(Jesús Bastante).- Eran las siete y veinte de la mañana cuando Francisco llegó a la cuna del "poverello" de Asís. La histórica visita de Bergoglio a la patria de San Francisco arrancó con frío, y con tristeza: lavergüenza de Lampedusa (más de 300 muertos) pesa en una Italia con banderas a media asta, de luto, y en el rostro de Francisco, quien sin embargo dedicó la más amplia de sus sonrisas a los niños y jóvenes discapacitados del Instituto Seráfico de Asís.
Fue una bienvenida con gritos, gemidos, con lamentos de aquellos que no terminaban de entender quién era aquel que les visitaban, quien decidió que su primera parada en Asís debía ser para estar con ellos, los más alejados de una sociedad que, con catástrofes como la de ayer, muestra ciertamente su incapacidad.
El alcalde de Asís abrió el acto recordando a los fallecidos, y destacando el valor de los voluntarios y trabajadores del centro de "donarse a los demás, de dar vida a la vida y dar esperanza a la esperanza". Francisco saludó afectuosamente, antes y después de sus primeras y breves palabras, a los chicos en sillas de ruedas, a los que se sostenían apoyados en su cuidador.
Visiblemente impresionado, el Papa dejó a un lado los papeles que llevaba preparados e improvisó con lentitud y suavidad, poniéndose en la piel de "estos chicos, estos niños, estas personas. En su altar, adoramos la carne de Jesús"
"Viéndoos -dijo el Papa- me viene a la mente cuando Jesús caminaba con los discípulos. él camina con nosotros hoy". Dirigiéndose al obispo de Asís, señaló que "me decía que éste -la capilla- es un lugar de oración. Porque Jesús está presente en la simplicidad de un pan que se parte, y también en vosotros. Aquí está Jesús. Jesús está en la Eucaristía, y también está expuesto aquí, y será escuchado".
"El cristiano adora a Jesús, sigue a Jesús, el cristiano se reconoce en las llagas de Jesús", resaltó Francisco, seguramente pensando en las llagas que recorren las mentes y los cuerpos de los habitantes del Instituto Seráfico de Asís.
"Jesús está presente en la carne, en estas personas están las llagas de Jesús. Jesús era bellísimo, no había en su cuerpo fiebre o defectos... era muy bello. Porque Jesús conservó las llagas. Las llagas de Jesús son presentadas delante del Padre".
"Dios hoy nos está esperando", concluyó Francisco, que pidió a Dios "que nos dé voz, y que los cristianos le escuchemos".
Tras sus palabras, pareció retirarse, pero a los pocos minutos apareció por una de las ventanas, deseando a los presentes un buen día, y pidiéndoles que rezaran por él: "Pero rezad a favor, no en contra".
La siguiente parada, en un centro para pobres asistidos por Cáritas.
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