29 de Noviembre de 1977
SE HAN HECHO TINIEBLA
Escribe, hijo mío, soy Jesús.
Deseo que tomes nota de cuán grande es la necedad de los hombres, los cuales rechazan el dar oído a Dios, a Dios que cual Padre
amoroso los llama con insistencia para ponerlos nuevamente en el recto camino, a Dios que constreñido por su sordera, debe
recurrir a la severidad para despertarlos de su sueño de muerte.
He aquí los múltiples aluviones, los terremotos, he aquí tantas otras calamidades, fruto de la necedad humana, que para nada han
servido.
Deberás tomar nota también de qué inverosímiles aparecen las ignominias pero son reales, a las que Satanás empuja a los que
resisten a Dios, y todavía una vez más constatar la convulsa y activa potencia del enemigo Mío, vuestro y de mi Iglesia.
Hijo, piensa, medita sobre la inconsciencia de los hombres y de tantos consagrados Míos escogidos para ser maestros de verdad,
lámparas encendidas para disipar las tinieblas, y al contrario se han convertido en tinieblas ellos mismos, por lo que tienen ojos y
no ven, tienen oídos y no oyen las monstruosas cosas que se dicen y se hacen, y que no se pueden explicar sin la directa y personal
intervención de Satanás y de sus malvadas legiones.
Maestro y fautor de todas las horrendas tramas y conjuras que se suceden, que se entrelazan en un crescendo pavoroso bajo su
empuje infernal, sólo los ciegos hoy no ven, envueltos como están por las tinieblas, lo que despedaza a la Iglesia y con la Iglesia a
los pueblos de la tierra.
La feroz tiranía de Satanás está alcanzando su máximo nivel, más allá del cual no podrá pasar.
Yo siempre he dicho, hijo mío, que no quiero el mal porque soy Dios, porque soy el Amor; soy Dios, infinita perfección y el mal
es siempre imperfección.
Pero Yo el mal lo permito para someterlo y fermentarlo para el bien.
Purificación necesaria en Mi Cuerpo Místico
Satanás, aún sabiéndolo, no desiste de su exasperada y pérfida actividad, porque en el mal fue y está congelado. Hijo, se está
alcanzando la última fase de este inmenso conflicto, fase en la que serás testigo de las más absurdas traiciones, de los más
horrendos sacrilegios contra Dios y mi Iglesia, consumados precisamente por aquellos que deberían ser sus valientes defensores.
Hijo, los pueblos y las naciones se pueden sanar, pero ¿a qué precio? Bastaría una atenta lectura de la Biblia para hacerse una idea.
Tú verás la hora de la purificación; acuérdate entonces de estas confidencias mías para permanecer firme y estable en la fe.
Prevengo, hijo, tu pregunta:
¿No podrías Tú, que eres el Hijo del Dios Viviente, neutralizar toda la nefasta actividad de los
demonios relegándolos al infierno, su lugar natural de pena?
Sí, hijo mío, Yo lo puedo todo porque soy Dios, y si no lo hago es porque tengo buenas razones para no hacerlo.
Algunas de estas razones ya te las he manifestado en mensajes precedentes; es necesario que la hora de la purificación se cumpla
en Mi Cuerpo Místico como también un día se cumplió en Mi Cuerpo Físico.
La Misericordia y la Justicia deben tener su cumplimiento.
De nada han servido mis llamadas, mis reiteradas llamadas; para nada han valido Mis divinas promesas; nada han valido Mis
intervenciones en la tierra; casi nada han servido las numerosísimas intervenciones en la tierra de Mi Madre y vuestra; para nada
han servido Mis advertencias; poquísimos las han acogido; sin embargo, eran llamadas, avisos provenientes de Mi Corazón
Misericordioso, de Mí, Hijo Unigénito del Padre, Dios como El Padre y el Espíritu Santo; se han reído de mí, han hecho insistente
mofa de Mí, me han insultado en todas las formas con su necia incredulidad; pero verán cuán tremenda es la ira de Dios.
Ellos la han querido, ellos la han provocado; necios, se han sentado a la mesa con los enemigos Míos y suyos; por ellos han sido
engañados y seducidos; Satanás los ha encadenado a sí con las más torpes pasiones, arrollándolos en la condenación eterna.
Todo esto es una horrible realidad ante la cual se necesitaba y se necesita reaccionar.
Pero ella ha encontrado a Mi Iglesia
desguarnecida de aquellas defensas que Yo le había dado.
Indiferentes mis consagrados y aún mis Obispos, se han pasado al enemigo y ahora colaboran con él secundándolo en su
abominable juego. De estos éxitos el enemigo está extremadamente orgulloso y celoso.
Serán estos éxitos los que le permitirán desahogar su odio contra Mí y echarme en cara el fracaso y la inutilidad de la Cruz; pobre
iluso y necio, verá una vez más la Omnipotencia divina manifestarse al Cielo y a la tierra en su infinita extensión, pero no se
convencerá totalmente sino al el fin de los tiempos, cuando regresaré a la tierra con gran majestad y gloria para juzgar a los vivos
y a los muertos.
Quien cree en Mí no morirá in eterno 76
Una vez más Satanás verá lo que pueden el Amor y la Justicia divina; una Iglesia como nunca fue, resplandeciente, hecha
espectáculo al cielo y a la tierra, y él, el enemigo irreductible, deberá admitir, de mala gana, el haber tenido parte importante en la
total renovación de Mi Iglesia, en los momentos en los que, con su perversa actividad confiaba en destruirla.
Ha llegado la hora, hijo mío, en la que los buenos, todos los buenos deben tomar conciencia y clara visión de los tiempos y de los
acontecimientos en curso que envuelven con Mi Iglesia a la entera humanidad.
Creer, firmemente creer, esperar, amar a Aquel que no miente y no decepciona.
Quien cree en Mí no morirá in eterno.
Sólo Yo soy la Resurrección y la Vida.
Yo salvaré de la ira de sus enemigos a quien en Mí
cree y a quien me ama.
Yo no me olvidaré de él en la hora de la prueba.
Te bendigo, hijo, no temas; ámame, como Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios, te amo a ti.
76 Para siempre
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