SEIS PRIMEROS JUEVES DE MES
Promesa hecha por Jesús el 25 de febrero de 1949
“Hija mía, haz que yo sea amado, consolado y reparado en mi Eucaristía. Haz saber en mi nombre que cuantos hagan bien la comunión con sincera humildad, fervor y amor, durante los seis primeros jueves de mes consecutivos y pasen una hora de Adoración ante mi sagrario en íntima unión conmigo, les prometo el Cielo.
Di que honren, por medio de la Eucaristía, mis santas llagas, honrando primero la de mi sagrada espalda, tan poco recordada.
Quien al recuerdo de mis llagas una la de los dolores de mi Madre bendita y por ellos nos pida gracias espirituales o corporales, tiene mi promesa que serán concedidas, a menos que no sean daño para sus almas. En el momento de la muerte traeré conmigo a mi Santísima Madre para defenderlos”.
Resumen de las condiciones
a) comunión con sincera humildad, fervor y amor al menos seis primeros jueves de mes seguidos
b) una hora de adoración al Santísimo Sacramento
c) honrando la llaga de la espalda y las demás (por ejemplo, las de los clavos y la lanza)
Promesa hecha el 25 de febrero de 1949
“Hija mía, haz que yo sea amado, consolado y reparado en mi Eucaristía. Haz saber en mi nombre que cuantos hagan bien la comunión con sincera humildad, fervor y amor, durante los seis primeros jueves de mes consecutivos y pasen una hora de Adoración ante mi sagrario en íntima unión conmigo, les prometo el Cielo.
Di que honren, por medio de la Eucaristía, mis santas llagas, honrando primero la de mi sagrada espalda, tan poco recordada.
Quien al recuerdo de mis llagas una la de los dolores de mi Madre bendita y por ellos nos pida gracias espirituales o corporales, tiene mi promesa que serán concedidas, a menos que no sean daño para sus almas. En el momento de la muerte traeré conmigo a mi Santísima Madre para defenderlos”.
“Habla de la Eucaristía, que es prueba de amor infinito, que es el alimento de las almas.
Di a las almas que me aman, que vivan unidas a mí durante el trabajo, en sus casas, sea de día que de noche, se arrodillen a menudo en espíritu y con la cabeza inclinada digan:
‘Jesús, te adoro en cada lugar donde moras sacramentado, te hago compañía por aquellos que te desprecian, te amo por aquellos que no te aman, te doy alivio por aquellos que te ofenden. Jesús, ¡ven a mi corazón!”
“Estos momentos serán para mí de gran alegría y consuelo. ¡Qué crímenes se cometen contra de mí en la Eucaristía!
“Que la devoción a los sagrarios sea bien predicada y propagada, porque por días y días las almas no me visitan, no me aman, no reparan,…No creen que yo vivo allí. Quiero que en las almas se encienda la devoción hacia estas prisiones de Amor…Son muchos los que, aún entrando en las iglesias, ni siquiera me saludan y no se detienen un momento a adorarme.”
“Lejos del Cielo, lejos de Jesús son todos los que están lejos del sagrario… ¡Oh, si el sagrario fuese bien comprendido! El sagrario es la vida, es el amor, es la alegría, es la paz. El sagrario es el lugar de dolor, de ofensas, de sufrimiento. El sagrario es despreciado; Jesús del sagrario no es comprendido”
“Yo querría muchos guardias fieles, postrados ante los sagrarios, para no dejar que ocurran tantos y tantos crímenes!”
“Que me pidan todo cuanto quieran estando ante mi presencia, delante del sagrario. Es de allí que viene el remedio para todos los males.”
El Señor le explicó el motivo por el cual Alexandrina, viviendo los últimos 13 años de vida de la sola Eucaristía, sin alimentarse con nada más. Le dijo:
“Hago que tú vivas sólo de mí, para mostrar al mundo el valor de la Eucaristía, y que es mi vida para las almas… Háblales a las almas, hija mía, háblales del Rosario y de la Eucaristía! El Rosario! El Rosario! El Rosario! La Eucaristía, mi Cuerpo, mi Sangre!”
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