María ha dicho:
“Queridos hijos, oren por mis intenciones, porque Satanás quiere destruir mi plan que tengo aquí y robarles la paz.” ¿A qué plan se refiere la Virgen? A ese especial plan de paz que Dios Padre ha puesto en sus manos para los tiempos que vivimos, y que ahora está siendo amenazado por Satanás, toda vez que él quiere la guerra. Se recuerda que en ocasión de las guerras del Golfo Pérsico y de los Balcanes en 1991, la Virgen utilizó palabras similares a las del mensaje del 25 de agosto de 2014:
“¡Queridos hijos!, hoy como nunca antes los invito a la oración. Que vuestra oración sea oración por la paz. Satanás es fuerte y desea destruir, no sólo la vida humana sino la naturaleza y el planeta en el que viven…” (25 de enero de 1991)
“Queridos hijos!, también hoy los invito a la oración. Ahora, como nunca antes que mi plan ha comenzado a realizarse. Satanás es fuerte y quiere arrasar con mis planes de gozo y de paz, y que ustedes piensen que mi Hijo no es firme en Sus decisiones. Por eso, Yo los invito a todos ustedes, queridos hijos, a orar y a ayunar con una firmeza aún mayor. Yo los invito a una renuncia por nueve días, a fin de que, con la ayuda de ustedes, todo lo que Yo quería que se realizara por medio de los secretos que comenzaron en Fátima pueda cumplirse…” (25 de agosto de 1991)
“Queridos hijos! hoy, de una manera especial, los invito a todos ustedes a la oración y a la renuncia, porque ahora, como nunca antes, Satanás quiere mostrar al mundo su rostro ignominioso con el cual quiere seducir a la mayor cantidad posible de personas y llevarlas por el camino de la muerte y el pecado. Por tanto, queridos hijos, ayuden a mi Corazón Inmaculado a triunfar en este mundo tan pecador…” (25 de setiembre de 1991)
Entonces, es probable, que ahora nos encontremos en una situación similar a la de las guerras de los Balcanes y la del Gofo Pérsico. Recuérdese que el plan de María es ante todo un plan de paz que depende, en gran medida, de la respuesta de sus “queridos hijos”. El plan de María no ha fracaso, se acota, porque siempre hay esperanza en la respuesta de los fieles, sin embargo, ahora mismo está siendo amenazado y de esto debemos tomar conciencia, y en lugar de dejarnos llevar por la curiosidad de cómo se van a desarrollar los acontecimientos presentes, más bien hay que responder como la Madre lo espera, y hacer de la oración nuestra vida. Para eso se recomiendan estos tres pasos:
1. Abrirle el corazón a la Virgen.
Si María en realidad es nuestra Madre, la respuesta que Ella espera debe ser sencilla. Por eso lo primero es aceptar a María como Madre, Maestra y Mensajera Celestial frente a los tiempos que vivimos. Cuando se ama a una persona, en realidad, es difícil no atender una petición que venga de esa persona amada. El problema que muchos no responden a lo que la Virgen pide, puede comenzar en la falta de amor hacia Ella, el cual se puede esperar de los ateos, de los agnósticos, de los musulmanes, protestantes… pero no de un católico. Sin embargo, es probable, que muchos católicos no amen a la Virgen como merece ser amada y por lo tanto no se responda a su invitación. El Papa Francisco cada vez que sale de Roma hacia el exterior, o bien, cuando regresa de sus viajes, se dirige en peregrinación a la Basílica de Santa María la Mayor, como un peregrino más, y le coloca un ramo de flores a una imagen Suya. Ese gesto significa que María está en su corazón, que la ama, que cuenta con Ella en todo. Y ese ejemplo es digno de imitar. Como católicos hay que abrirle el corazón a la Virgen, de lo contrario no se le obedece, se pueden sentir sus palabras como un peso, y no como una petición de amor de alguien que ama y que espera ser amada del mismo modo.
2. Ponerse en paz con Dios y el prójimo para orar con el corazón.
En la primera semana de las apariciones de Medjugorje, la Virgen habló de la paz y de la oración con el corazón. Y dijo: “
para poder orar con el corazón por la paz, primero hay que perdonar y pedir perdón”. Es decir: “
reconciliarse con Dios y con sus hermanos”, porque de lo contrario, la oración sería ineficaz. Todos queremos paz y queremos que la paz sea un hecho también en los países donde ahora hay guerras, pero si no comenzamos por sacar las guerras de la enemistad, de la incredulidad, del propio corazón nuestras oraciones no serán eficaces. Por eso lo primero es la
reconciliación, hacer —como dicen los psicólogos—, un inventario de nuestras emociones para descubrir cómo estamos por dentro: si podemos ayudar o no al mundo, si podemos ayudar o no a los demás cristianos que ahora sufren persecución, si podemos ayudar o no a la Virgen. Por eso lo ideal es hacer el examen de conciencia, evaluar la situación interior y luego ir al
confesionario para pedir perdón y de esta manera, tener el corazón preparado para orar con el corazón. Luego, pedir perdón el hermano y perdonar a quien te haya podido ofender. Sin este paso no se puede orar con el corazón, las oraciones no son eficaces.
3. Orar incesantemente con las formas y recursos recomendados por la Iglesia.
La oración que la Virgen pide para este mes es una oración continua, por lo que ha dicho: “oren, oren, oren”. Esta frase repetitiva que María ha utilizado muchas veces significa: tener vida de oración continua, permanente. Y hacerla con los recursos que conocemos: el rezo diario del santo rosario con el corazón, rezarlo varias veces al día por la paz, por las intenciones del Virgen; y para quienes rezan la Liturgia de las Horas, incluir en las preces de cada día la oración por la paz y por las intenciones de la Madre. Además, hay que visitar el Santísimo Sacramento para pedirle que se realice el plan de María y que se nos regale el don de la paz del mundo. También sería recomendable —como ha pedido la Virgen— formar grupos de oración por la paz, es decir, reunirse en familia y con los amigos para hacer verdaderos oasis de paz mientras se implora el don de la paz mundial, para que se realicen los planes de la Virgen. También se deben ofrecer Eucaristías por la misma intención como hacer jaculatorias y rezar varias veces al día la coronilla de la Divina Misericordia. Todo esto acompañado de los pequeños sacrificios diarios y de los ayunos a pan y agua los miércoles y viernes de cada semana. Pienso, sin embargo, que lo más importante es tomar conciencia de la situación y no defraudar a la Madre en la llamada urgente que nos hace.
Padre Francisco Verar
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