- Campo de refugiados en Kalak, Irak © AI
Éxodo masivo por el pánico, ante el riesgo de limpieza étnica por parte del ISIS
“Oímos los aviones a lo lejos pero nadie ha venido hasta nosotros, ni nos han enviado nada. No podemos salir de aquí. ISIS nos capturará y nos matará si lo hacemos. Por el amor de dios, ayúdennos, por favor”.
El avance de los miembros del Estado Islámico de Irak y Al Sham (ISIS) y los enfrentamientos armados en el noroeste de Irak están provocando un éxodo masivo de la población. Se calcula que un millón de hombres, mujeres, niños y niñas se han visto obligados a abandonar sus hogares desde enero de 2014.
El ISIS ha llevado a cabo ataques sistemáticos contra comunidades minoritarias en el norte de Irak, con el objetivo de expulsar a las poblaciones no suníes de las zonas bajo su control. La situación es cada vez más desesperada y la población huye presa del pánico ante la feroz brutalidad del ISIS, que les transmite un mensaje inequívoco: convertirse al Islam, abandonar la zona o morir. Amnistía Internacional ha documentado y recibido informes de numerosos casos de secuestros y ejecuciones.
Muchas personas desplazadas están intentando llegar a la región del Kurdistán iraquí. Otras se han refugiado en las montañas, donde se encuentran atrapadas sin apenas acceso a comida y agua: es el caso de los miles de civiles, en su mayoría yazadíes, obligados a huir de Sinja tras la entrada del ISIS, el 2 de agosto. Dos semanas antes, el 18 de julio, se produjo un éxodo masivo de familias cristianas de Mosul por el mismo motivo.
La población musulmana suní también ha empezado a huir de las zonas bajo el control de ISIS por temor a los ataques aéreos del ejército iraquí y de Estados Unidos, que ha iniciado una acción militar en Irak contra el ISIS.
Las cientos de miles depersonas desplazadas, abandonadas a su suerte en condiciones terribles, no pueden regresar a sus hogares y deben recibir urgentemente ayuda humanitaria.
Hasta ahora la respuesta internacional ha sido deplorablemente inadecuada. Las personas atrapadas en las montañas de Sinjar con las que habló Amnistía Internacional dijeron que les había llegado poco o nada de ayuda y que las botellas de agua lanzadas desde el aire, a menudo se habían roto con el impacto.
Pide una acción concertada de la comunidad internacional para atender a las personas desplazadas.
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