Salmo 27 (26)
(1) = De David. =
1 Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh, el
refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar?
2 Cuando se acercan contra mí los malhechores a devorar mi carne,
son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y sucumben.
3 Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no teme; aunque
estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella.
4 Una cosa he pedido a Yahveh, una cosa estoy buscando: morar en la
Casa de Yahveh, todos los días de mi vida, para gustar la dulzura de
Yahveh y cuidar de su Templo.
5 Que él me dará cobijo en su cabaña en día de desdicha; me
esconderá en lo oculto de su tienda, sobre una roca me levantará.
6 Y ahora se alza mi cabeza sobre mis enemigos que me hostigan; en
su tienda voy a sacrificar. sacrificios de aclamación. Cantaré, salmodiaré a
Yahveh.
7 Escucha, Yahveh, mi voz que clama, ¡tenme piedad, respóndeme!
8 Dice de ti mi corazón: «Busca su rostro.» Sí, Yahveh, tu rostro
busco:
9 No me ocultes tu rostro. No rechaces con cólera a tu siervo; tú eres
mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.
10 Si mi padre y mi madre me abandonan, Yahveh me acogerá.
11 Enséñame tu camino, Yahveh, guíame por senda llana, por causa
de los que me asechan;
12 no me entregues al ansia de mis adversarios, pues se han alzado
contra mí falsos testigos, que respiran violencia.
13 ¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad de Yahveh en la tierra de
los vivos!
14 Espera en Yahveh, ten valor y firme corazón, espera en Yahveh.
Salmo 28 (27)
(1) = De David. =
1 Hacia ti clamo, Yahveh, roca mía, no estés mudo ante mí; no sea yo,
ante tu silencio, igual que los que bajan a la fosa.
2 Oye la voz de mis plegarias, cuando grito hacia ti, cuando elevo mis
manos, oh Yahveh, al santuario de tu santidad.
3 No me arrebates con los impíos, ni con los agentes de mal, que
hablan de paz a su vecino, mas la maldad está en su corazón.
4 Dales, Yahveh, conforme a sus acciones, y a la malicia de sus
hechos, según la obra de sus manos trátales, págales con su misma moneda.
5 Pues no comprenden los hechos de Yahveh, la obra de sus manos:
¡derríbelos él y no los rehabilite! 6 ¡Bendito sea Yahveh, que ha oído la voz de mis plegarias!
7 Yahveh mi fuerza, escudo mío, en él confió mi corazón y he
recibido ayuda: mi carne de nuevo ha florecido, le doy gracias de todo
corazón.
8 Yahveh, fuerza de su pueblo, fortaleza de salvación para su ungido.
9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad, pastoréalos y llévalos por
siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario