30 de Noviembre de 1976
ALMAS VÍCTIMAS
Hijo mío, escribe:
¿Quiénes son las almas víctimas? ¿Cuál es el fin de las almas víctimas?
¿Por qué las almas víctimas no son conocidas, sino por poquísimas almas? ¿Por que las almas víctimas incurren frecuentemente en
la aversión o incomprensión y a veces persecución de quienes, por razón de lógica, las deberían comprender y apoyar en todas las
formas?
¿Quiénes son?
Las almas víctimas son almas elegidas y escogidas por el Cielo, por la Divina Trinidad, de la que se convierten en hijas y esposas;
son las almas más amadas del Padre y más íntimamente unidas al Hijo y al Espíritu Santo.
Son las almas que, generosamente, con frecuencia heroicamente, hacen a Dios don de su vida humana condicionando toda su vida
a la Divina Voluntad, no queriendo sino lo que Dios quiere de ellas, no deseando sino sólo a Dios, verdadero, único y gran bien,
Alfa y Omega de todo y de todos, ofreciéndose e inmolándose a si mismas por amor a Dios, Supremo Bien, razón y fin de nuestra
vida, para reparar las ofensas propias y las de los demás.
¿Qué hacen? Suben con Cristo a la Cruz
Las almas víctimas son almas privilegiadas que únicamente piden no sólo poder seguir a Cristo, según Sus palabras: “quien quiera
venir en pos de Mí, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame”, no sólo se contentan con seguir a Cristo en el camino del
Calvario, sino que suben con Cristo hasta la Cruz.
Son almas valerosas, heroicas y generosas, son las almas que sienten profundamente la socialidad de la Iglesia y sobre todo de la
Iglesia debilitada y por esto se ofrecen.
Las almas víctimas son las almas iluminadas que han comprendido que no puede haber amor a Dios ni a los hermanos sin el
sufrimiento, son las más fieles y auténticas intérpretes y realizadoras de los dos mandamientos del Amor.
Las almas víctimas son las que, elevándose por encima de la densa oscuridad que envuelve a la humanidad, quieren elevarse y de
hecho se elevan arriba a lo alto, por encima de la atmósfera contaminada y corrompida de esta humanidad materialista, y aun
caminando en la tierra, sus almas y sus pensamientos están arriba en el cielo, dirigidos todos a Dios, con Dios y en Dios.
Las almas víctimas son los pararrayos de la humanidad; ¡ay de los hombres, ay de la tierra si no hubiera almas víctimas! La
Justicia Divina habría ya recorrido su inexorable camino incinerando todo y todos.
¿Por qué son tan poco conocidas?
Hijo mío, porque el verdadero bien, la verdadera virtud es esquiva de la publicidad, del rumor del mundo, de los modos de vivir
del mundo; por esto aman vivir en el retiro, en el escondimiento, en el silencio para estar prontas siempre a captar la voz y las
luces que vienen de lo alto, para poder uniformarse a la Divina Voluntad que las quiere, sí en el mundo, pero escondidas a los ojos
de los que no las saben ni las pueden comprender y porque ellas, enamoradas de Dios, no podrían desarrollar su coloquio con Dios
sino en su humilde reserva.
Aún son poco conocidas, hijo mío, porque los hombres al no comprenderlas a sus ojos aparecen como locas e insensatas, así el
mundo no las ama sino que muy frecuentemente las desprecia, se ríe de ellas y las evita, pero en realidad las teme y a menudo las
rechaza porque su heroica abnegación suena a severa condena y a justa advertencia que las conciencias taradas no toleran.
Nos insensati... credebamus... 57
Los hombres un día deberán rectificar sus pensamientos y sus juicios sobre las almas víctimas a las que voluntariamente han
ignorado y despreciado. Los hombres un día verán como el rico Epulón vio al pobre Lázaro reposando en el Seno de Abraham.
Los hombres un día se dirigirán a las almas víctimas exclamando: "Nos, insensati, ergo erravimus a via veritatis.
Nos
credebamus..."58
Hijo mío, te he dicho otras veces que mis caminos son diferentes de vuestros caminos; quien cree en Mí no se perderá en los
oscuros laberintos de un mundo dominado por el Maligno, mas quien cree en Mi me seguirá por los senderos que Yo he trazado
para todos con mi vida en la tierra.
Te bendigo, hijo, ámame.
¡Ven, hijo, en pos de Mí, ven y sígueme y no te arrepentirás!
57 Nosotros insensatos. creíamos...
58 Nosotros, insensatos, luego equivocamos el camino de la verdad. Nosotros creíamos...
(Sb 5,6)
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