Muy de vez en cuando algún lector – casi siempre ateo o increyente – traspasa mi fachada gruñona – algo que yo hago a modo de prueba – para proseguir alguna discusión.
El valiente atrevido más reciente se llama Gabo Kev Alvarez, quien ha dejado varios comentarios en otro post. ¿El premio por su osadía? Mi tiempo para contestarle con más detenimiento. ¿El costo de no considerar lo que digo en serio? Mi silencio. ¿El premio de consolación no importa qué? Mis oraciones por él y por su familia.
En su comentario más reciente, Gabo me dijo lo siguiente:
Primero mis disculpas por no responder.Me podrías decir cuáles descubrimientos ponen a dios más cerca (perdóname, Dios)Ya que desde que puedo recordar la evolución, el big bang, el proceso de la abiogénesis y la misma genética sólo prueban que somos animales en un universo enorme que sigue tapándose los oídos cuando escucha un trueno.....Me pregunto cómo terminamos hablando de esto, si yo sólo te trataba de decir que los demonios (me refiero dentro de la historia de la biblia) no merecían ser castigados, ya que Dios ya sabía que se rebelarían y no hizo nada para evitarlo (puede hacerlo todo según el mito) y prefirió esperar que lo hagan para castigarlos.....Todos tenemos una vida fuera de la computadora. No hay que pedir disculpas. Y si perdieras interés y no contestaras más, no habría problema. Yo no guardo rencor a personas por ello.
Los descubrimientos que me han puesto más “cerca de Dios” son esos mismos que mencionas: la evolución, el “big bang”, la abiogénesis y la misma genética. Déjame explicar brevemente.
Pensando en grandeEl primer supuesto aquí – un supuesto “silente” – es que la aceptación de la preponderancia de la evidencia empírica respecto a estos procesos naturales excluye por obligación la actualidad de la existencia del Dios revelado en Jesucristo.
El segundo supuesto silente es el creer que el Dios de los teístas es el Dios de “las tapafaltas” (“
the God of the gaps”) o la explicación folclórica formulada para explicar lo inexplicable, para luego mover la valla más allá cuando se formula una explicación, explicación que no siempre se comprueba experimentalmente pero que al menos sirve al fin retórico de negar a Dios y confundir a aquellos que no están familiarizados con los métodos científicos, filosóficos y teológicos, ni con sus diferencias, ni con sus interacciones.
Dios es el Primer Móvil. Él es el origen de todo proceso natural y su sustentador constante. Los ateos niegan las causas segundas y contingentes mientras atacan la Primera e Incontingente. Eso es un absurdo lógico, pero como han sido discapacitados por nuestro sistema educacional y tal vez por sus propias decisiones epistemológicas –si es que conocen el concepto–, las explicaciones derivadas de la filosofía y la teología les resultan como un lenguaje extraño, tal vez extranjero, o a lo mejor de balbuceos.
Uno les explica una y otra vez pero su contestación es casi siempre contestar con su pregunta original. Es como que no oyen, que no entienden, que no ponderan lo que uno les dice, o no saben hacerlo. Esto me ha convencido de que el creyente educado y bien formado es un pensador de avanzada de un modo que el ateo, con toda y su devoción al empirismo, cree ser.
Sí, es verdad. Los creyentes asumimos un orden en el universo y después nos equipamos para descubrirlo y describirlo. “Dios, hiciste tremendo trabajo con el Big Bang. Sí, una obra de arte y de ingenio”. Eso es lo que decimos con humor irónico cuando nos arremangamos las batas blancas. Y lo hacemos y lo hemos hecho mejor que cualquier ateo.
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