26 de Noviembre de 1976
REDENCIÓN Y SANTIFICACIÓN PARA TODOS
Escribe, hijo mío:
En un mensaje contenido en el libro "Hijitos míos, ánimo", se te ha dicho que el orden establecido por Dios en el universo exige
que todas las cosas y todas las criaturas deben ocupar el puesto, para el que han sido creadas.
El Padre, Creador y Señor de todo y de todos dirige con sabiduría, bondad y amor infinito a todos y a todo hacia el logro del
propio fin en la armonía del universo.
También en mi Iglesia, nacida y brotada de Mi Corazón abierto, sociedad humana y divina, terrena y celeste, en armonía y
uniformidad con el Padre, las almas son llamadas a tomar parte, para que todas y cada una puedan alcanzar su fin, su santificación
en la tierra y su glorificación en el Cielo, en el puesto a ellas asignado por Dios.
En cada sociedad no todos hacen ni pueden hacer las mismas cosas, sino que cada uno, siguiendo sus propias aptitudes, sería más
exacto y conforme a la verdad decir, siguiendo su propia vocación, realiza la acción y la misión querida y predispuesta por el
Supremo Ordenador para el bien de todos; y es así que las criaturas, aunque no siempre y todas conscientemente, se integran y se
completan con un acto de amor reciproco que está en las raíz del corazón humano, de la sociedad humana, en un intercambio y
donación reciproca, esencial para la convivencia y supervivencia de la naturaleza humana, en un acto de amor natural y
rudimentario que forma el cemento de la unión para formar de todos una sola familia, una sola sociedad en la que los diversos
miembros, no están ni deben considerarse en orden al bien personal, sino al bien social de todos.
Así el Padre ha ordenado y ordena la sociedad humana.
Misión de mi Iglesia
El que se rebela a los designios del Padre, Creador y Señor, supremo ordenador de todas las cosas y criaturas, infringe el derecho
divino y natural y peca gravemente contra Dios y contra los hermanos, es decir, contra la sociedad dando origen a una serie de
desordenes personales primero, sociales después, de una gravedad inmensa e ilimitada.
Por esto, el actual ordenamiento social de los pueblos capitalistas y comunistas, y el mismo ordenamiento de Mi Iglesia, suena y
grita venganza en la presencia de Dios.
Los hombres y los cristianos han quebrantado el orden preestablecido conculcando el
derecho y la justicia; Dios no los puede tolerar más y serán aplastados en el impacto con Cristo Liberador y Redentor.
Declarado esto previamente, hijo mío, volvamos al problema de las vocaciones que es un problema grave.
Mi Iglesia se rige fundamentalmente sobre los principios generales sobre los que se debe regir la gran familia humana, pero Mi
Iglesia se distingue de todas las demás sociedades humanas por su ordenamiento como sociedad perfecta en la cual lo humano y lo
divino se encuentran, se entrelazan y se funden, por lo que ella se diferencia, emerge y se levanta sobre las familias de los pueblos
y sobre las otras sociedades humanas, precisamente por esta su misteriosa naturaleza que tiene como su fin propio guiar y orientar,
con la luz de sus verdades, de las que ella es depositaria y guardián, para guiar a los pueblos en el camino de la Salvación eterna.
Ninguna otra sociedad fuera de Mi Iglesia tiene una misión igual, por tanto, tampoco tendrá una igual dignidad y salvación.
Pero
que quede bien claro que la grandeza de Mi Iglesia no esta originada por la fastuosidad, la riqueza, la pompa, por la exterioridad,
sino siempre y únicamente por el misterio de su naturaleza humana y divina, por su misión en el mundo de guiar a los hombres y a
los pueblos a la Patria celestial del Paraíso.
En la Iglesia el Sacerdocio tiene un puesto de primaria importancia
En la Iglesia el Sacerdocio tiene un puesto de primaria importancia
Tarea nobilísima y ardua pero realizable.
El misterio de la Iglesia se manifiesta también en el Sacerdocio que por su institución
jerárquica ocupa un lugar de primera importancia.
De Mi Sacerdocio brota la realeza; Yo soy el Rey sumo y eterno. Por Mí todas las cosas han sido hechas y todas me pertenecen, y
de este mi real y eterno Sacerdocio, Yo hago partícipes a aquellos que ab aeterno56 han sido escogidos por Mi Padre Celestial.
El escogido, criatura humana, es investido de mi Divina y real dignidad sacerdotal, con la tarea, en Mi Iglesia, de hacerse directo
colaborador Mío y corredentor para la realización del misterio en acto de la salvación.
Hijo mío, no es posible explicarte en términos humanos la grandeza humana y divina de la naturaleza, del poder y de la dignidad
sacerdotal, porque vuestras palabras y vocablos no sirven para explicar lo divino, lo sobrenatural, lo eterno, lo infinito... pero una
atenta reflexión por parte de mis sacerdotes sobre el Misterio del cual son parte, puede servir para hacerlos a ellos más
responsables y más atentos a sus deberes.
Hijo mío, por hoy basta; continuaremos nuestro coloquio, porque ni mucho menos está agotado.
Te bendigo y contigo bendigo a todos aquellos que te son particularmente queridos. Ámame y ofréceme tus sufrimientos y tus
oraciones por la conversión de muchos de mis sacerdotes.
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