PEDIR EL FAVOR DIVINO, Y DE LA CONFIANZA DE RECOBRAR LA
GRACIA.
Jesucristo:
1. Hijo, yo soy el Señor, que conforta en el día de la
tribulación. Ven a Mí, cuando no te hallares bien. Lo que más impide la
consolación celestial, es que muy tarde vuelves a la oración. Porque antes de
orar con atención, buscas muchas consolaciones, y te recreas en lo exterior. De
aquí viene que todo te aprovecha poco, hasta que conozcas que yo soy el que
libro a los que esperan en Mí; y fuera de Mí no hay auxilio eficaz, consejo
provechoso, ni remedio durable. Mas recobrado el aliento después de la
tempestad, esfuérzate a la luz de mis misericordias; porque cerca estoy (dice
el Señor) para reparar todo lo perdido, no sólo cumplida, sino abundante y
colmadamente.
2. ¿Por ventura hay cosa difícil para
Mí? ¿O seré yo como el que dice y no hace? ¿Dónde está tu fe? Ten firmeza y
perseverancia. Sé varón fuerte y magnánimo, y a su tiempo te llegará el
consuelo. Espérame, espera; Yo vendré y te curaré. Tentación es la que te
atormenta, y vano temor el que te espanta. ¿Qué aprovecha el cuidado de lo que
está por venir, sino para tener tristeza sobre tristeza? Bástale a cada día su
molestia. Vana cosa es y sin provecho entristecerse o alegrarse de lo venidero,
que quizás nunca acaecerá.
3. Pero es propio de la humana
flaqueza engañarse con tales imaginaciones; y también es señal de poco ánimo
dejarse burlar tan ligeramente del enemigo. Pues el que no cuida que sea
verdadero o falso aquello con que nos burla o engaña; o si derribará con el
amor de lo presente, o con el temor de lo futuro. No se turbe, pues, ni tema tu
corazón. Cree en Mí, y ten confianza en mi misericordia. Cuando piensas que
estás lejos de Mí, estoy más cerca de ti regularmente. Cuando piensas que está
todo casi perdido, entonces muchas veces está cerca la ganancia del merecer. No
está todo perdido cuando alguna cosa te sucede contraria. No debes juzgar como
sientes ahora, ni embarazarte ni acongojarte con cualquier contrariedad que te
venga, como si no hubiese esperanza de remedio.
4. No te tengas por desamparado del
todo, aunque te envíe a tiempos alguna tribulación, o te prive del consuelo
deseado; porque de este modo se llega al reino de los cielos. Y sin duda te
conviene más a ti, y a los demás siervos míos, ser ejercitados en adversidades,
que si todo os sucediese a vuestro gusto. Yo penetro los secretos; y sé que te
conviene mucho para tu bien, que algunas veces te deje desconsolado; para que
no te ensoberbezcas en los sucesos prósperos, ni quieras complacerte en ti
mismo por lo que no eres. Lo que yo te di, te lo puedo quitar, y volvértelo
cuando me agradare.
5. Cuando te lo diere, mío es: cuando
te lo quitare, no tomo cosa tuya, pues mía es cualquier dádiva buena y todo don
perfecto. Si te enviare pesadumbre, o alguna contrariedad, no te indignes, ni
desfallezca tu corazón. Presto puedo levantarte, y mudar toda pena en gozo.
Justo soy, y digno de ser alabado, cuando así me porto contigo.
6. Si bien lo entiendes y lo miras a
la luz de la verdad, nunca te debes entristecer, ni descaecer tanto por las
adversidades; sino antes holgarte más y darme gracias. Y tener por único gozo
el ver que afligiéndote con dolores, no te contemplo. Así como me amó el Padre,
Yo os amo, dije a mis amados discípulos, los cuales no envié a gozos
temporales, sino a grandes peleas; no a honras, sino a desprecios; no a ocio,
sino a trabajos; no al descanso, sino a recoger grandes frutos de paciencia.
Acuérdate, hijo mío, de estas palabras.
CAPÍTULO
31: DEL DESPRECIO DE TODAS LAS CRIATURAS PARA HALLAR AL CRIADOR.
El Alma:
1. Señor, necesaria me es aún mayor gracia, si tengo de
llegar adonde nadie ni criatura alguna me puedan embarazar. Porque mientras que
alguna cosa me detiene, no puedo volar a Ti libremente. Deseaba volar
libremente el que decía: ¿Quién me dará alas como de paloma, y volaré y
descansaré? ¿Qué cosa hay más quieta que la pura intención? Y ¿quién más libre
que el que nada desea en la tierra? Por eso conviene levantarse sobre todo lo
criado, y olvidarse totalmente de sí mismo, elevándose, y quedando suspenso
para ver que Tú, Criador de todo, no tienes semejanza con las criaturas. Y el
que no se desocupare de lo criado, no podrá libremente entender en lo divino.
Por esto, pues, se hallan pocos contemplativos, porque son raros los que saben
desasirse del todo de las criaturas y de lo perecedero.
2. Para eso es menester gran gracia,
que levante el alma y la suba sobre sí misma. Peso si no eleva al hombre
levantado en espíritu y libre de todo lo criado, y todo unido a Dios, de poca
estima es cuanto sabe y cuanto tiene. Mucho tiempo será niño y mundano el que
estima alguna cosa por grande, sino solo el único, inmenso y eterno bien. Y lo
que Dios no es, nada es, y por nada se debe contar. Hay gran diferencia entre
la sabiduría del varón iluminado y devoto, y la ciencia del letrado y del
estudioso clérigo. Mucho más noble es la doctrina que emana de la influencia
divina, que la que se alcanza con el trabajo por el ingenio humano.
3. Se hallan muchos que desean la
contemplación: pero no procuran ejercitar las cosas que para ella se requieren.
Es grande impedimento fijarse en las cosas exteriores y sensibles, y descuidar
la verdadera mortificación. No sé que es, ni qué espíritu nos lleva, ni qué
esperamos los que parece somos llamados espirituales, cuando tanto trabajo y
solicitud ponemos en las cosas transitorias y viles, y con dificultad y muy
tarde nos recogemos del todo a considerar nuestro interior.
4. ¡Oh dolor! Que al momento que nos
hemos recogido un poco, nos distraemos y no escudriñamos nuestras obras con
riguroso examen. Nos miramos dónde tenemos nuestras aflicciones, ni lloramos
cuán manchadas están todas nuestras cosas. Toda carne había corrompido su
camino, y por eso se siguió el gran diluvio. Porque nuestro afecto interior
estando corrompido, es necesario que la obra que de él dimana (señal de la
privación de la virtud interior) también se corrompa. Del corazón puro procede
el fruto de la buena vida.
5. Se examina cuanto hace alguno;
pero no indagamos de cuánta virtud proceden sus acciones. Se averigua si alguno
es valiente, rico, hermoso, hábil o buen escritor, buen cantor, buen artista;
pero poco se habla de cuán pobre sea de espíritu, cuán paciente y manso, cuán
devoto y recogido. La naturaleza mira las cosas exteriores del hombre; mas la
gracia se ocupa en las interiores. Aquella muchas veces se engaña, y ésta
espera en Dios para no engañarse.
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