Miércoles 17 de Julio del 2013
Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (3,1-6.9-12):
En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró,
sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta
llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en
una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin
consumirse.
Moisés se dijo: «Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.»
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: «Moisés, Moisés.»
Respondió él: «Aquí estoy.»
Dijo Dios: «No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.»
Y añadió: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.»
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
El Señor le dijo: «El clamor de los israelitas ha llegado a mí, y he
visto cómo los tiranizan los egipcios. Y ahora marcha, te envío al
Faraón para que saques a mi pueblo, a los israelitas.»
Moisés replicó a Dios: «¿Quién soy yo para acudir al Faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?»
Respondió Dios: «Yo estoy contigo; y ésta es la señal de que yo te
envío: cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta
montaña.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 102,1-2.3-4.6-7
R/. El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-27):
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se
las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido
mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que
el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo
se lo quiera revelar.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Miércoles 17 de Julio del 2013
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
Queridos amigos y amigas:
La primera lectura nos regala hoy una de las escenas bíblicas más conocidas, más conmovedoras y de mayor hondura:
la vocación de Moisés junto a la zarza ardiendo. Algunos acentos:
-
Curiosidad, dinamismo, decisión: ¿quiénes seríamos
hoy sin esos momentos en los que nos hemos dejado llevar por un deseo
interior profundo, un impulso a conocer, a no dejar pasar lo que nos
llama la atención y nos interpela aunque no sepamos qué es? Esas
pequeñas zarzas ardiendo nuestras, donde Dios nos espera cada día… y esa
gran zarza ardiendo que dio sentido a nuestra vida en un momento
concreto…
-
Escuchar y responder: si no hubiera estado atento, se
hubiera quedado en una anécdota, en un espectáculo… pero Moisés
escuchó… y escuchó de tal manera que respondió. No se fue ni se recluyó
en sí mismo… Respondió!
-
Respeto amoroso al Misterio: descalzarse…
desprotegerse… tomar contacto con la realidad piel a piel… Y desde ahí,
en esa humildad, respetar el Misterio que nos hace entender que nada
realmente importante se reduce a nosotros mismos… Nos sobrepasa, es
mayor… es otra cosa…
-
Entrar en contacto con la tradición y con el dolor actual de nuestros hermanos y hermanas: porque
¡no estamos solos!. Muchos nos preceden, a muchos debemos parte de lo
que somos hoy, de muchos hemos recibido. Dios es todo menos mío… y es
todo menos ajeno al clamor de quienes sufren. ¡Dios llama a hombres y
mujeres porque no soporta los gritos de angustia de su pueblo! ¿Y yo…?
-
Envío misionero y liberador, teniendo a Dios como única señal y garantía:
Yo estoy contigo. Y la señal es tan decisiva como desestabilizadora:
hacer realidad el reto y la misión que hoy se nos encomienda, será señal
de que Dios ha estado con nosotros. No hay garantías previas… Hay que
vivirlo primero. No hay red para saltar, o mejor aún, la red no la vemos
hasta que no hayamos pasado.
¿No os parece que desde aquí, podemos orar con luz nueva el evangelio
de hoy? «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a
la gente sencilla. Porque sigues acompañándonos en zarzas ardientes que
nos descalzan de nuestros propios temores, ideas, prejuicios y planes.
Porque siempre que nos llamas, nos envías y no hay envío cristiano que
no conlleve liberar un poquito del sufrimiento y la injusticia de
nuestros hermanos. Gracias, Señor. Sigue haciéndonos pequeños. Sigue
revelándonos tu amor»
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
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