La Virgen del Pilar es patrona de la Hispanidad y venerada en la Basílica de Zaragoza (España) a la que da nombre. Constituye la primera aparición de la Virgen María aceptada por la Iglesia.…VER VIDEOS…
Una antiquísima y venerada tradición, cuenta que la Virgen, cuando aún vivía en carne mortal, se apareció al Apóstol Santiago el Mayor en Zaragoza en el año 40, acompañada de ángeles que traían una columna o pilar como signo de su presencia…
Según la tradición, descrita por vez primera en el siglo XIII en el códice de las Moralia in Job de Gregorio Magno, la aparición de la Virgen María en Zaragoza se produjo el 2 de enero del año 40, cuando ésta vivía junto al apóstol Juan en Éfeso.
En este códice, que se conserva en el archivo pilarista, se nomina por vez primera a la virgen con el apelativo «del Pilar». El protagonista del suceso habría sido el apóstol Santiago el Mayor, de predicación en la Hispania, quien habría decidido su retorno ante el fracaso de su proselitismo entre los paganos.
Levantada sobre una columna, que se dice es la que hoy sustenta la talla de la Virgen, ésta pidió al apóstol la erección de un templo por el que se concederían diversas gracias, asegurando su permanencia hasta el fin del mundo.
El actual templo barroco, proyectado por Francisco Herrera el Mozo, conocido como Basílica del Pilar, sirve de custodia de la columna sobre la que se habría aparecido la Virgen María: se trata de un fuste de jaspe coronado por una talla gótica de madera de frutal de 40 cm, obra del taller de Juan de la Huerta hacia 1435, de elegantes plegados y tendencias borgoñonas.
El 2 de enero se conmemora la fiesta de la Venida de la Virgen, el 12 de octubre es la fiesta del Pilar y el 20 de mayo es la fiesta de la coronación canónica. Por eso, los días 2, 12 y 20 de cada mes la imagen aparece sin manto, dejando ver la guarnición semicilíndrica de plata labrada de la columna.
LA APARICIÓN
La tradición narra, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, posteriormente a la Ascensión del Señor Jesús, los apóstoles, fortalecidos por el Espíritu Santo, predicaban el evangelio.
El Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan, en aquel entonces, viajó a predicar en España. Aquellas tierras se encontraban atadas al paganismo, porque aún no recibían el evangelio.
La tradición dice que al despedirse el Apóstol Santiago a predicar la fe de Jesucristo, le prometió la Virgen que en aquel lugar donde más se convirtieran a su Hijo se le manifestaría ella. Y una noche la Virgen María se le apareció en un Pilar.
Los documentos dicen textualmente que Santiago, “pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, el territorio que se llamaba Celtiberia, donde está situada la ciudad de Zaragoza, en las riberas del Ebro. Allí predicó Santiago muchos días y, entre los muchos convertidos eligió como acompañantes a ocho hombres, con los cuales trataba de día del reino de Dios, y por la noche, recorría las riberas para tomar algún descanso”.
El 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba en profunda oración con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal en Palestina, le pidió a Santiago que en aquel lugar se le construyese una iglesia, y que el altar estuviese en torno al pilar donde ella estaba de pie y prometió que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.
Cuando la Virgen desapareció quedó ahí el pilar; al instante el Apóstol Santiago y sus acompañantes iniciaron la edificación de una iglesia en aquel lugar. Antes que la Iglesia estuviese terminada, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar antes de regresarse a Judea. Este templo ha sido el primero en ser dedicado a la Virgen.
Santiago regresó a Jerusalén, después de predicar en España. Herodes Agripas lo mandó a ejecutar alrededor del año 44 d.C., siendo así el primer mártir. Sus discípulos, luego del suceso, tomaron su cuerpo y lo llevaron a España para su entierro. Después de algunos siglos el lugar fue llamado compostela (campo estrellado). El rey Alfonso II, el casto de Asturias y el Obispo Teodomiro fueron los primeros en mandar a construir un santuario en la tumba de Santiago, en el siglo IX. Hoy una magnifica catedral se encuentra en ese sitio.
Y si la leyenda no fuera cierta –que, sin duda, lo es—la promesa se habría cumplido. España y Portugal son tierras de mucho fruto para los discípulos de Cristo. Y desde aquí la fe cristiana viajó a América, donde, obviamente, los frutos fueron sobreabundantes. La comunidad católica de toda América es una de las más numerosas del mundo.
DATOS CONCORDANTES
Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza.
El mas antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
Asimismo, hacia el año 835, un monje de San Germán de París, llamado Almoino, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, “donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente”, cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza (714) había allí un templo dedicado a la Virgen.
