SALMO MISERERE
Tenme piedad, oh Dios, según tu amor,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
y de mi pecado purifícame.
Pues mi delito yo lo reconozco,
mi pecado sin cesar está ante mí;
contra Ti, contra Ti solo he pecado,
lo malo a tus ojos cometí.
Por que aparezca tu justicia cuando hablas
y tu victoria cuando juzgas.
Mira que en la culpa ya nací,
pecador me concibió mi madre.
Mas Tú amas la verdad en lo íntimo del ser,
y en lo secreto me enseñas la sabiduría.
Rocíame con el hisopo, y seré limpio,
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Devuélveme el son del gozo y la alegría,
exulten los huesos que machacaste Tú.
Retira tu faz de mis pecados,
borra todas mis culpas.
Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,
un espíritu dentro de mí renueva;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.
Vuélveme la alegría de tu salvación,
y en espíritu generoso afiánzame;
enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y los pecadores volverán a Ti.
Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.
Pues no te agrada el sacrificio,
si ofrezco un holocausto no lo aceptas.
El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén!
Entonces te agradarán los sacrificios justos,
–holocausto y oblación entera–
se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos.
Se trata del más famoso de los salmos penitenciales (nº 51) y la expresión más perfecta de un corazón verdaderamente arrepentido. Se atribuye al rey David, el cual lo pronunció tras su arrepentimiento por el adulterio cometido con Betsabé. A próposito de él comenta San Pedro de Alcántara (1499-1562):Misericordia, Dios mío, por tu bondad. Porque si en todas tus obras eres incomparable, en la misericordia te superaste a ti mismo… Te encarnaste por misericordia, naciste, viviste, moriste por misericordia. Tan natural te es tener misericordia como al fuego quemar y al sol alumbrar; y antes dejará el fuego de quemar y el sol de alumbrar, que tú de tener misericordia. ¿Acaso te faltará misericordia para un pobre como yo, que con tanta insistencia te la pide?. (Fuente: Directorio franciscano).
YO PECADOR
(CONFITEOR)
Yo, pecador, me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente con el pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa. Por tanto, ruego a la bienaventurada siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN I
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amen.
ACTO DE CONTRICIÓN II
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros, hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, Nuestro Señor.
ORACIÓN PARA PEDIR PERDÓN
Oh Dios, dame en esta hora la gracia de reconocer debidamente mis pecados ante ti, y de arrepentirme de ellos verdaderamente. Borra de tu libro, Señor de misericordia, mis múltiples acciones cometidas contra ti. Perdóname todas las distracciones en la oración, mis pecados de omisión, y mis pecados deliberados contra la conciencia.
Dame luz para ver lo que he de hacer, valor para emprenderlo y firmeza para llevarlo a cabo. Que en todas las cosas avance en la obra de santificación, de la realización de tu voluntad; y que en definitiva, por tu misericordia, pueda alcanzar la gloria de tu Reino eterno, por Jesucristo nuestro Señor. Amen
PERDÓNAME SEÑOR
Padre bueno,
tengo necesidad de ti,
cuento contigo
para existir y para vivir.
En tu Hijo Jesús
me has mirado y amado,
pero yo no he tenido la valentia
de dejarlo y seguirlo,
y mi corazón se ha llenado de tristeza,
pero Tú, eres más fuerte que mi pecado.
Creo en tu poder sobre mi vida,
creo en tu capacidad de salvarme
así como soy ahora.
Por mi parte hago el propósito sincero
de evitar las ocasiones próximas de
pecado.
Dame tu fuerza. Acuérdate de mí.
¡Perdóname!
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