Sábado 13 de Julio del 2013
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (49,29-32;50,15-26a):
En aquellos días, Jacob dio las siguientes instrucciones a sus hijos:
«Cuando me reúna con los míos, enterradme con mis padres en la cueva del
campo de Efrón, el hitita, la cueva del campo de Macpela, frente a
Mambré, en Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita, como
sepulcro en propiedad. Allí enterraron a Abrahán y a Sara, su mujer;
allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía. El
campo y la cueva fueron comprados a los hititas.»
Cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos.
Al ver los hermanos de José que había muerto su padre, se dijeron: «A
ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos el mal que le hicimos.»
Y mandaron decirle: «Antes de morir tu padre nos encargó: "Esto diréis a
José: Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te
hicieron". Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu
padre.» José, al oírlo, se echó a llorar.
Entonces vinieron los hermanos, se echaron al suelo ante él, y le dijeron: «Aquí nos tienes, somos tus siervos.»
Pero José les respondió: «No tengáis miedo; ¿soy yo acaso Dios? Vosotros
intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien, para dar vida
a un pueblo numeroso, como hoy somos. Por tanto, no temáis; yo os
mantendré a vosotros y a vuestros hijos.»
Y los consoló, hablándoles al corazón. José vivió en Egipto con la
familia de su padre y cumplió ciento diez años; llegó a conocer a los
hijos de Efraín, hasta la tercera generación, y también a los hijos de
Maquir, hijo de Manasés; los llevó en las rodillas.
José dijo a sus hermanos: «Yo voy a morir. Dios cuidará de vosotros y os
llevará de esta tierra a la tierra que prometió a Abrahán, Isaac y
Jacob.»
Y los hizo jurar: «Cuando Dios cuide de vosotros, llevaréis mis huesos de aquí.» José murió a los ciento diez años de edad.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 104,1-2.3-4.6-7
R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
dad a conocer sus hazañas a los pueblos.
Cantadle al son de instrumentos,
hablad de sus maravillas. R/.
Gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,24-33)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Un discípulo no es más que
su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con
ser como su maestro, y al esclavo como su amo. Si al dueño de la casa lo
han llamado Belzebú, ¡cuánto más a los criados! No les tengáis miedo,
porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido
que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y
lo que escuchéis al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a
los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que
puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de
gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin
que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la
cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación
entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los
hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si
uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del
cielo.»
Palabra del Señor
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