Sábado 20 de Julio del 2013
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (12,37-42):
En aquellos días, los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran
seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una
multitud inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado.
Cocieron la masa que habían sacado de Egipto, haciendo hogazas de pan
ázimo, pues no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no
los dejaban detenerse; y tampoco se llevaron provisiones. La estancia de
los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. Cumplidos los
cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las
legiones del Señor. Noche en que veló el Señor para sacarlos de Egipto:
noche de vela para los israelitas por todas las generaciones.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 135,1.23-24.10-12.13-15
R/. Porque es eterna su misericordia
En nuestra humillación, se acordó de nosotros. R/.
Y nos libró de nuestros opresores. R/.
Él hirió a Egipto en sus primogénitos. R/.
Y sacó a Israel de aquel país. R/.
Con mano poderosa, con brazo extendido. R/.
Él dividió en dos partes el mar Rojo. R/.
Y condujo por en medio a Israel. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,14-21):
En aquel tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús.
Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron. Él los
curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que
dijo el profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi
predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a
las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La
caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta
implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Sábado 20 de Julio del 2013
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
Queridos amigos y amigas:
En la primera lectura recordamos hoy la salida de Egipto del pueblo de
Israel, el Paso de Dios, la Pascua, la liberación… Es un bonito momento
para contemplar cómo no hay liberación posible que no conjugue
adecuadamente la acción de Dios y la nuestra. Dios es quien lo hace,
nosotros no. Pero somos nosotros quien nos ponemos en acción o Dios no
hace nada… No nos suple, no nos sustituye, cuando se trata de nuestra
propia liberación. Buena parte del pueblo de Israel eligió quedarse en
Egipto. Nada nos dice que les ocurriera algo terrible o que vivieran
peor que los que optaron por fiarse y atravesar el mar Rojo. Simplemente
eligieron. Y Dios respetó ambas decisiones.
Jesús, en el evangelio de hoy también elige marcharse de los lugares
donde sabe que quieren acabar con él. No huye (la Cruz es la mejor
prueba) pero elige la vida, siempre. Y en esa elección sigue cuidando y
curando a cuantos se le acercan, sin violencia, sin aprovechar para
acusar a quienes van contra el… Es el Siervo. “No porfiará, no gritará,
no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo
vacilante no lo apagará…” Me recuerda aquella noche, aquella primera
Pascua en Egipto: “Noche en que veló el Señor para sacarlos de Egipto:
noche de vela para los israelitas por todas las generaciones.” Si bien
es cierto que en otros lugares rezamos lo inútil que es fatigarnos, pues
Dios actúa mientras nosotros dormimos, como crece el trigo en la noche,
no es menos verdad esta otra afirmación.
Hay momentos de tal intensidad en nuestra vida (no pasa todas las semanas!) que Dios vela, nosotros también debemos velar.
Nos necesita. Y cuando Dios vela, cura, sana, no quiebra, no grita, no apaga… Al contrario, renueva y enciende
,
porque está actuando. Nosotros no llevamos la iniciativa, pero se nos
pide, al menos, la vigilancia atenta de quien no sólo quiere que le
liberen, sino que quiere ser libre.
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
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