24-10-2010
Jesús:
Marga amada: ¿Me amas? ¿Me amas más que estos?
Apacienta mi mesnada.399
Que sepan que la mayoría de las cosas por las que se preocupan no son nada y que
al final triunfará mi Amor entre ellos.
Que no se pongan nerviosos por la crudeza de los tiempos que están preparados, y
en los que ven que entramos.
“Entramos”, amada. Vamos juntos. Van de mi mano.
Existen almas de todo tipo y no tenéis que desdeñar a unas de las otras. Que sepan
las fuertes que están ahí para fortalecer a las débiles, y las débiles que están ahí
para enseñar a las fuertes humildad.
Yo estoy haciendo con todos vosotros maravillas.
Sólo los que tengan miedo, porque no confiaron en Mí, son los que abandonarán el
camino.
El énfasis, lo tenéis que poner en la confianza.
La mayoría de vosotros no podéis con lo que Yo deseo enviaros.
Es mejor así:
reconoceos impotentes. Sólo así Yo podré hacer maravillas.400
Si vosotros veis que no podéis con lo que Yo os envío es porque no hacéis oración.
Yo deseo encontrarme con cada uno de vosotros en la oración para daros las
fuerzas e infundiros la Gracia.
Sí, díselo, amada, diles cuánto los amo.
399 Cfr. Jn 21,15-17.
400 Cfr. Lc 1,48s.
27-10-2010
Virgen:
¡Oh, amada! Si tú supieras lo original de tu Carisma y lo que Dios quiere
comunicar al Resto por tu medio. ¡Amada!, si lo supieras, no tendrías ningún
mérito, porque no podrías decir que no. No te podrías negar. Tan grande es, amada,
tan grande es.
Quisiera ser como Tú, Madre amada.
Bien, Marga, ¿qué pasa que no lo eres? Yo te he dado mi Corazón.
Marga amada: quisiera que tus manos fueran mis manos, y tus ojos mis caricias
maternales para todos aquellos que Yo amo y no les puedo mostrar mi Amor
porque están lejos de Mí.
Ah… Marga amada, abre, destapa la puerta de esa caja que es tu corazón, y deja
que caigan la perlas, las perlas para los demás. Déjame a Mí el gozo de repartirlas.
De repartir cuantas Yo quiera. Y tú sólo préstate a ser el cofre.
Como depositaria de un inmenso Don, Marga amada, a ti, el día de tu Juicio, se te
ha de pedir mucho.
Por eso quiero que tú des el máximo de lo que debieras dar. El máximo de lo que
estás llamada a dar. Y no me conformaré con menos.
No pienses en lo que no das, sino en todo lo que estás llamada a dar.
Marga amada: a diestra y a siniestra, te aparecerán voces que te digan que éste no
es el camino. No les hagas caso. Tú ven. ¡Dame la mano!
¡¡Amén!!, hija.
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