10 de Noviembre de 1977
GRAVÍSIMOS PECADOS DE OMISIÓN
Hijo mío, escribe: soy Jesús.
Yo, hijo mío, te he llamado y tú has creído en mi palabra; también llamé a Pedro, a Santiago, a Juan y a otros, y ellos creyeron.
Hijo, si cuando tú y ellos oída mi llamada, no hubierais respondido, ¿qué habría sido de ti y de ellos?
Cuando en el corazón de la noche por tres veces llamé:
"¡Samuel, Samuel!" Las tres veces me respondió: "heme aquí, Señor";
exquisita sensibilidad se necesita para responder a Dios que llama.
Ahora Yo, Jesús, te digo, considera todo el bien carente, porque no ha sido realizado por parte de aquellos que no respondieron a
mi llamada, que no respondieron a mis repetidas invitaciones; tú, hijo mío, no podrás jamás calcular el vacío abierto por aquellos
que permanecieron siempre sordos a mi voz.
Mi Iglesia está toda entrecortada por estos vacíos, por estos abismos.
Ahora, hijo, considera y medita bien en la grave responsabilidad de aquellos que, sordos a mis invitaciones pecan de omisión
creando vacíos pavorosos; el pecado de omisión no es nunca un pecado aislado que permanece en sí mismo; todo pecado repercute
en todo el Cuerpo Místico, dando al mismo Cuerpo Místico gran malestar y disgusto; propter peccata veniunt adversa.74
Prueba a imaginar a mi Iglesia sin los Apóstoles, sin los Santos.
De estos pecados de omisión mi Iglesia ahora está llena hasta el
punto de rebosar.
Pregunta: ¿Por qué Jesús mío tanta obstinada sordera? ¿Por qué tanto gélido silencio al Amor que llama? ¿Por qué esta
obstinación en rechazar Tus invitaciones?
Respuesta:
Hijo mío, mira en torno a ti y comprenderás; en Mi Evangelio encontrarás no una sino más respuestas; tú no puedes dar
oído a varias personas que te llaman simultáneamente, y en efecto cuando esto sucede dirías: "Por favor, por favor, hablad de uno
en uno".
Y es justo y natural que así sea.
Ahora, hijo, pon atención: ¿Cuántas veces no te llamado de día y de noche? Pero el Inimicus hominis 75 siempre al acecho, a mi
voz hacia seguir la suya; al responderme Sí a Mí sabes lo que sucede, como también sabes lo que sucede cuando no
respondiéndome a Mí, prestaste oídos a Él.
Hijo, Yo conozco bien la triste herencia del pecado original que hace al hombre inclinarse hacia la vertiente del pecado, del mal,
pero también conozco muy bien lo que Yo, Verbo Eterno de Dios hecho hombre, os he dado para haceros inclinar hacia la
vertiente del bien; os he dado Redención con sus copiosos frutos.
No, hijo mío, no es concebible que Pastores de almas, sacerdotes y fieles por Mí con tanto amor solicitados y tan paciente
longanimidad invitados a abrirse a la luz y al amor, vayan luego a consumar traición sobre traición, sea con relación a Mí, sea con
relación a Mi Iglesia. No es concebible que tengan que ofenderme, que venderme nuevos judas, a mis enemigos, aliados con las
potencias oscuras del Infierno.
La hora está señalada
Hijo, tú bien poco sabes, bien poco conoces de las vergonzosas tramas, de las oscuras conjuras que se realizan en Mi Iglesia; ya te
he dicho y de nuevo te repito que si te fuera concedido ver todo el mal que se realiza detrás de la fachada de la Iglesia, no podrías
sobrevivir ni un instante.
Hijo, a pesar del abismo que se interpone entre Mí el Redentor y las almas inmersas en el pecado, Yo, Jesús, continúo llamando a
la puerta de sus almas, de las almas de tantos Obispos míos, de muchísimos sacerdotes y fieles míos porque por todos he aceptado
la Cruz, porque a todos los quiero salvos, pero ellos por desgracia están endurecidos en el pecado y cegados por la soberbia y el
número de estos desventurados es verdaderamente grande.
Pero no pienses que mi irreductible enemigo con todas sus legiones sea imbatible e irrefrenable la tremenda hemorragia de almas
que van al infierno...
La hora está señalada por la misma prevaricación de ellos.
En un precedente mensaje te dije: Será hora tremenda, sin precedentes, será hora de justicia y de misericordia; llegará el día en el
que todo lo que te he dicho será comprendido; pero hoy muchos no creen y no entienden.
Hijo, no te he hecho una lista de todos los motivos por los que pastores, sacerdotes y fieles no escuchan mi voz y permanecen
insensibles a los impulsos de mi Gracia, pero lo haré en un futuro.
Hijo, reza y repara por tus hermanos que caminan por el borde del abismo de cuyo fondo no se puede ya salir. Ofréceme todos tus
sufrimientos interiores y exteriores; ámame y quiéreme como Yo te amo.
Te bendigo, y contigo bendigo a todos los consagrados de buena voluntad.
74 A causa de los pecados vienen los males
75 El enemigo del hombre.
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