RASGOS PARTICULARES DE LA APARICIÓN
Tres rasgos peculiares que caracterizan a la Virgen del Pilar y la distinguen de las otras:
1- A diferencia de las otras apariciones, la Virgen aparece cuando todavía estaba en vida mortal en Palestina: “con ninguna nación hizo cosa semejante”.
2- La columna o pilar fue traido por María misma para que sobre él se construyera la primera capilla, el cual se convertiría en el primer templo mariano de toda la cristiandad.
3- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales en torno a los cuales ha gi
rado durante siglos la espiritualidad de España.
El pilar o columna: la idea de la solidez del edificio-iglesia con la de la firmeza de la columna-confianza en la protección de María. El pilar es símbolo del conducto que une el cielo y la tierra. Es el soporte de lo sagrado y de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo.
María es la primera piedra de la iglesia; en torno a ella va creciendo el pueblo de Dios; el aliciente para los cristianos, en construir el reino de Dios, es la fe y la esperanza de la Virgen. En la Virgen del Pilar el pueblo ve simbolizada “la presencia de Dios, una presencia activa que, guía al pueblo elegido a través de las emboscadas de la ruta”.
LAS VISIONES EMMERICH Y DE AGREDA
Veamos lo que la beata Ana Katharina Emmerich, famosa santa agustina, que tuvo visiones sobrenaturales de la vida de Jesús y de María, nos dice al respecto por revelación divina:
“He visto a Santiago rezando en Zaragoza, vi venir un resplandor del cielo sobre él y aparecieron ángeles que entonaban un canto muy armonioso, mientras traían un pilar de luz. En el resplandor del pilar vi a María Santísima de nívea blancura y transparencia, de mayor hermosura y delicadeza que la blancura de una fina seda. Estaba de pie, resplandeciente de luz… Entonces, vi que Santiago se levantó del lugar donde estaba rezando de rodillas y recibió internamente de María el aviso de que debía erigir de inmediato una iglesia allí”.
De esto mismo habla también la Venerable Madre María de Agreda en la “Mística Ciudad de Dios”.
“Manifestósele a Santiago la Reina del cielo desde la nube y trono donde estaba rodeada de los coros de los ángeles. El dichoso apóstol se postró en tierra con una profunda reverencia y vio la imagen y columna o pilar en mano de algunos ángeles. La piadosa Reina le dio la bendición en nombre de su Hijo y le dijo: El Altísimo y Todopoderoso Dios del cielo ha señalado y destinado este lugar para que le consagréis y dediquéis un templo y casa de oración. Yo, en nombre del Todopoderoso, prometo grandes favores y bendiciones de dulzura y mi verdadera devoción y amparo. Y en testimonio de esta verdad y promesa, quedará aquí esta columna y colocada mi propia imagen, que en este lugar donde edificaréis mi templo, perseverará y durará con la santa fe hasta el fin del mundo…
Dio humildes gracias nuestro apóstol a María Santísima y Ella, dándole la bendición, la volvieron los ángeles a Jerusalén con el mismo orden que la habían traído. Pero antes, a petición suya, ordenó el Altísimo que, para guardar aquel santuario y defenderlo, quedase en él un ángel santo encargado de su custodia, y desde aquel día hasta ahora persevera en este ministerio y lo continuará cuanto allí durare y permaneciere la imagen sagrada y la columna. De aquí ha resultado la maravilla que todos los fieles y católicos reconocen de haberse conservado aquel santuario ileso y tan intacto por mil seiscientos y más años… Éste fue el origen del santuario de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza”.
MILAGROS ATRIBUIDOS
Numerosos milagros de la Virgen En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: “creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Sta.y Purísima Virgen y Madre de Dios, Sta. María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros”.
Se atribuyen a la intercesión de la Virgen del Pilar diversos milagros, entre los que destacan la asombrosa curación de doña Blanca de Navarra, a la que se creía muerta, y las de invidentes como el niño Manuel Tomás Serrano y el organista Domingo de Saludes.
El más famoso fue el ocurrido el 29 de marzo de 1640 a Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda a quien le devolvieron la pierna. Hacía dos años y cinco meses que le habían amputado una pierna y la habían enterrado en el cementerio del hospital. Todos los días pedía limosna a la puerta de la basílica del Pilar y se ungía su muñón con el aceite de la lámpara de María.. Este suceso extraordinario ocurrió el 29 de marzo de 1640 y fue proclamado como milagro el 27 de abril de 1641 por el arzobispo Pedro Apaolaza, tras un proceso en el que intervinieron tres jueces civiles y fueron interrogados veinticinco testigos. Ese mismo año, el rey Felipe IV mandó ir a palacio a Miguel Pellicer y arrodillándose ante él le besó la pierna. Menos resonantes resultan otros hechos que se le atribuyen, como liberaciones de presos, superación de pruebas o el simple éxito comercial y deportivo.
