(Jesús Bastante/Agencias).- "Pienso en particular en los golpes contra la unidad de la Iglesia, en las divisiones en el cuerpo eclesial. Vivamos la Cuaresma en una más intensa y evidente comunión eclesial,superando individualismos y rivalidades". Benedicto XVI, en su última celebración del miércoles de Ceniza antes de renunciar al pontificado, comenzó a marcar el paso a su sucesor, alertando de las peleas en el interior de la Iglesia, que se vislumbran entre las razones que pudieron motivar su marcha del solio pontificio.
Del mismo modo, pidió por la Iglesia "en este particular momento", y a los fieles que le tengan presente en sus rezos. "Cristo denuncia la hipocresía religiosa de los que buscan el aplauso. El rostro de la Iglesia está marcado por las divisiones. Mientras me preparo para concluir el ministerio petrino, pido un recuerdo especial en la oración", apuntó el Papa en mitad de un largo silencio.
"Hoy en día -prosiguió el Papa, en lo que parece un auténtico testamento espiritual-,muchos están dispuestos a desgarrar sus ropas por los escándalos e injusticias, siempre hechas por los demás, pero pocos parecen dispuestos a actuar en su corazón, su conciencia y sobre sus propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta".
"No hay que mantener una conducta que busque la aprobación de los demás. Cuanto menos busquemos nuestra gloria personal, más nos acercaremos a Dios", añadió Ratzinger.
El Papa concluyó con estas palabras: "Me apoya y me ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo, que nunca le hará faltar su guía y su cuidado. Gracias a todos por el amor y la oración con que me habéis acompañado", ha explicado. El Sumo Pontífice ha indicado durante la homilía que no son días fáciles para él, pero que ha notado "casi físicamente la fuerza de la plegaria que el amor de la Iglesia, vuestra plegaria, me da", y ha vuelto a repetir que "soy consciente de la importancia del hecho, pero tambiénconsciente de no ser capaz de llevar a cabo el ministerio de Pedro con la fuerza física y el espíritu que lo requiera".
Muchos de los presentes no han podido reprimir las lágrimas. El propio secretario de Estado, Tarcisio Bertone, ha subrayado que "hoy hay un velo de tristeza, pero Usted nos ha enseñado una gran lección de humildad".
La Misa del Miércoles de Ceniza, que tradicionalmente se celebra en la basílica de Santa Sabina, se trasladó hoy a San Pedro para permitir que un mayor número de fieles puedan estar cerca del Papa en los últimos días de su Pontificado.
Esta es la segunda aparición en público de papa después de que el pasado día 11 anunciara que renunciará al Trono de Pedro el 28 de febrero próximo. Esta mañana celebró la audiencia pública de los miércoles, a la que asistieron unas diez mil personas.
Acompañado de decenas de cardenales y centenares de obispos y sacerdotes, el Pontífice, que viste paramentos morados, el color de este tiempo de cuaresma, comenzó el ritual en el atrio del templo vaticano.
Después, en medio del canto de las letanías, se desplazó por la basílica de San Pedro en la peana móvil que usa desde hace dos años para llegar hasta el altar mayor y evitar así fatigarse.
Miles de personas asisten al rito, durante el cual el papa impondrá y recibirá las cenizas.
Antes de que anunciase su intención de renunciar al papado, Benedicto XVI tenía previsto, como es tradición, desplazarse hoy a la colina romana del Aventino, una de las siete romanas, para presidir los ritos del Miércoles de Ceniza.
Allí debía presidir la tradicional procesión desde la basílica de San Anselmo hasta la cercana de Santa Sabina, donde impondría a los cardenales las cenizas y las recibiría.
Benedicto XVI se retirará el próximo domingo por la tarde durante una semana en ejercicios espirituales, que celebrará, junto a los cardenales de la Curia romana, en la capilla "Redemptoris Mater", del Vaticano.
El retiro espiritual concluirá el sábado 23 de febrero. Durante esos día no celebrará ningún acto público.
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