Hijo, más me agrada la paciencia y humildad en lo adverso, que el mucho consuelo y devoción en lo próspero. ¿Por qué te entristece una pequeña cosa hecha o dicha contra ti? Aunque fuera cosa mayor, no debías perturbarte; mas ahora déjala pasar, porque no es lo primero, ni nuevo, ni será lo postrero si mucho vivieres. Harto esforzado te muestras cuando ninguna cosa contraria te sucede. Aconsejas bien y sabes alentar a otros con palabras; mas cuando viene a tu puerta alguna repentina tribulación, luego te falta consejo y esfuerzo. Mira tu gran flaqueza, pues la vez por experiencia aun en muy ligeros acaecimientos; mas sábete que se hace por tu salud, cuando estas cosas y otras semejantes acaecen.
Pon en mí tu corazón como mejor supieres; si te tocare la tribulación, a lo menos no te derribe, ni te embarace mucho tiempo. Sufre a lo menos con paciencia si no puedes con alegría. Y si oyes algo contra razón, y sientes alguna indignación, refrénate, y no dejes salir de tu boca alguna palabra desordenada que escandalice a los débiles. Presto se amansará el ímpetu que en tu corazón se levantó, y el dolor interior se volverá en dulzura volviendo la gracia. Yo vivo aun, dice el Señor, dispuesto para ayudarte y consolarte más de lo acostumbrado, si confías en mí y me llamas con devoción.
Sosiega tu alma y apercíbete para trances mayores. Aunque te veas muchas veces atribulado, o gravemente tentado, no está todo perdido. Hombre eres y no Dios; carne eres y no ángel. ¿Cómo podrás tú estar siempre en un mismo estado de virtud, pues esto faltó al ángel en el cielo y al primer hombre en el paraíso? Yo soy el que levanta con salud a los que lloran y traigo a mi divinidad los que conocen su flaqueza.
Señor, bendita sea tu palabra, dulce para mi boca más que la miel y el panal. ¿Qué haría yo en tantas tribulaciones y angustias, si tú no me animases con tus santas palabras? Llegando yo, pues, al puerto de la salvación, ¿qué se me da de cuanto hubiere padecido? Dame buen fin; dame un feliz tránsito de este mundo. Dios mío, acuérdate de mí, y guíame por camino derecho a tu reino. Amén.
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