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06-11-2015
(Mártires del siglo XX)
Jesús: Tranquila, ratoncito. Lo lograrás. Este es tu mayor trabajo. Tu mayor encargo. Sientes que tus fuerzas se acaban. Pero lo lograrás. En mi Corazón está este Mensaje para que tú lo apuntes, esperando. Mira qué realidad más auténtica. Ésta la de todos los Santos. Todos los Santos están con vosotros y actúan. Actúan para ayudaros. Aquellos que piden la protección de todos los Santos de su Patria, pero para que aniquile a aquellos que les hacen mal… no. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. No se pide la protección de todos los Santos para hacer daño a los hermanos. Se pide la protección para defenderse contra el mal. El único enemigo que tenéis, es el diablo. Y éste actúa en vosotros no necesariamente por intermediarios. Actúa primariamente en vuestro interior por el pecado. El primer pecado del que os tenéis que desprender es el del odio. Si el odio anida en vuestro corazón, le dais cabida y lo azuzáis, y lo lanzáis contra vuestros hermanos e incluso contra Dios, cuando le pedís cuentas de vuestra situación -que es una variante del odio-, ya podéis solicitar sobre vosotros la protección de todos los Santos, para vuestros asuntos, que no vendrá. Desprendeos primero del pecado, y podréis construir mi Reino. Y para ello tendréis la ayuda de todos los Santos. ¡Oh, pobres hijos míos equivocados! Se creen con el derecho de privilegios cristianos por ser de la Iglesia. Y con eso se conforman y están a gusto. Y no buscan convertirse. Y no buscan agradarme. Y no buscan ayudar y ayudar a sus hermanos que caminan por otras sendas erróneas y alejados de la casa paterna. Son tan egoístas como los que se creen en el derecho de criticar. Tienen en su vida lo que critican de la vida de otros, más el pecado de orgullo. Que es el primero de todos los pecados. Por el orgullo, la serpiente odió a Dios. No sigáis sus pasos. Recapacitad y haced el cambio de vida. Abrid vuestros brazos y acoged a todos los que caminan fuera de la casa paterna. Abrid vuestras puertas. Que de fuera se vea que es algo luminoso y lleno de amor, a lo que da gusto entrar. Que llame a entrar. No a querer irse corriendo. ¡Ah..! ¡Cuánto me costáis, hijos! Ve y dile a ellos que se conviertan. ¿Querrás, hija? Sí, Jesús.
Ve y díselo. Mira por tu objetivo. El objetivo de esta misión, y olvida otras. Otras ya caminan solas. En otras, no haces falta. Haces falta en ésta. Y te alabamos, Cristo, Etc…
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