3 de Abril de 1977
LOS DEMONIOS: ORIGEN Y CAUSA DE TODO MAL
Escribe, hijo mío,
En los precedentes mensajes te he hablado de las fuerzas oscuras del infierno; te he dicho que vuestra mente no puede abarcar su
número; te he hablado de su naturaleza espiritual, son puros espíritus, diferentes de vosotros que sois espíritu y materia; te he
hablado de la superioridad de su naturaleza sobre vuestra naturaleza, te he hablado de su poder sobre la materia, son muchos los
que han intuido todo esto, pero por el miedo y la vergüenza de ser considerados retrógrados hablan de parapsicología, palabra
inventada para justificar hechos, o que no comprenden, o que si a veces intuyen el origen de ellos y las causas, por respeto humano
las callan.
Hijo, te he hablado de la vida de estos seres inmundos, toda remachada en el mal; ellos son el mal y de todo mal son origen y
causa.
Odian a Dios que es el Bien, y odian a todos aquellos que hacen el bien, he aquí por qué los buenos están sometidos a tantas
contrariedades que no conocen los malos.
Esto que para muchos es un misterio, es cosa sencilla de comprender; odian la luz y la verdad, ellos son tinieblas y error y en la
oscuridad y en el error están congelados.
Han salido del infierno y cubren la tierra y sobre ella anidan en cualquier lugar; su suprema aspiración es entrar en el alma y en el
cuerpo del hombre para oscurecerlo, extraviarlo y dominarlo y finalmente para arrastrarlo a la perdición eterna.
No tienen otras
miras fuera de éstas, porque es sólo así como realizan por completo su odio a Dios y a la humanidad. Si los hombres, y en
particular los cristianos, no tienen clara conciencia de esta tremenda realidad, del gran peligro que constituyen para ellos estas
malvadas potencias, se arriesgan a la condenación eterna.
Centinelas avanzados contra el enemigo
¿Cuál es, hijo mío, la finalidad de todas las actividades de la pastoral si no es la salvación de las almas?
¡He aquí porqué la pastoral debe ser revisada y rehecha sobre principios evangélicos y no sobre las ideas de hombres presuntuosos
y soberbios!
Hijo mío, te has preguntado muchas veces y me has preguntado por qué jamás Yo haya querido de ti una amarga experiencia
poniéndote en conocimiento, más que con las palabras, con los hechos, permitiendo el impacto directamente con el oscuro mundo
del infierno ignorado, causa de la crisis de fe, hasta de algunos Obispos y muchísimos sacerdotes afectados de racionalismo y
materialismo, por lo que pretenden explicar todo en clave racional o material.
Este oscuro mundo ignorado por la mayoría, aunque
sufren su tiranía, es bien conocido a las almas privilegiadas en rápido ascenso en el camino por la vía de la perfección.
Pregunto: ¿Por qué, Jesús mío, sólo a estas almas privilegiadas?”
Respuesta:
Porque a ellas he confiado y confío una misión especial, la de ser en Mi Iglesia y en el ejército que tengo constituido en
Mi Iglesia, con el Sacramento la Confirmación centinelas de avanzada, en la Gran lucha en acto contra el enemigo, de ser pioneros
de la Iglesia nueva regenerada, reconstruyendo lo que el infierno y la necedad y soberbia humana ha destruido. El ejército del que
hoy te he hablado está en ruina; de hecho, ¿qué soldado puede ser aquel que ni siquiera sabe que es soldado y que por eso no se
preocupa por las armas indispensables de defensa y de ataque?
Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón
Hijo, repetidamente te he dicho cómo debería ser combatida por los cristianos esta lucha que Yo el primero he combatido;
recuérdenlo Obispos y Sacerdotes, esto es esencial: no podrán vencer jamás en esta gran batalla sino pisando sobre mis huellas, los
ejemplos míos.
Humildad infinita es el misterio de mi Encarnación; obediencia, pobreza y amor ha sido toda mi vida terrena; varias veces he
dicho:
"Aprended de Mí... Quien quiera venir en pos de Mí, que me siga". Yo he trazado el camino.
¿Qué finalidad tenía y tiene el sacrificio de la Cruz siempre en acto sobre la tierra en la Santa Misa, si no el triunfo del amor, de la
verdad, de la justicia, de la paz, sobre todo el mal que el infierno vomita continuamente sobre la humanidad entera y sobre cada
alma en particular?
¿No te parece, hijo mío, que todo sea claro?
Lo que en cambio es absurdo y paradójico es la insensibilidad de aquellos que,
revestidos con mi sacerdocio, hechos copartícipes de mis poderes divinos, no tengan de ello conocimiento; se han extraviado en
los oscuros laberintos de la vanidad, en los senderos de la herejía y del error.
Hijo, la hora es grave, henchida y saturada de todas las pasiones; la hora tantas veces anunciada y tantas veces aplazada por las
lágrimas y la intervención de mi Madre y Madre vuestra que ha sido escuchada porque el amor de la Hija primogénita, de la Madre y de la Esposa de Dios, es el Amor de Dios, el cual es infinitamente Misericordioso e infinitamente justo; está cercana por
lo que, si no habrá arrepentimiento verdadero, sincero y universal en mi Iglesia, ya no podrá ya ser impedido el curso de la divina
justicia.
Hijo, no alarmarte, no atemorizarte, no titubear en tu fe; tú has experimentado, has visto y ves ahora, pero tú sabes porque Yo te lo
he dicho y confirmado, que nadie podrá hacerte mal.
Adelante, hijo, no te cuides del inepto juicio, de la incredulidad de aquellos que si bien deberían creer, pero no ven y no creen,
porque culpablemente han renunciado a la luz de Dios por la oscuridad del propio yo.
Te bendigo hijo, y contigo bendigo a todos aquellos que en humildad de espíritu, creen en mis palabras, que son palabras de vida,
inmutables y eternas; pasarán las generaciones pero no pasarán las palabras mías.
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