Sebastian Campos Probablemente fuera de los ambientes eclesiales nos encontramos, muchas veces, entre la
espada y la pared al momento de compartir o defender nuestra fe. Gran parte de nuestras justificaciones y argumentos de evangelización y de apologética son teológicos, filosóficos y en el mejor de los casos, están basados en alguna historia que le ocurrió a otro.
Como nuestra intención siempre ha sido el poder darte herramientas para que puedas vivir la fe en tu vida cotidiana y no tener que formar parte de la AMCC (agencia mundial de católicos encubiertos) sino que puedas vivir tu fe de forma natural, sin avergonzarte, pero tampoco sin andar dándole bibliazos a todo el mundo; queremos proponerte 10 ideas que te podrían servir al momento de hablar a otros de Dios, sobre todo con aquellos amigos que no creen mucho o que no creen nada.
1. Traducir la enseñanza de la Iglesia en sencillo
Un evangelizador es un traductor. Jesús explicaba grandes misterios de la fe usando ideas muy sencillas a través de parábolas. La Iglesia nos enseña cosas grandes y maravillosas que para explicarlas algunas veces es necesario ser un doctor en filosofía. Trata de entenderlo tú y luego trata de ponerlo en palabras sencillas para que tus amigos comiencen a acercarse.
2. La fe en clave de diversión
Como decía Santa Teresa de Ávila, quien exasperada por las pruebas de la vida, aconsejó a Dios: “si esta es la forma en que tratas a tus amigos, ¡no es de extrañar que tengas tan pocos!”. La fe no tiene porque ser algo grave y terrible. Dios no es un tipo con un mal sentido del humor. El humor es capaz de doblar la rodilla del corazón más duro y resistente.
3. Testimonio personal ABC
Obviamente decir que Dios existe porque lo sientes en tu corazón te hará quedar como un payaso. Sin embargo, debemos reconocerlo: Dios ha hecho algo en tu vida y contar esa experiencia a los demás es algo irrefutable. Nadie puede negar lo que tu has vivido en carne propia. Cuando hables de tu testimonio procura lo siguiente: A. Se Alegre, B. Se Breve C. Se Cristocéntrico. Nada más poco convincente que una historia aburrida, larga y que solo se trata de ti. Medita y ordena tu testimonio personal.
4. Reconoce las “semillas de Dios”
Dios es omnipresente y está en todas las realidades humanas, por lo tanto su verdad también está ahí, en tu interlocutor no creyente. Busca esas semillas de Dios presentes dentro de toda esa incredulidad y hostilidad, escondidas en ese corazón lleno de argumentos racionales y lógicos.
5. Evita la moral y busca el amor
Una gran porción de los no creyentes lo es simplemente porque la vara moral es tan alta, que se sienten incapaces o no les da la gana de vivir bajo esa forma y aspirar a ese estilo de vida. La existencia de Dios es ante todo amor, no ley. Muéstrales a ese Dios amor, no a ese Dios legalista.
6. No trates de ganar la discusión
Comunícate demostrando que no pretendes ganar la discusión o que eres superior al otro. No es una competencia ni tampoco eres superior. Míralo desde el amor, empatiza con él y con su historia. ¡Qué nunca se convierta en un debate! los debates solo sirven para radicalizar más las posturas. Hasta ahora creo que no ha ocurrido que alguien luego de un debate diga “ok, ganaste y no solo eso, me uno a tu bando”.
7. No evites el tema, ellos saben que tienes fe
Es como ir a una fiesta. No puedes sentarte en un rincón y no conversar. A la gente no creyente, sobre todo a los explícitamente ateos, les gusta hablar de Dios con los que son abiertamente creyentes. Asúmelo y prepárate, no sufras por eso. Tomar esto como un regalo de Dios (pues reconocen tu fe) y mirarlo positivamente, te ayudará a entrar en cualquier conversación sin temor y confiando en Dios.
8. Que toda tu vida hable de Dios
El argumento más convincente es que tu estés realmente convencido. Convencido a tal punto que intentas vivir día a día lo que dices creer (sabemos que intentar no implica siempre acertar, pero sí un sincero esfuerzo por hacer las cosas bien).
9. Habla desde tu corazón
Somos frágiles. Hablar desde nuestra experiencia de fragilidad e incluso de duda es algo grande y que los demás agradecen inmensamente. No pretendas demostrar súper poderes y súper conocimientos: Dios no es un enigma que se resuelve, es un misterio en el que nos introducimos, y a todos nos queda grande.
10. Buscar el bien del otro
No queremos explicar la existencia de Dios para tener un nuevo integrante en nuestro grupo y así ser el grupo más grande en la próxima peregrinación. Dios es un regalo que queremos compartir y a quien tengamos al frente debe quedarle esa sensación, no la sensación de que le estás dando de comer algo desagradable pero que debe masticar a regañadientes por su propio bien, como lo hacemos con los niños pequeños.
11. Tú y el otro tienen algo en común: son libres de creer en lo que quieran
No hay comentarios:
Publicar un comentario