16 de Abril de 1977
EXORCIZAR: LA ACCIÓN MÁS DIRECTA DE LA PASTORAL
Escribe, hijo mío:
Te quiero dar algunas normas que tú ya deberías conocer, y a las que deberías atenerte.
1) ¿Por qué las bendiciones frecuentemente no producen el efecto que ellas en raíz tienen el poder de producir?,
¿Cuáles son las razones?
Es claro y evidente que el que imparte la bendición debe estar en gracia de Dios, debe ser persona de gran fe y sólida piedad cristiana, pero también quien la pide, o quien la pide para él, debe estar en gracia de Dios.
2) Se necesita aislar la persona que se va a bendecir de todas las demás personas que presumiblemente no son de conocida piedad cristiana, aislarla de los curiosos y de todos los que no participan en el exorcismo con la oración, o bien con el ofrecimiento del propio sufrimiento.
3) Las personas soberbias, presuntuosas, presentes, no sólo no ayudan a la obra del que bendice sino que la
estorban, reforzando con mucho la presencia y la potencia del enemigo.
4) El que bendice, debe ser más que prudente, muy sagaz; el adversario hace de todo para distraer al que bendice, para vaciarlo y agotarlo; además, no se debe olvidar que él es la soberbia, el odio y la división; por lo que si encuentra frente a sí, humildad, amor y compostura, se desanima y cede antes.
5) El que bendice, debe prepararse primero con la oración y hacer acopio, con anterioridad, de oraciones de
personas buenas y piadosas.
6) No es prudente por parte de quien bendice, aceptar el diálogo, sino en raros y determinados casos.
7) No todos los poseídos por los espíritus malignos lo son en igual medida; hay espíritus diferentes en grado de
inteligencia, en fuerza de voluntad, en potencia de perfidia.
8) Hay ciertos demonios, que no pueden ser derrotados y arrojados, sino por exorcistas santos, santos,
verdaderamente santos.
9) Siempre es norma no sólo de sabiduría sino de prudencia, inmunizarse antes de dar inicio a la bendición,
haciendo como mínimo tres veces la señal de la Cruz, hechas sobre sí mismo, o mejor aún, haciendo un exorcismo sobre sí mismo.
10) Si toda la acción pastoral debe tender a arrancar almas a Satanás y al infierno para traerlas de nuevo y darlas a Dios, siendo éste el único fin por el cual el Padre Celestial ha enviado a la tierra Su Único Hijo a sacrificarse en la cruz, es entonces es claro y evidente que el que exorciza realiza la acción más directa de la pastoral, contra las fuerzas oscuras mal, el que bendice o exorciza se compara a un soldado que no se limita a realizar tareas defensivas, sino que valerosamente va a atacar al enemigo atrincherado en su fortaleza. El que exorciza es el soldado fuerte y valeroso que hace frente al enemigo en una lucha cuerpo a cuerpo; él lleva a cabo un duelo que lo expone a las iras del enemigo y a las venganzas del enemigo, y al igual que todas las acciones valerosas y heroicas están siempre ligadas al riesgo.
11) Ay del exorcista presuntuoso y superficial, que es cogido espiritualmente impreparado; viene a encontrarse en las condiciones de un combatiente impreparado, desarmado frente a un enemigo más fuerte que él, más aguerrido y más preparado, es claro así la suerte de la infeliz confrontación. El exorcista sensato no se dispone nunca a hacer frente a su enemigo si no tiene la segura conciencia de encontrarse en buenas condiciones espirituales.
12) Raramente el exorcista aún sabiendo que se encuentra frente a un enemigo más aguerrido, más fuerte y más
potente por naturaleza, conoce su rango y sus personales prerrogativas.
13) El invadido, el sojuzgado, el poseso (se es en grados), debe contribuir a la acción del que bendice con sinceros actos de humildad, de arrepentimiento, buscando con estos actos anular las cosas o acciones que han facilitado el dominio del enemigo sobre él.
14) Te repito, hijo, que es norma sensata aislar a quien se exorciza para contrarrestar la diabólica insidia de las
oscuras potencias del mal que buscan siempre amigos y colaboradores, y tales lo son para ellos todos los que se
encuentran en pecado mortal y que forman así una barrera en torno al que sufre, que estorba fuertemente y a veces anula la acción del exorcista, sobre todo si el exorcista no tiene o no está en las condiciones ideales para un buen combate. Por esto, frecuentemente, sucede que exactamente quienes piden la intervención del exorcista para una persona a la que quieren ayudar, son después ellos mismos quienes van a obstaculizar o aun anular la acción del que bendice.
15) Todo lo que vosotros sacerdotes y buenos seglares, hacéis en el bien, estos seres lo hacen en el mal.
16) ¿Por qué, hijo mío, he querido decirte estas cosas? ¿Por qué he querido darte estas normas? Para que se tenga una idea más precisa de la lucha que está en acto, para que los sacerdotes y buenos seglares que bendicen estén siempre más preparados y más prontos a esta actividad pastoral, en comparación con la cual toda otra actividad asume un aspecto marginal.
17) Sería óptima cosa que Don P. y amigos en la reedición del folleto de las bendiciones, incluyeran estas normas
que en la Iglesia regenerada deberán ser conocidas por todos.
18) Te bendigo, hijo, y conmigo te bendice mi Madre Santísima y bendecimos contigo a todos los sacerdotes santos que viven en armonía y coherencia con mi Evangelio y a todos los buenos laicos que se baten valerosamente en unión con estos santos sacerdotes por el triunfo de mi reino en las almas.
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