A lo largo del mes de mayo, los terroristas del Daesh en Irak han atentado en dos ocasiones contra sendas peñas madridistas. En la primera ocasión, el resultado fue de 16 muertos, al parecer 12 de ellos seguidores del club de Concha Espina. La segunda, coincidiendo con la tanda de penaltis de la final de la Copa de Europa, que los blancos disputaban frente al Atlético de Madrid. Fueron asesinados otros cuatros madridistas iraquíes.
La entidad presidida por Florentino Pérez ha reaccionado como era de esperar, con expresiones de repulsa y minutos de silencio (tal vez también de oración). En concreto, en el comunicado emitido con motivo del atentado de mediados de mayo, el club merengue aseguraba: “El Real Madrid hace extensiva toda su solidaridad al pueblo de Irak, que sufre la injusticia desmedida de una violencia extrema“.

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También durante las celebraciones tras la consecución de la undécima Copa de Europa hubo momentos para recordar a estos hinchas del club de Chamartín. No dudo de la sinceridad de estos mensajes y actos de condolencia y repulsa. Pero no me resigno a abordar con tal motivo, una cierta nota de incoherencia que se observa.
En los últimos años, el Real Madrid ha puesto sus miras en Asia, para ampliar horizontes, engrandecer su nombre, obtener mayores recursos y seguir siendo uno de los principales clubs del mundo.
La libertad religiosa no estaba contemplada en el contrato del ‘Real Madrid Resort Island’ en los Emiratos Árabes Unidos
Esto le ha llevado a llegar a acuerdos con entidades de importantes países musulmanes, rebosantes de riqueza. Y en ese esfuerzo, ya en 2012 cuando el Real Madrid se decidió a realizar la titánica empresa de construir el complejo ‘Real Madrid Resort Island’ en los Emiratos Árabes Unidos.
A imagen de la famosa estructura artificial situada en la costa de Dubái con forma de palmera, el Real Madrid aspiraba a tener su propio complejo de lujo con la silueta de su escudo, como ya tiene Ferrari. Pero el respeto a la libertad religiosa no estaba contemplada en el contrato.
Florentino Pérez transigió con la exigencia islámica de eliminar la cruz que remata la corona real que luce el club por gracia de Alfonso XIII. En el momento, uno sospecha que los dirigentes merengues entendieron que aquello no tenía mayor importancia, pero devino en polémica.
Aquél faraónico proyecto, del que se suponía que el Real Madrid iba a obtener 50 millones de euros de beneficio anuales, finalmente fracasó y quedó arrumbado en el rincón del olvido a finales de 2012.
Florentino Pérez también ha estado dispuesto a vender por una millonada el ‘sacrosanto’ nombre del coliseo madridista
En 2014, El Real Madrid intentó de nuevo reflotar el sueño de hormigón playero de la mano del Banco Nacional de Abu Dhabi, que presentó una edición especial de sus tarjetas con el blasón madridista mutilado de nuevo.
En esta ocasión, el revuelo fue mayor, porque además se conoció que el presidente de ACS y del Real Madrid, Florentino Pérez, también estaba dispuesto a vender por una millonada el ‘sacrosanto’ nombre del coliseo madridista.
Así, quedaría mutilado no sólo el escudo, sino también el nombre de don Santiago Bernabéu para ponerle el ridículo nombre de “IPIC Bernabéu, Cepsa Bernabéu o lo que quieran ellos“, según captó una cámara indiscreta. A cambio, claro está, de 400 millones de euros en 20 años.
Por segunda vez, el proyecto turístico se vió frustrado. Sin embargo, lo más frustrante es asistir a la disposición permanente a la renuncia de los símbolos de nuestra civilización que, con todas sus negruras, es la más luminosa que han dado los siglos, muy por encima, desde luego, de la musulmana.
La desgracia de los atentados contra aficionados del Real Madrid es terrible y su condena debe estar por encima de toda consideración.
Pero no es pequeño el oprobio de la renuncia del club a sus símbolos y a su identidad. Se atreven contra nosotros porque no defendemos lo que somos. Esa es nuestra debilidad y su fuerza.
La dignidad vale más que los petrodólares.