Confusión.
11-11-88 1553
Hija, en estos días más que nunca se ve la confusión en las almas.
Eso hace que los hombres se alejen de Dios, que desprecien a Dios.
Hay en el mundo, necesidad de la Tutela de Dios.
Es por eso que la Madre, hace a los hijos, un llamado de alerta.
Sea humilde el corazón del hombre y sepa reflexionar.
Bendito sea el Señor, por Su Misericordia.
Sea esto conocido.
Leed: Ezequiel C. 33, V. 11
11 Tú diles, en cambio: "Juro por mi Vida - oráculo del Señor - que Yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértanse, conviértanse de su conducta perversa! ¿Por qué quieren morir, casa de Israel?"
(Mensaje de María del Rosario de San Nicolás - Argentina)
Comentario:
Muchos no creen en Dios porque no le conocen, no saben lo bueno que es, tienen una idea equivocada de Dios, o tal vez ni siquiera creen que existe y que los ama infinitamente. Pero que esto también ocurra entre los católicos es paradójico, porque muchos de nosotros no conocemos bien a Dios, sino que tenemos de Él una idea equivocada, y por eso no lo amamos como merece, ni lo damos a conocer con fidelidad para que otros se acerquen al Señor.
Es tiempo de comenzar a conocer a Dios, porque nadie puede amar lo que no conoce. Entonces, si profundizamos en el conocimiento de Dios, nuestra alma se abrirá al amor y lo amaremos como piden los mandamientos.
Nadie puede dar lo que no tiene. Por eso si no conozco a Dios, no puedo transmitir ese conocimiento a otros, y si no vivo en gracia de Dios, es decir, teniendo a Dios habitando en mi alma, tampoco haré mella en las almas de los hermanos, porque si no vivo el amor de Dios estando en amistad con Él, entonces no podré hacer que otros vivan así.
En el mundo hay crisis religiosa porque hay crisis de gracia. Efectivamente la gran mayoría de los hombres, incluidos los católicos, viven en pecado mortal, y entonces es lógico que la fe esté en extinción, porque una fe sin obras está muerta, y decir que creemos en Dios, pero actuar como si Él no existiera, eso trae una gran confusión y oscuridad al mundo.
Si queremos que el mundo se convierta, comencemos por convertirnos nosotros mismos, haciendo una sincera y completa confesión sacramental, para después transmitir la fe a los demás.
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