Entre las campañas militares que los católicos consideran obra de su intercesión se cuenta la toma de Zaragoza de manos musulmanas en 1118, la resistencia ante el ejército francés durante la Guerra de Independencia Española y la victoria del ejército sublevado en la Guerra Civil Española.
Durante la guerra civil española ocurrió otro gran milagro. El coronel Sandino ordenó al alférez Villa Ceballos bombardear el templo del Pilar. Era el 3 de agosto de 1936. La primera bomba cayó en el río y la cuarta en la puerta principal de entrada, las otras dos cayeron sobre la basílica, pero ninguna de las cuatro estalló. Después del incidente, comprobaron que estaban en perfecto estado y tuvieron que desactivarlas fuera de la ciudad. Actualmente, el casco de las dos bombas, que cayeron en la basílica, se encuentra en dos columnas del templo para recordar el milagro de nuestra Madre.
Tambien esta el caso del desterrado de la revolución francesa, el beato Guillermo José Chaminade, que pasa tres años a los pies del Pilar de 1797 a 1800, seguro en la esperanza de un renacimiento cristiano en su patria. Para asegurarla, la Virgen del Pilar le inspira sus fundaciones marianistas para renovar la fe de la juventud de su patria y del mundo. Y sus hijos e hijas, agradecidos, han llevado a todo el mundo su nombre, su imagen y su devoción.
Y el caso de aquella joven mujer de 23 años, María Rafols, que llega a Zaragoza en 1804, dispuesta a atender con un grupo de compañeras a los pobres y enfermos: las Hijas de la caridad de Santa Ana. Durante los dos sitios de Zaragoza, en plena guerra de la Independencia, merecerá que la ciudad de Zaragoza la declare “heroína de la caridad”.
LA IMAGEN DE LA VIRGEN
La imagen que se conserva de la Virgen del Pilar es una efigie de madera, monoxila, en bulto redondo, de 36 cm. de altura, labrada según los cánones de la mejor escultura gótica europea de la primera mitad del siglo XV, por Juan de la Huerta (según estudios de María del Carmen Lacarra). Representa a María como Reina y Madre, coronada, con regio vestido gótico de gran recato.
El Niño, a quien la Madre mira desde atrás, reposa sentado sobre la mano izquierda, en cuenco, y la cadera materna, sostenido por el brazo de María; aparece desnudo y despreocupado, en posición casi frontal.
Las partes visibles del cuerpo de María (rostro, cabello y manos) y del Niño tuvieron pigmentos de entonación naturalista. La imagen fue restaurada, por iniciativa del Cabildo Metropolitano, en septiembre de 1990, por el Instituto del Patrimonio Histórico Español.
La imagen de la Virgen está sobre un pilar, mejor dicho, sobre una columna de jaspe de 1,70m.de altura y un diámetro de 24 cm.; está forrado en bronce y después con plata.
La devoción pilarista sostiene que la columna no ha variado jamás su emplazamiento desde la fecha en que la tradición sitúa la venida de María, aún en vida, a César Augusta, en la que con poco éxito predicaba el Evangelio Santiago el Mayor.
En 1596 Felipe II donó, como manifestación de su devoción mariana y pilarista, los dos ángeles de plata que siguen haciendo guardia de honor a la Virgen, y son los únicos elementos artísticos de la antigua Capilla que permanecen en la dieciochesca de Ventura Rodríguez.
La imagen de la Virgen del Pilar, que los fieles contemplan en su camerino de la Santa Capilla está, coronada con corona imperial y en el centro de la misma, con una aureola de brillantes. A sus pies, rodeando el pilar, viste una de los muchos mantos ofrecidos por los fieles.
Los días 2,12 y 20 de cada mes la Imagen aparece sobre la columna, sin el manto, dejando ver la guarnición semicilíndrica de plata labrada. En estos días se recuerdan: La fiesta de la Venida de la Virgen (2 de enero); La fiesta del Pilar (12 de octubre) y la fiesta de la Coronación Canónica ( 20 de mayo de 1905).
MANTOS DE LA VIRGEN
Los mantos constituyen a lo largo de los siglos la proyección de la devoción a la Santísima Virgen del Pilar fuera de la basílica. Y, aun dentro de la misma, es un manto la mejor ofrenda que, también desde siempre, ha sido hecha por sus fieles devotos.
