“Queridos hijos, los invito a orar, no pidiendo sino ofreciendo sacrificios, sacrificándose. Los invito al anuncio de la verdad y del amor misericordioso. Oro a mi Hijo por ustedes, por su fe, que en sus corazones disminuye cada vez más. Le pido a Él que los ayude con el Espíritu Divino, como también yo deseo ayudarlos con el espíritu materno. Hijos míos, deben ser mejores; solo los que son puros, humildes y llenos de amor sostienen el mundo, se salvan a sí mismos y al mundo. Hijos míos, mi Hijo es el corazón del mundo, es necesario amarlo y orarle a Él, y no traicionarlo siempre de nuevo. Por eso ustedes, apóstoles de mi amor, difundan la fe en los corazones de los hombres con vuestro ejemplo, con la oración y con el amor misericordioso. Yo estoy a vuestro lado y los ayudaré. Oren para que sus pastores tengan cada vez más luz, para que puedan iluminar a todos aquellos que viven en las tinieblas. Les doy las gracias.”