Dos templos incendiados en Galicia, la capilla de la Universidad Autónoma profanada, grupos gays editando imágenes lésbicas de las advocaciones marianas, las catedrales convertidas en pintadas amenazantes (Ferrol), sacrilegios eucarísticos sin cuento que la Iglesia (no sé si es un error) no denuncia. Y luego, las estadísticas: en 2015, según datos del Ministerio del Interior, los ataques en España contra la iglesia católica pasaron de 91 a 187. E insisto, por el momento, la jerarquía católica ha decidido no denunciar.
Los ataques, ya lo hemos dicho, van directos contra la Eucaristía y contra la Virgen María. Es decir, en la Tierra de María, contra el gran tesoro de la fe: el sagrario.
Estos miserables apuntan bien, con toda la sabiduría satánica de quien sabe dónde debe golpear.
Y ojo: no es anticlericalismo, es cristofobia. Porque los nuevos comecuras, como le ocurría al viejo comecuras Lenin, se llevan bien con los curas podemitas, o esa, con los que no creen en Dios ni aman a Cristo. No odian a los curas, al menos no a todos. Odian a Cristo. Es cristofobia pura y dura.
Y como en el viejo chiste del “esto no quedará así” y la respuesta “No, eso se hincha, el anticlericalismo violento irá a más.
Y el PP calladito. A Rajoy y a Soraya no les hagas una pregunta sobre persecución a los cristianos: eso no hace moderno en gente tan moderna como los líderes del PP. Lo propio del PP es la tibieza, ni una sola protesta ni condena por esos actos saldrá de sus labios.
Y ahora viene Podemos…
Hispanidad
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