Mi llamado angustioso en este día es para que oréis y reparéis por todos los abortos del mundo entero. Desdichados de aquellos países que aprueban esta ley anti-natura, desdichados de aquellos países que con el aborto se ensañan en la vida de almas inocentes, haciéndose mártires desde el vientre de sus madres; desdichados estos países, el castigo divino es inminente. Mi Corazón agonizante es traspasado por una espada de dolor, no puedo contener las lágrimas. Tantas almas yacen en las profundidades del infierno por este horrendo pecado; pecado que ha llevado a la desdicha eterna a muchísimos de mis hijos.
Naciones todas: repudiad el aborto.
El aborto es el pecado más repudiado por Dios.
El aborto es un crimen, un asesinato de gran magnitud.
El aborto os conlleva a la ruina espiritual, os conlleva a un sinnúmero de crisis porque el aborto es maquinación del demonio para segar la vida de almas inocentes que, aún, no han abierto sus ojitos en la tierra para empezar con la misión que Dios les ha asignado.
El aborto hace derramar lágrimas de sangre a mi Inmaculado Corazón y al Corazón de mi Hijo Jesús.
Los bebés no nacidos no tienen la culpa por vuestros actos de irresponsabilidad, no tienen la culpa por vuestra promiscuidad, por vuestros desenfrenos, por vuestros ímpetus carnales no controlados. Desfogáis vuestras pasiones y estos inocentes cargan con la mezquindad, bajeza y ruindad de todas aquellas madres, de todos aquellos padres que se atreven a asesinar, desde antes de nacer, a sus hijos; hijos que en un pasado les producirían satisfacciones, alegrías; se llevarían la monotonía de sus vidas; pero la cobardía, el temor a enfrentar una sociedad les conllevó a ensangrentar sus manos, a salpicar sus conciencias y sus corazones con la sangre de estos bebés inocentes; bebés que son mártires porque estaban predestinados por Dios para el cumplimiento de una misión, pero segaron sus vidas.
Hijos míos, repudiad a toda costa los abortos; si por desgracia habéis caído en este pecado de lesa humanidad: convertíos de corazón, llorad amargamente vuestro pecado y pedid perdón que el Señor os devolverá el estado de gracia, el Señor purificará la hediondez, la deformidad de vuestro pecado en el Sacramento, Ríos de la Gracia.
El aborto es puerta grande de entrada al infierno.
El aborto es ruina, maldición para quienes lo practican.
Tomad conciencia de que no podéis acabar con las vidas de los no nacidos. La vida es un don de Dios y como tal le corresponde a Él decidir sobre el fin de todas sus creaturas. Fin que es un inicio a la verdadera vida porque la muerte es un encuentro eterno de cara a cara con Dios.
Orad por todos los bebés no nacidos, orad por ellos.
Orad por todos los bebés que se están gestando en los vientres de sus madres, bebés que han de ser protegidos, bebés que han de ser resguardados en sus vientres como rosas del cielo que se abrirán para engendrar y dar vida.
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