Viernes 15 de Febrero del 2013
Primera lectura
Lectura del libro de lsaías (58,1-9a):
Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. "¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?" Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.18-19
R/. Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15):
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Viernes 15 de Febrero del 2013
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
¿Cuál es el ayuno que Tú quieres, Señor?
Cuaresma y viernes: día penitencial para un cristiano. Las lecturas, por si quedaba alguna duda, lo expresan claramente. Por boca de Isaías, Dios se asombra de que podamos expresar deseos de conocer sus caminos, querer ser fieles a sus sentencias practicando ayunos y mortificaciones y, a la vez, desatendernos de cuantos nos rodean. ¡No solo del pobre, del preso, del hambriento, sino de todo lo que no sea mi propio interés, mi propio yo! Ciertamente, es una lectura dura si dejamos que toque nuestro corazón. Que fácil es ayunar, privarnos de ciertos alimentos y hacer algunos gestos visibles y no tocar ni por asomo mis actitudes más arraigadas, las más necesitadas de conversión: “dar puñetazos sin piedad”, generar disputas entre nosotros, no reconciliarnos con quien nos ha herido, no pedir perdón a quien hemos dañado, seguir cerrado en mí mismo… Cada uno tendríamos que poner aquí nuestra propia llamada… lo que está más necesitado de conversión, ayuno y renuncia en mi vida. Aquí y ahora. Y a partir de ahí, quizá se de el “milagro” y nos brote carne sana. El Señor en persona responderá a nuestra oración. ¿Por qué nos cuesta tanto “personalizar” la fe, la cuaresma, el ayuno que Dios quiere?
¿Será porque no tenemos conciencia de vivir junto al novio en la fiesta de bodas? Así lo expresa el evangelio de hoy: la vida de un cristiano es una celebración de bodas. Todo dependerá de tu cercanía con el novio, con Jesús… Porque los amigos del novio no ayunan cuando está con ellos. Lo malo es vivir una fe tan plana que ni nos alegramos en exceso junto a Jesús ni ayunamos en profundidad cuando es tiempo de conversión. El ayuno y la penitencia de un cristiano no pierde profundidad por saberse viviendo en una continua fiesta, al lado del Resucitado. No lo olvidemos en cuaresma.
Al menos por hoy, pensemos cómo hacer de este viernes un día penitencial que agrade a Dios. Un corazón contrito que busca misericordia en Dios, como reza el salmo… Quizá sea el mejor camino para aprender a negarnos a nosotros mismos, no con prácticas huecas y ostentosas, sino en la verdad que abre espacios a Su Presencia. Quizá este pequeño, bello y antiguo texto del P. García Nieto nos ayude en el día de hoy:
“He visto también con mucha alegría,
cómo cuanto más lucho por salir de mí e ir a Vos,
más dentro de mi me encuentro;
y es que Vos estáis más dentro de mi que yo,
o que yo no estoy en mí, sino cuando estoy en Vos.
Que cuanto más me decido a hacerme guerra, más en paz me encuentro.
Que cuanto más me renuncio, más me poseo.”
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
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