25-11-2015
Jesús: ¡Juana! Juanita. Mira, hija: se sucederán días muy convulsos para ti. Son días en los que tú tienes que andar muy centrada. Lo tienes que hacer, porque se te pide ya que te lances a la batalla. Debes dejar a un lado ya antipatías personales. Debes dejar que cada quien “aguante su vela”, como soléis decir. Debes dejar de creerte el “centro solucionador de problemas” de la gente. Debes dejarlos con más autonomía. De tu cabeza debes borrar que si tú no hablas, si tú no dices… esa persona quedará en la equivocación. El demonio está aprovechando esto para descentrarte del centro. No eres tan necesaria ahí.
Cumple tu misión ahí, para cada persona, (con …)784 en lo que debes, y deja a los demás equivocarse. Deja, porque esto te está impidiendo que avances con tu misión, tu excelsa misión, superior a estas otras menores, que entran sólo en el rango de ayuda prestada a hermanos cercanos. Hija mía: ¡te hablo de salvar a la humanidad! Y estos ya están salvos. Te necesito más allá, para lograr la conversión de mucha gente. Tú misma te asombrarás, pero no cabrás en tu asombro. Tú ahora no puedes verlo. No, porque no alcanzas a comprenderlo del todo. Pero no tampoco porque Yo no quiero que lo veas exactamente en su magnitud. Quiero que me creas por la fe. Quiero que dejes a tu “antigua Marga”, ésa que se creía importante en cada cosa. Quiero que trabajes para Mí. No para ti. ¿Entiendes? Sí. (Estoy emocionada. Y un poco derretida. Después de todas estas palabras, me ha entrado una gran paz) (Veo que me quedan página y media del cuaderno para terminarlo. Me dice) Rellena estas dos páginas, y ve. (Vuelvo a mirar, Ah!, que me quedan 2 páginas, es verdad) Querida ratona-ratoncito: eres desconfiada… Sí. ¡Confía en Mí! ¿No te he dicho que confíes en Mí? Has de ver grandes cosas. Sí. ¡Oh, pequeña! Sí, Maestro. Maestro mío. Otros contarán sus experiencias místicas, poniéndose como centro. No tú. Tú no, no lo hagas así. Porque aunque el centro de mis experiencias místicas, sois vosotros, el objetivo, y os lo hago sentir así, el centro Soy Yo. Porque de Mí parten. ¿Miedo a “Podemos”? ¿Miedo al que le dicen: “Profanador”? ¿Miedo al estado islámico? ¿Miedo a la oligarquía de poder? ¿Miedo a los terremotos o miedo al estado sumo, que os hará volveros todos a él, y como un Dios tratarle? ¿Miedo a qué? Miedo a nada. Miedo a nada. Si lloras porque a tu hijo se le ha clavado una astilla en el dedo, no eres digno de Mí. No eres digno, porque Yo te pido: ¡entrégame la vida entera de tu hijo! Mirad que veo a veces más preparados a los del supuesto “estado islámico” que a vosotros, los “occidentales católicos”. Sí: maremotos. Terremotos… desastres naturales. Las ciudades se derrumbarán sobre sí mismas. Yo le pedí ese sacrificio a Abraham. Dios le pidió ese sacrificio a su Madre. La Cruz no es para los pusilánimes.
785¿Querrás predicar un cristianismo sin cruz? ¿Un cristianismo de bollo mullidito mientras tomas una taza de té? ¡¡Qué cristianismo es ése!! Con tu actitud, pareces decir: ¡Retiremos todos los crucifijos, pero hasta de las iglesias! Edulcoramos la fe. La fe católica. Y que sólo queden en mis filas los amorfos y adocenados. Los de vida lisonjera y fácil. ¡Venid! ¡A gustar de los placeres! Pareces entonar desde tu puerta.786 ¡Pasad! ¡Os gustará la Casa de Dios! Pero no es una Casa de Dios, ¡¡ que es cueva de ladrones!! (Oh, lloro, qué angustia. Qué Mensajes. Pobre Jesús. Cómo dice esto) ¡Mirad a quién se adora en el pedestal! (Jesús, desde ahora está en la puerta de esta iglesia, por dentro, y señala a quien está en lo alto del frontal. Y ya no está su cruz y ya no está el Sagrario. ¡No quiero mirar quién está!) Y mira, sin cobardía. Mira. Mira para adentro. (¡Ag! Es la Bestia. Tiene esos pies de barro deformes y está en ese trono gigantesco. Tiene esa cabeza de cuernos y esa boca horrible con dientes afilados y lengua que le sale y mueve, pretendiendo hablar o asustarme. Sus ojos son horribles verdes horribles y su cuerpo rojo. Sus brazos se apoyan en los reposa brazos y está cómodamente sentada y sonriendo) ¿Cómo hemos dejado que suceda esto, Jesús? Por vuestras Abominaciones. Por … (Tengo que parar. No veo el cuaderno por las lágrimas) … vuestras abominaciones repetidas. Desearía que todo esto que me estás diciendo fuera mentira. Pues no lo es, amada. Y preparaos. Leónidas, no puede estar lloroso. Tampoco lo es Juana. No porque sea duro no vas a pasar. ¡No porque tú llores, Dios lo detendrá! Ocupad, cada uno vuestro lugar: ¡y luchad por Mí! ¡Jesús! (Ya se va, pues se han acabado las 2 hojas del cuaderno.) ¡Oh, bendíceme! Ya sabes que te bendigo y tienes mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
784 No entiendo lo que he escrito y no recuerdo qué palabra era.
785 Habla a alguien o a algunos en concreto.
786 Desde la puerta de la iglesia.
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