2 de Diciembre de 1976
RETOÑOS DESPEGADOS DEL TRONCO
Hijo mío, escribe:
no basta la fe en mi presencia eucarística en medio de vosotros, no, hijo mío, no todos los sacerdotes que celebran en pecado, y
por tanto sacrílegamente, están sin fe, la mayoría tienen la fe, debilitada, pero la tienen, sin embargo, son sacerdotes pésimos;
creen en Mí, pero sienten una aversión hacia Mí originada por el estado de culpa en el que se encuentran.
Cuando un sacerdote está en pecado interrumpe voluntariamente la acción de las gracias actuales en su alma, esto es, a aquellos
impulsos de Gracia que Dios infinitamente bueno da con liberalidad a las almas en medida y proporción a su receptividad, y,
mientras prácticamente se cierra el alma a Dios, se abre al Demonio, que puede entonces sin dificultad influenciar las almas de los
culpables hasta hacerlas sus esclavas.
Si un sacerdote no se siente atraído hacia el Sagrario, es un retoño sin raíz, es una rama separada del tronco. Un sacerdote que no
siente ninguna atracción por el Sagrario donde reside El Amor, no puede tener sino un espíritu agostado e infecundo.
Hijo mío, ¿cuántos son hoy, los sacerdotes en este estado de aridez y de infecundidad espiritual? ¡Tantos que no los podrías
contar!
Tenemos unos aliados
Hijo, te quiero explicar la duda que ha entrado en tu espíritu en este instante; tú has pensado: si un sacerdote está en pecado y ha
roto toda relación con Dios, nada puede dar y nada puede recibir de Dios; además entra en la órbita de Satanás y entonces para
éste o para estos, ya no hay esperanza de salvación, ¿no es así?
Respuesta: no es así hijo, no debes nunca olvidar la gran lucha entre las potencias del mal y las potencias del bien, la acción del
Angel de la Guarda, del Santo Protector y la acción de los Bienaventurados del Paraíso, esta lucha está en curso, y no se terminará
sino con el fin de los tiempos.
Tampoco las almas en gracia deberían caer, pero la acción de las fuerzas oscuras del infierno no se detiene sino con la muerte.
No basta pues con creer en la Eucaristía, inefable misterio del que el Sacerdote es también artífice, sino que el sacerdote debe estar
consciente de la parte que en este gran misterio Dios le ha reservado.
En la Santa Misa el sacerdote con Jesús y con la Madre es protagonista del misterio de la Cruz, partícipe del sacerdocio real y
eterno de Jesús, vive en esos momentos como nunca su sacerdocio con Cristo y con la Madre ofreciéndose como Cristo y como La
Madre al Padre por la remisión de los pecados, y en este ofrecimiento tan descuidado y tan incomprendido está la fuente verdadera
y eficaz de la salvación de sí mismo y de las almas.
Repito que si un sacerdote no está convencido de esta realidad sobrenatural es como aquel que echa a la basura una preciosísima
gema de incalculable valor, no conociendo y por tanto no apreciando ni su belleza ni su precio.
Este ofrecimiento que el sacerdote debe renovar con Jesús y con La Madre cada vez que celebra es muy importante, porque debe
ser ofrecimiento eficaz, es decir, debe obrar el aniquilamiento del propio "yo", como en Jesús y la Virgen María y esto quiere decir
la inmolación moral y espiritual de sí mismo ¿No fue vivido por Jesús,
“No se haga mi voluntad sino la Tuya?
Para ser imán
Es esto lo que hace santo al sacerdote, es esto lo que hace fecundo al sacerdote, esta es la fuente de la levadura fermentadora de
Gracia para las almas y para toda la acción pastoral que el sacerdote debe realizar.
Los sacerdotes de hoy, salvo excepciones de los pocos verdaderamente afortunados, son áridos, estériles, infecundas ramas secas,
buenas sólo para quemar, no obstante la aguda fiebre que los agita y los mueve a obrar aún demasiado activamente.
La Santa Misa, celebrada en comunión perfecta con Cristo y con la Virgen Santísima por las mismas finalidades por las que Cristo
continúa inmolándose y la Virgen ofreciéndose, serán, para el sacerdote verdadero y santo, terror de los demonios que verán
arrancarse de ellos innumerables almas.
El sacerdote santo que celebra su Misa en unión Conmigo y la Madre, es objeto del amor de Dios y al mismo tiempo imán potente
para todas las almas necesitadas de ayuda y de consuelo espiritual.
En él sentirán estas almas el perfume de Cristo, verán en él a otro Cristo, emanará de él el buen olor de Cristo; es así como el
sacerdote, conforme a mi Corazón, se hace Conmigo corredentor.
Sólo así el sacerdote santo será el sacerdote sin velos, es decir, sin ficciones; su alma límpida y pura será el espejo de tantas y
tantas almas.
El sacerdote verdaderamente santo está y estará convencido de no ser él solo el responsable de las almas, de su actividad y de su
apostolado, sino que sabe bien y cree con convicción que el Protagonista de la Redención es Jesús; él e sabe que es un colaborador
escogido, creyendo bien en las palabras: "No sois vosotros quienes me habéis escogido a Mí, sino Yo os he escogido a vosotros".
Te bendigo, hijo, reza y ámame.
No hay comentarios:
Publicar un comentario