La primera noticia que hasta el momento se posee sobre los mismos data de 1504. Avanzado este mismo siglo, en 1577, otro protocolo notarial nos ofrece ya un catálogo de 72 mantos con su descripción y tasación concretas.
A partir de esta fecha, se va sucediendo ya ininterrumpidamente la donación de mantos a la Virgen hasta hoy.
El más antiguo que actualmente posee la Virgen es el donado por el Cabildo en 1762, que fue confeccionado por las Madres Capuchinas de nuestra ciudad y que sigue en uso.
Cada noche, después que los silencieros invitan a los fieles a abandonar la basílica y ésta queda vacía, el capellán de la Virgen sube las escalerillas y procede devotamente a retirar de la Imagen el manto que tuvo puesto durante el día y le coloca el que lucirá al día siguiente.
El manto que viste la Virgen coincide con el color de la liturgia del día, excepto en festividades concretas o situaciones especiales.
El numero de mantos que posee la Virgen supera en la actualidad los trescientos. Constantemente se está recibiendo nuevas donaciones. Una sección especial la ocupan los mantos “hispánicos”, así llamados porque engloban los recibidos de las naciones hispanoamericanas y Filipinas.
Cantidades notables de mantos ya en desuso están hoy distribuidos por iglesias, capillas y familias de todos los continentes, de ordinario sobre imágenes de la Virgen del Pilar, para las que el Cabildo los regala a petición de sacerdotes y comunidades. Existen además los “mantos misioneros”. El servicio que tienen encomendado ha sido y sigue siendo dar consuelo a los enfermos y manifestar la amorosa cercanía de la Virgen en esos momentos de dolor.
En 1941 fueron confeccionados 500 mantos para esta misión, y para ella fueron usados, una vez pasados por la Virgen. En 1983, han sido hechos otros 500. El deseo sigue siendo siempre el mismo: “Que no quede pueblo o ciudad de España o de las naciones hispanas sin proporcionar este beneficio a sus enfermos. Que en su lecho de muerte reciban el abrazo de Nuestra Señora del Pilar, que abra sus almas a la Fe, a la Esperanza y al Amor”.
A CATEDRAL-BASÍLICA DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
Es el templo barroco más grande de España y uno de los más importantes de su época. Está considerado como el primer templo mariano de la Cristiandad, puesto que en él se conserva y venera la columna (o pilar) que según la tradición fue puesta por la Virgen María, que, viviendo aún en Jerusalén, se habría aparecido en carne mortal al apóstol Santiago el día 2 de enero del año 40.
Se tiene conocimiento que ya en el siglo II existía allí una pequeña iglesia, dedicada a María. Esta Iglesia se amplió en el siglo IV con la libertad de Constantino. En 1434 un incendio destruyó el templo románico, pero se salvó milagrosamente la imagen y el pilar. Allí se edificó una iglesia gótica. El 25 de julio de 1681 se comenzó la actual Iglesia de 15 torres.
Por la necesidad que se vio de cobijar a las inmensas muchedumbres de peregrinos y poder atender mejor a los numerosos asistentes en los actos de culto, en 1681 se puso la primera piedra del nuevo templo, donde se incluyó también la santa capilla, conservando intacto el lugar de asentamiento de la columna de la Virgen. En 1872 se concluyeron las diversas capillas y cúpulas, mas tarde se añadirán las cuatro torres, la última se concluyó en 1961.
El templo se articula en tres naves, de igual altura, cubiertas con bóvedas de cañón, en las que se intercalan cúpulas y bóvedas de plato, que descansan sobre robustos pilares. El exterior es de ladrillo caravista, siguiendo la tradición de construcción en ladrillo aragonesa, y el interior revocado en estuco. La nave central se halla dividida por la presencia del altar Mayor bajo la cúpula central.
El altar está presidido por el gran retablo mayor de la Asunción, perteneciente a la Iglesia anterior, realizado magistralmente por le escultor Damián Forment en el siglo XVI, siguiendo los modelos impuestos del retablo gótico de la vecina catedral zaragozana del Salvador (La Seo).
Bajo las otras dos cúpulas elípticas de la nave central, se dispuso la Santa Capilla de la Virgen del Pilar, el coro y órgano, que también procedían de la Iglesia Gótica predecesora. Actualmente el Coro y órgano, se encuentran desplazados, al siguiente tramo, para dotar de mayor espacio los tramos del altar mayor.
Fernando VI ordenó en 1754 la construcción de la Santa Capilla, encomendando la obra al arquitecto Ventura Rodríguez, que amplía el templo hasta alcanzar las actuales dimensiones: 130 m. de largo por 67 de ancho, coronado por once cúpulas, diez linternas y cuatro torres.
