La fe sin obras es una fe muerta | 27/05/2017
Desde la Anunciación hasta la Crucifixión de su Hijo, María puede ser vista como la validación final de Dios sobre el libre albedrío.
La obediencia de la Virgen María a la voluntad de Dios con su "SÍ", que le fue transmitida en el mensaje del ángel Gabriel, fue tan igual de voluntaria como la tuvo la desobediencia de Eva
En el siglo II San Ireneo el Obispo de Lyon y un discípulo de la segunda generación del apóstol Juan escribió:
"...Así también María, desposada a un hombre, pero sin embargo todavía una virgen, siendo obediente, se hizo la causa de la salvación para Ella y toda la raza humana... Así, el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María, lo que la virgen Eva había atado con la incredulidad, la Virgen María lo desató por la fe ". (Contra Heresias, 3.22.4, Ireneo, Obispo de Lyon)
María, como la primera persona abrazó sin dudar el rostro de Dios y la primera en creer en Jesús como su Salvador, tomó su lugar en la Historia de la Salvación como la primera cristiana.
Ella es también la único discípula de Jesús que no huyó ni dudó cuando todos los otros huyeron y dudaron, sino que permaneció y aceptó hasta el final la carga de estar bajo la Cruz.
A través de los siglos, las lágrimas de María de la Cruz, siendo testigo de la tortura y muerte de su hijo, se solidariza con todos los creyentes que también sufren y viven bajo la sombra de la Cruz.
1.- Háblale a Jesús sobre María
Jesús mío, me gusta orar a María, tu Santa Madre, ella me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra, a tomarla en serio, y a dejarse guiar por ella; pero también María se presenta como una servidora, como una que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta la necesita.
Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil a tu Palabra y que sale de sí a servir a los hermanos que tanto necesitan de Ti.
Gracias por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella, gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones que a través de ella, nos has dado a nosotros que la amamos y la descubrimos como modelo de discípulo que Tú nos has llamado aseguir.
Confío en tu compañía y en tu Bendición Señor, gracias por todo lo bueno que me das por ayudarme a ser cada día un mejor ser humanos.
Cómo mi madre María, me uno a sus eternas palabras de entrega que hacen y harán eco en nuestra historia de salvación: Hágase en mí según tu Palabra.
Amén
2.- Oración inicial
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
"No tienen vino": presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
"Hágan lo que Él les diga": dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
"He aquí la esclava del Señor": que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.
3.- Reflexión para el día 14: El poderoso Escapulario de la Virgen
El día 16 de julio de 1251 se apareció la Virgen a San Simón Stock, superior General de las Carmelitas, y prometió unas gracias y cuidados especiales para aquellos que llevaran el escapulario del Carmen.
El escapulario es una pequeña imagen de la Virgen del Carmen en tela (puede ser también una medalla) para colgarse al cuello.
Santa María quiere que llevemos una imagen suya en el pecho. Y como llevar el escapulario puesto significa que se le ama y que se quiere la compañía y protección de María, la Virgen prometió a quienes viviesen y muriesen con el escapulario que Ella se encargaría de conseguirles la ayuda para obtener la perseverancia final; es decir, una ayuda particular para que, quienes no estén en gracia, se arrepientan en los últimos momentos de su vida.
Y además prometió que Ella se encargaría de que saliese del purgatorio al sábado siguiente a la muerte.
Es lógico: si no le dejamos, ella no nos dejará.
Cuentan que cuando fue elegido Papa León XI, mientras le revestían con los hábitos papales, le quisieron quitar el escapulario que llevaba entre la ropa. El Papa dijo a los que le ayudaban: "Dejadme a María, para que María no me deje"
Madre mía, llevaré siempre el escapulario. No te dejaré, y Tú no me dejes en ningún momento
4.- Oración finalAmado Jesús, al igual que María, tu Santa Madre, quiero estar abierto siempre a la acción del Espíritu Santo, configurarme completamente a tu amor y tu misericordia.
Como ella, acepto también ser tu esclavo, tu siervo, atento siempre a escuchar tu Palabra y hacerla una acción de vida.
Deseo responderte siempre con generosidad y sencillez, como lo hizo María, quien supo escucharte y obedecerte desde siempre.
Y a ti, Oh María, amada universal del Verbo, la nueva Eva escogida, auxilio de los pecadores y de los que buscan tu intercesión, acógeme siempre bajo tu manto protector, soy también tu hijo y sé que te preocupas por mí.
Te ruego que poses tu mano sobre mis hombros y me guíes por el camino de tu hijo Jesús.
Como tú, quiero poder decir y sentir con toda la pasión de mi alma: "Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador".
Amén
Reflexión: Padre José Pedro Manglano | Diálogos y oraciones: Qriswell J. Quero | Publicado originalmente en:
PildorasdeFe.net
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