29-08-2010
Virgen:
Procuremos hacer la Voluntad de Dios en nosotras, que venga sobre nosotras y que
la deseemos con todo el ímpetu de nuestro corazón.
Hablas en plural, Amada Virgen María.
¡Claro, hija! Porque vamos juntas, voy contigo, vas conmigo.
Que la oración es un esfuerzo de voluntad, también, además de Don. Y sois
vosotros los que debéis hacer ese esfuerzo.
No os engañéis con falsas doctrinas que os dicen: “Todo es Don”. Vosotros mismos
sabéis que eso no es así. Dejaos guiar por buenos formadores de almas. No les
desdeñéis ni apartéis. Pensad que si se edulcora todo y se agua, quitándole su
verdadera esencia, será una doctrina que jamás atraerá y hará perseverar a los
jóvenes.
Mirad los que os siguen: No perseveran.
Eso al menos podría haceros pensar. ¿Por qué no perseveran? Es porque habéis
rebajado y edulcorado la doctrina, y viene el Maligno con sus artes, y desbarata
todo el sembrado, echándolo a perder.
¿Tanto os duelen las correcciones que tuvieron que haceros?
¿Por qué, hijos míos, estáis resentidos contra los que os corrigen, porque os aman y
para vuestro bien?
Marga: todas las obras humanas basadas sólo en obras humanas se derrumbarán,
sucumbirán al primer embate. ¡Pobres hijos, que los maestros no les enseñaron las
artes del espíritu! Y sucumbieron en el primer ataque.
¡Pobres maestros!, que les pediré cuentas de todo ello.
Aunque Yo seré indulgente con ellos, me da lástima de ellos. En el día de su Juicio,
¡cómo llorarán y se arrepentirán por su terquedad y ceguera! Pobres, pobres hijos,
amada Marga, pobres hijos… ora tú también por ellos.
Y los que tengan preparados los oídos para oír, oirán, y los ojos para ver, verán.
Valorad los buenos formadores de almas, pues son pocos los que hay entre vosotros
en ésta mi amada España. Sentíos vosotros, como continuadores de su misión de llevar almas para Cristo. Que, a su ejemplo, no escatiméis nada y no le neguéis
nada de lo que esté de vuestra mano a Dios. Ni lo más mínimo.
Ve ya. Amo la puntualidad. Y todo sale mejor así.
(Veo a Jesús con el Corazón en la mano, como el otro día a María. Es la
víscera de Carne y Sangre. Chorrea la Sangre. No está como en los cuadros,
sino como si realmente alguien cogiera un corazón con la mano. El Corazón
está tumbado. Nos lo da a comer. La Eucaristía es como si comiéramos su
Corazón. Eso lo vio Juan en la Última Cena así. Y me da a comer su Corazón
ensangrentado. No veo cómo lo como, sólo que me lo acerca, queriendo que
lo coma, pero la visión se corta en la dimensión cercana a mí. Varias veces se
repite este gesto de Jesús.
Ahora me veo comulgando de rodillas y que el sacerdote me da el Corazón de
Jesús así. Penetra en nuestra boca de manera misteriosa. El misterio es que
no se vea eso que pasa.
Ahora me muestra su Corazón ensangrentado como ofreciéndomelo en su
Pecho con las dos manos).
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