El interior de las cúpulas y bóvedas fue ideado para ser pintado al fresco, si bien, no todas las cúpulas lo consiguieron. Hoy día están pintadas todas las que rodean y coronan la Santa Capilla, obra de los Hermanos Bayeu, una de ellas, la que lleva el nombre de Reina de los Mártires, fue pintada por el genial pintor aragonés Francisco de Goya, que también pintó la bóveda del Coreto de la Virgen. También están pintadas la cúpula mayor, la que cubre el órgano y Coro Mayor, y la otra cúpula elíptica de la nave central, bajo la cual en su día estuvo situado el coro.
Colocado a la izquierda del altar dedicado a Nuestra Señora del Pilar se encuentra el grupo de los Siete Convertidos, junto al Apóstol Santiago. Según la tradición sus nombres son: Indalecio, Eufrasio, Tesifonte, Torcuato, Hesiquio, Cecilio y Segundo. Estos convertidos a la fe cristiana por la predicación de Santiago, contemplan extasiados la Venida de María en carne mortal a Zaragoza.
Colocada la imagen sobre la Santa Columna, se halla dentro de un camarín de plata, con fondo de mármol verde, tachonado de estrellas cuajadas de joyas donadas por los devotos (en la actualidad son 72 estrellas)( Hay nueve más sin joyas encima del dosel).
En la Basílica del Pilar están enterrados la mayoría de los arzobispos zaragozanos de la Edad Moderna, así como también reposan los cuerpos de San Braulio y del duque de Zaragoza, el general Palafox, entre otros.
Como curiosidad hay que hablar de las bombas de la guerra civil, expuestas en uno de los pilares, que no llegaron a explotar, pero sí perforaron el techo del templo. También cabe destacar la presencia de las banderas de España e Hispanoamérica, por ser la Virgen del Pilar la patrona de la Hispanidad.
La Basílica de Nuestra Señora del Pilar es visitada por millares de personas cada día. Son los hijos que vienen a rezarle a su madre quien nunca los abandona.
EL RECONOCIMIENTO
El Papa Clemente XII concedió para España la misa y el oficio propio de la Virgen del Pilar. Pío VII aumentó el rango litúrgico de la celebración y un Papa contemporáneo, Pío XII, concedió a las naciones de Iberoamérica la misa y el oficio en la fiesta de Nuestra Señora del Pilar.
El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal
Los sitios de Zaragoza, (1808) durante la guerra de independencia, dieron notoriedad a la devoción de la Virgen del Pilar. Junto a su manto se reunía el pueblo buscando en ella protección y aliento; se le representaba velando el sueño de los soldados y se le nombró: “capitana de la tropa aragonesa”. Un siglo mas tarde en 1908, la devoción a la Virgen del Pilar, afianzo su dimensión hispánica con el tributo que se le ofreció de todas las banderas de las naciones hispanoamericanas, que cuelgan actualmente en los muros del Pilar.
El Papa Juan Pablo II en 1984, al hacer escala en su viaje a Santo Domingo para iniciar la conmemoración del descubrimiento de América, reconoció a la Virgen del Pilar como “patrona de la hispanidad”.
No nos podemos olvidar la importancia que tuvo en aumentar la devoción a la Virgen del Pilar, la guerra civil de 1936-1939. Las tres bombas que cayeron sobre el templo no estallaron y muchos vieron en este hecho un signo de la especial protección de la Virgen sobre las tropas nacionalistas. De toda España acudían peregrinos a pie a dar gracias a la Virgen por haberlos librado de los peligros de la guerra.
EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA
El día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los devotos de la Virgen del Pilar cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, pues ese mismo día, conocido hoy como el Día de la Raza, era ya el día de la Virgen del Pilar.
En este santuario se encuentran las banderas de todas las naciones hispanoamericanas, pues, no por casualidad, el doce de octubre de 1492 descubrió América y llegó la fe católica a aquellas tierras en alas de “Santa María”. A Ella, todos los días al atardecer, los marineros le cantaban la Salve, pidiendo éxito en su empresa, como así fue, para gloria de Dios.
ORACION A LA VIRGEN DEL PILAR
Oh Virgen del Pilar, Reina y Madre,
España y todas las naciones hispanas
reconocen con gratitud tu protección constante
y esperan seguir contando con ella.
Obténnos de tu Hijo fortaleza en la fe,
seguridad en la esperanza y constancia en el amor.
Queremos que en todos los instantes de nuestra vida
sintamos que tu eres nuestra Madre.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
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