La Confesión es otro de los mensajes principales de La Virgen. Ella ha dicho que los fieles deben acudir a la Santa Confesión cada mes, y siempre que se tenga conciencia de haber pecado gravemente. También ha dicho: “No se confiesen por rutina para continuar siendo los mismos. No, así no está bien. La Confesión debe darles un nuevo impulso a su vida de fe. Debe estimularlos y acercarlos a Jesús. Si para ustedes la Confesión no significa nada, en verdad, difícilmente se convertirán.” (7 de noviembre de 1983)
“La Confesión mensual será remedio eficaz para la Iglesia de Occidente. Porciones enteras de la Iglesia podrán sanarse si los fieles se confiesan una vez al mes”. “Cuando acudan a confesarse, no se preparen cinco minutos antes, sino durante toda la jornada; aprovechen el momento de la Confesión para pedir del sacerdote un consejo práctico para su vida espiritual.”
El 2 de agosto de 1981, los videntes narran la siguiente anécdota que nos hará reconocer cuán grave es el pecado ante Dios y la necesidad que todos tenemos de confesarnos frecuentemente:
La Virgen se le apareció a la vidente María Pavlovic en su habitación y le dijo: “Vayan todos juntos a la llanura de Gumno, pues, se está llevando a cabo una gran batalla, una batalla entre mi Hijo y Satanás; la puesta en juego son las almas.” Ese día, siguieron a los videntes unas cuarenta personas a la llanura indicada, a unos 200 metros de la casa de Vicka. Antes de que la Virgen apareciera, algunos fieles dijeron a los videntes: “ya que no podemos verla, pregúntenle si la podemos tocar.” Cuando la Virgen apareció le remitieron la inquietud y contestó”: “Siempre hay incrédulos. Díganles que me pueden tocar.” Entonces, los muchachos alargaron la mano de cada uno de ellos, hacia el sitio donde veían suspendida la aparición. Cuando ésta terminó la mayoría afirmó: “haber sentido algo extraño al tocar los vestidos de la Virgen”. Unos, una especie de corriente, otros, un calor o algo parecido a una tela de vestir.
Los videntes se retiraron mientras María Pavlovic permanecía llorando sentada en una piedra. Cuando le preguntaron: “¿por qué lloraba?” Respondió: “Porque ustedes han manchado el vestido de la Virgen. Mientras ponían las manos sobre sus vestidos, vimos aparecer unas manchas negras. Le preguntamos “¿por qué aparecen esas manchas?” y nos dijo: “Porque me han tocado en pecado. Díganles que se confiesen.”
Entonces, todos se fueron a confesar. Algunos llevaban muchos años sin hacerlo. Para la Virgen, era obvio, más importante que tocarla a Ella era la Confesión. La batalla en curso que se libraba era que el demonio hacía ver a muchos que no era necesario confesarse. Sin embargo, Cristo venció valiéndose de la curiosidad humana a través de María.
Recordemos que la Confesión es el sacramento más importante después del Bautismo, el único que anticipa, en cierta manera, el juicio a que será sometido el fiel al fin de su vida terrena. Menciona el Catecismo de la Iglesia Católica: “Porque es ahora, en esta vida, cuando nos es ofrecida la elección entre la vida y la muerte, y sólo por el camino de la conversión podemos entrar en el Reino del que el pecado grave nos aparta” CIC 1470.
La Virgen dice: “¡Queridos hijos!: Los invito a abrir la puerta de su corazón a Jesús, como una flor se abre al sol. Jesús desea colmar sus corazones de paz y de alegría. No podrán, hijos míos, realizar la paz si no están en paz con Jesús. Por eso, los invito a la Confesión, para que Jesús sea su verdad y su paz. Por lo tanto, hijos míos, oren para tener la fuerza de realizar lo que les digo. Yo estoy con ustedes y los amo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” (25 de enero de 1995)
Autor: Padre Francisco Verar
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