Lunes 27 de Mayo del 2013
Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (17,20-28):
A los que se arrepienten Dios los deja volver y reanima a los que
pierden la paciencia. Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su
presencia y disminuye tus faltas; retorna al Altísimo, aléjate de la
injusticia y detesta de corazón la idolatría. En el Abismo, ¿quién alaba
al Señor, como los vivos, que le dan gracias? El muerto, como si no
existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor.
¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que
vuelven a él!
Palabra de Dios
Salmo
Sal 31,1-2.5.6.7
R/. Alegraos, justos, y gozad con el Señor
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R/.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará. R/.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (10,17-27):
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno
corriendo, se arrodilló y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para
heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que
Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a
tu madre.»
Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: «Una cosa te falta:
anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un
tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el
ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a
ser a los ricos entrar en el reino de Dios!» Los discípulos se
extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a
los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello
pasar por todo el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de
Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio del Lunes 27 de Mayo del 2013
Queridos amigos y amigas:
El Evangelio nos trae a colación ese famoso relato del Joven Rico. Un
joven se acerca a Jesús y le pregunta qué tiene que hacer para heredar
la Vida Eterna. La respuesta de Jesús es sencilla: “cumple los
mandamientos”.. pero el joven quiere más, le parece que esto no es
bastante. Es Jesús el que detecta esa búsqueda en el interior del joven y
le hace una propuesta más exigente aún: “vende lo que tienes, dale el
dinero a los pobres, y luego ven y sígueme”. Ante la propuesta de Jesús
el joven se marcha cabizbajo, derrotado antes de emprender el camino,
atado por sus riquezas, comodidades y seguridades, incapaz de dar rienda
suelta a lo que su corazón le pide y que Jesús expresa en su propuesta.
Vivimos en una grave crisis vocacional a la Vida Religiosa y al
sacerdocio. Vocaciones de servicio y seguimiento exigente de Jesús. En
esa búsqueda de razones para la sequía pensamos que la razón más
importante era nuestra falta de exigencia a la hora de vivir la
radicalidad de la consagración religiosa o la entrega al ministerio, y
en parte creo que hay algo de eso, aunque en muchos países de África y
de Asia las vocaciones son abundantes y vigorosas. Jesús en el evangelio
nos ofrece otra razón y es que, en este mundo rico en el que vivimos,
los oídos se cierran a la escandalosa propuesta de Jesús. ¿Quién va
aceptar esta invitación, por muy divina que sea, que nos hace una
propuesta tan escandalosa, abandonarlo todo, renunciar a todo, para
tener un tesoro en el cielo…?
Pero Dios sigue llamando, no se cansa de tocar el corazón de las
personas y esperar una respuesta no de cumplimiento sino de radicalidad
generosa con el anuncio del Reino de Dios.
Quizá también nosotros, que creemos que hemos respondido a la
propuesta, debamos también volver a sentir de nuevo la mirada cálida de
Jesús y recuperar ese corazón inquieto que no se conforma con la vida
tranquila y sosegada en una parroquia, o en un colegio, o en otros
ministerios tan importantes. Quizá debamos de nuevo escuchar la voz que
nos llamó a quemar las naves y no buscar otra seguridad que la compañía
del Maestro, siguiendo sus pasos hacia la cruz. y volver a
entusiasmarnos con la novedad constante de Reino que nos invita a
caminar hacia el horizonte.
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