Comenzamos el mes del Rosario, octubre, y vale recordar que la aparición del Santo Rosario, el salterio y el instrumento de cuentas, tiene una base sobrenatural por la aparición de María a Santo Domingo.
La leyenda narra que el surgimiento del Santo Rosario se debió a que María se lo entregó a Santo Domingo de Guzmán, pero los detalles pocas veces se mencionan; y son precisamente los detalles de esa aparición los que mencionamos aquí.
En el año 1214 Santo Domingo, el fundador de la Orden de los Predicadores (o Dominicos), estaba angustiado porque estaba fracasando en su intento de convertir a los herejes cátaros albigenses.
Santo Domingo se lo atribuyó a la profundidad y gravedad de la pecaminosidad de los herejes y al mal ejemplo de los católicos.
Así que se fue solo al bosque y lloró y oró continuamente por tres días para aplacar la ira del Dios Todopoderoso. Azotó su cuerpo y torturó su carne. Por el ayuno, el dolor y el agotamiento, él pasó a un estado de coma.
En esa circunstancia Domingo experimentó una aparición de María Santísima, mientras estaba en estado de coma, que unió a Santo Domingo con el Rosario.
La Inmaculada apareció con tres ángeles y le pidió a Santo Domingo,
“Querido Domingo, ¿sabes qué quiere usar arma la Santísima Trinidad para reformar el mundo?”
La respuesta de Domingo fue que la Santísima María sabría mejor que él porque ella es parte de nuestra salvación.
María respondió:
“Quiero que sepas que, en este tipo de guerra, el arma siempre ha sido el Salterio Angélico, que es la piedra fundamental del Nuevo Testamento. Por lo tanto, si quieres llegar a estas almas endurecidas y ganarlos a Dios, predica mi salterio”.
Después de esta aparición Domingo predicó el Santo Rosario a los herejes Albigenses inconversos.
Modificando el Padrenuestro (150 Padrenuestros) de acuerdo con las instrucciones de la aparición se consolidó el diseño del Rosario de Santo Domingo. Lo dividió en un rosario de quince misterios y los agrupó en tres grupos de cinco décadas cada uno.
Las agrupaciones fueron designadas como Misterios Gozosos, Misterios Dolorosos y Misterios Gloriosos.
Este diseño ayudó a los herejes albigenses a comprender mejor y a imitar la vida virtuosa de Nuestro Señor Jesucristo y de la Inmaculada Virgen María.
El “salutación angélica” es la oración “Ave María” y el Salterio son los 150 salmos. Por lo tanto, ella quería 150 Ave María – lo que es el Santo Rosario hoy – agrupadas en 5 décadas de Ave Marías con los 5 misterios correspondientes para contemplar.
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